De China a Barbados, de Brasil a Sudáfrica, los países están
desarrollando estrategias y actividades propias de una “economía verde”
para incentivar el crecimiento económico, el empleo, la protección del
medio ambiente y la igualdad.
En una declaración con motivo de la presentación del informe principal del PNUMA, “Hacia una economía verde: Guía para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza”,
el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, señaló: “
Con el mundo mirando a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas
sobre el Desarrollo Sostenible de Río +20, el informe del PNUMA sobre
economía verde cuestiona el mito de que la economía necesariamente
impone un costo lesivo para el medio ambiente. Mediante políticas
públicas inteligentes, los gobiernos pueden impulsar el crecimiento de
sus economías, generar trabajo digno y acelerar el progreso social, de
manera que el planeta pueda soportar la huella ecológica humana.
Mensajes fundamentales
Este informe, producto de tres años de investigación a cargo de
cientos de expertos de todo el mundo, fue sometido a una evaluación
pública de tres meses antes de su divulgación oficial. Dicho trabajo
confirma que una inversión del dos por ciento del PIB mundial efectuada
en diez sectores clave es suficiente para poner en marcha un cambio que
permita alejarnos de la actual economía “marrón”, contaminante e
ineficiente, y poner rumbo a una economía “verde”.
- El informe calcula que esa transición haría crecer la economía
mundial a un ritmo equivalente a los actuales modelos económicos, o
incluso más acelerado.
- La transición no comportaría los riesgos, sobresaltos, escaseces y
crisis que suelen acompañar a la economía “marrón”, caracterizada por
altas emisiones de carbono y el agotamiento de los recursos.
- Además de propiciar niveles más altos de crecimiento, la transición
general hacia una economía verde permitiría lograr ingresos per cápita
superiores a los que ofrecen los actuales modelos económicos. Al mismo
tiempo, y en comparación con el esquema tradicional, la huella ecológica
se vería reducida en casi un 50% para el año 2050.
- El informe sobre economía verde reconoce que, si se quiere poner
rumbo a la sostenibilidad, podrían perderse a corto plazo algunos
puestos de trabajo en ciertos sectores, como la pesca
- Pero con el tiempo —agrega el informe— estas pérdidas para la
antigua “economía marrón” quedarían subsanadas y holgadamente
compensadas con la creación de “nuevos puestos de trabajo dignos” en
diversos sectores, como las energías renovables o una agricultura más
sostenible.
Como resultado de todo ello, cada vez más países están desarrollando actividades para acelerar esta transición.
En la reunión que celebra esta semana el Consejo de Estado de China,
por ejemplo, se espera que el grupo de asesoramiento internacional del
gobierno dé a conocer su propio estudio orientado a establecer una
economía verde.
China es el mayor inversor mundial en energía renovable. Tras superar
a España en 2009, en 2010 gastó en esta área 49.000 millones de
dólares. En general, el país asiático se ha comprometido a invertir 468
mil millones de dólares en el próximo lustro, más del doble que en los
cinco años anteriores, en industrias clave como la energía renovable,
las tecnologías limpias o poco contaminantes y el tratamiento de
residuos.
“Nuestro país considera que la economía verde es una opción
estratégica en un mundo con severas restricciones de recursos”, afirmó
He Bingguang, director general de la Comisión Nacional de Reforma y
Desarrollo de China, “por eso, hemos optado por esta elección en
nuestros planes de desarrollo”.
”Valoramos la contribución del PNUMA a la promoción de la
transformación mundial orientada a la economía verde, en la medida en
que esta permite que todos los países sean beneficiarios potenciales del
sistema”, agregó.
Algunas naciones, como Barbados, Camboya, Indonesia, la República de
Corea y Sudáfrica ya han establecido planes nacionales de economía verde
que reflejan las recomendaciones de este informe.
Otros, como Armenia, Azerbaiyán, Egipto, Kenya, Jordania, Malasia,
México, Nepal, Senegal y Ucrania, están enfocados en ofrecer un perfil
más “verde” en sectores prioritarios como la agricultura, la energía
renovable, el turismo y las tecnologías limpias.
Hoy, los países de África oriental están celebrando una reunión en
Rwanda para analizar marcos jurídicos y legales que ayuden a impulsar la
economía verde a nivel nacional y regional. Los participantes de
Burundi, Kenya, Tanzania y Uganda, así como los de Ruanda, examinarán,
casos e iniciativas continentales, que fueron promovidas por la Unión
Africana.
En lo referido al sector empresarial, el PNUMA se ha aliado con 285
de los principales inversores del mundo —los cuales representan un
activo de 20.000 billones de dólares— a fin de conseguir que los
gobiernos adopten medidas sobre el cambio climático y efectúen
inversiones en industrias emergentes, como la construcción de viviendas
verdes con recursos renovables. La Cámara de Comercio Internacional, que
representa a cientos de miles de empresas de más de 130 países, ha
dispuesto iniciativas similares.
“Tanto en los países desarrollados como en aquellos en
desarrollo, se están generando elementos de transición hacia una
economía verde. Algunos países están avanzando con más ímpetu y
velocidad que otros, lo que, en ocasiones, genera un “efecto de
arrastre” que, de mantenerse, podría atraer a otros en los meses y años
siguientes” —explicó Achim Steiner, subsecretario general de las
Naciones Unidas y director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente (PNUMA).
El reciente impulso que han tenido las inversiones limpias no sólo
beneficia a las economías emergentes, sino también a otros países en
desarrollo. Según las últimas cifras proporcionadas por Bloomberg, las
inversiones mundiales en energía renovable aumentaron en un 32 por
ciento en 2010, alcanzando la cifra récord de 211 mil millones de
dólares. Detrás de las economías emergentes de Brasil, China y la India,
los países africanos registraron los incrementos porcentuales más
elevados en las regiones en desarrollo.
En Egipto, la inversión en energías renovables ha crecido en 800
millones, alcanzando los 1.300 millones, como resultado del proyecto de
energía solar térmica en Kom Ombo y de una central eólica de 220
megavatios en la costa del Golfo de El–Zayt. En Kenya, la inversión,
prácticamente inexistente en 2009, creció a 1.300 millones en 2010, en
áreas como la tecnología eólica, la geotérmica, la hídrica de pequeña
escala y la de biocombustibles.
En el desierto de Mojave, en California, se está construyendo
una de las plantas de energía solar térmica más grandes del mundo.
Simultáneamente, en España y en otras partes de los Estados Unidos se
están construyendo otras similares.
“La Cumbre del Clima que tendrá lugar en Durban en pocas semanas,
así como la Conferencia Río +20 del año próximo, son oportunidades
únicas para acelerar el desarrollo de la energía verde y otorgarle mayor
proyección. Entre las medidas de cooperación más relevantes cabe
mencionar el impulso a la Reducción de Emisiones debidas a la
Deforestación y la Degradación Forestal (REDD+), las adquisiciones
“verdes” con objeto de introducir los esfuerzos nacionales en la
sostenibilidad, así como un nuevo indicador de riqueza que supere al
PIB, en la medida en que internalice los costos de contaminación y
degradación, y refleje el verdadero valor del patrimonio natural del
planeta para poder calcular un recorrido económico sostenible y de
éxito” —dijo Steiner.
El interés creciente que ha provocado el informe se ha visto
reflejado en una serie de consultas regionales sobre economía verde
respaldadas por las Naciones Unidas. Aunque se ha de seguir tratando
cuestiones de financiación y de comercio, existe el reconocimiento de
que el actual modelo económico, basado sólo en el crecimiento del PIB,
ha dado lugar a graves errores en la asignación de capitales y a una
distribución desigual de la riqueza.
El informe muestra que si se invierte el equivalente al dos por
ciento del PIB mundial en sectores como la agricultura, energía,
construcción, agua, forestación, pesca, industria manufacturera,
residuos, turismo y transporte, no sólo podría modificarse la
trayectoria de crecimiento de la economía mundial en una dirección más
sostenible, sino que además, y comparado con el escenario económico
actual, ese crecimiento podría conservarse e incluso incrementarse a
largo plazo.
En el documento se incluyen recomendaciones estratégicas para cada
uno de los diez sectores clave, y también guías referidas a las
condiciones financieras y de habilitación.
Por ejemplo, en relación con el transporte, el informe sugiere que
las tarifas deberían incluir los costos societarios acumulados como
resultado de la congestión, los accidentes y la contaminación, que en
algunos casos ascienden al 10 por ciento del PIB regional o nacional. En
Pekín, un estudio efectuado en 2009 ha calculado que los costos
sociales inducidos por el transporte motorizado se sitúan entre el 7,5 y
el 15 por ciento del PIB metropolitano.
En el orden mundial,
el impacto que ejerce el transporte sobre los recursos naturales es muy
elevado. Abarca desde la fabricación de vehículos —que emplea plásticos y
metales— hasta el consumo de combustible de origen fósil, donde se
incluye el carburante para los vehículos de motor, el caucho y otros
materiales consumibles. Se calcula que, entre 2007 y 2030, el sector del
transporte representará el 97 por ciento del incremento en el consumo
mundial de petróleo.
En dicho período se espera que el parque automovilístico de China,
como mínimo, se triplique, y por dicha razón el gobierno está
promoviendo vehículos con bajas emisiones de carbono, energéticamente
más eficientes y con una infraestructura acorde a este fin. En la ciudad
de Shengzhen, cuna del primer vehículo eléctrico de China, hay planes
en curso para construir, en el término de cinco años, grandes estaciones
de recarga, y reemplazar los autobuses convencionales con más de siete
mil unidades eléctricas de transporte colectivo.
Generación de empleo
El informe sobre economía verde
sugiere que, con el paso del tiempo, estos sectores principales
fomentarán la creación de “nuevos puestos de trabajo digno”. También
confirma estos cálculos un reciente estudio realizado por la OIT y la
Academia China de Ciencias Sociales (CASS, según sus siglas en inglés),
titulado “El desarrollo con bajas emisiones de carbono y el empleo verde en China”.
El documento, que provee una lista de probables ganadores y
perdedores, y una escala de efectos directos e indirectos para
identificar las ganancias netas, concluye que, aunque unos 800 mil
trabajadores chinos pierdan probablemente sus puestos de trabajo
actuales en pequeñas plantas eléctricas de carbón, debido a las medidas
para mitigar el cambio climático, de forma paralela, tan solo en el
sector de la energía eólica, podrían crearse dos millones y medio de
empleos de aquí a 2020.
Actualmente, el mayor fabricante mundial de turbinas eólicas según su
volumen de mercado opera en Dinamarca. China ocupa el segundo lugar,
seguida por los Estados Unidos y por otra empresa oriental en cuarto
lugar. Alemania está en el quinto puesto, aunque últimamente se ha
comprometido a incrementar sus fuentes de energía renovables, tras haber
resuelto retirar paulatinamente la energía nuclear antes de 2022. Este
cambio se ha traducido en la meta de proveer el 35% del consumo
eléctrico con fuentes de energía renovables para 2022, mientras que
anteriormente la participación de este sector era solo del 19%.
En África, pese a las ganancias económicas recientes, hay un interés
cada vez mayor en crear puestos de empleo dignos basados en la economía
verde. En junio de este año, representantes de once países africanos se
reunieron con la OIT, el PNUD y el PNUMA para examinar estudios de casos
en áreas como el reciclado, la construcción sostenible y la gestión de
los recursos naturales. Como resultado de este análisis, los
participantes adoptaron planes de acción para crear puestos de trabajo
verdes en sectores como la pesca, la agricultura y la forestación, que
representan más del 70 por ciento del empleo en la región.
Recientemente en Brasil, la OIT ayudó a apoyar la construcción de
medio millón de nuevas viviendas con sistemas de calefacción solar, que
generó treinta mil puestos de trabajo nuevos. En Sudáfrica, un proyecto
similar de restauración del ecosistema hídrico permitió crear 25 mil
puestos de trabajo verdes que beneficiaron a personas desempleadas, a la
vez que se restauraron fuentes esenciales de agua dulce.
Promoción de la igualdad social
Aproximadamente hay dos mil millones de personas que se dedican a la
agricultura en minifundios. Pese a que este sector de población
contribuye significativamente al suministro de alimentos para la
sociedad, la mayoría de estos campesinos viven desnutridos y en
condiciones de pobreza. Los bajos precios, las prácticas comerciales
desleales y la falta de transporte agravan sus padecimientos. El informe
sobre economía verde postula que estas personas podrían incrementar sus
ganancias y su rendimiento si adoptaran prácticas agrícolas más
sostenibles.
Si desde hoy hasta 2050 se invirtieran mundialmente entre 100 mil y
300 mil millones de dólares anuales en agricultura verde, se mejoraría
la calidad del suelo y se obtendrían mejores cosechas de los principales
cultivos. Esto equivaldría a un incremento del diez por ciento con
respecto al esquema convencional. Ya que gran parte de esta población
campesina está formada por mujeres, los beneficios también se
extenderían a sus hogares y comunidades.
Otro sector que está en condiciones de mejorar la igualdad social es
el del tratamiento de residuos. Los esfuerzos por introducir la
dimensión verde en esta actividad, a menudo han redundado en ahorro de
costos, mayor conciencia medioambiental y menor escasez de recursos.
Sin embargo, el informe destaca que incrementar la dimensión verde de
este sector no solo implica mejorar el tratamiento de los residuos —que
suele estar por debajo de los estándares mínimos— y las instalaciones
de procesamiento, sino también capacitar a los trabajadores, proveer
remuneraciones más equitativas y asegurar mejores planes de atención
sanitaria. Descentralizar las operaciones de reciclado a gran escala,
las cuales consumen mucho índice de capital, también podría brindar
mayores oportunidades de empleo comunitario.
Otra inquietud, especialmente en los países en desarrollo, es el
tratamiento de los residuos eléctricos y electrónicos. Los cálculos
actuales sugieren que cada año se producen de 20 a 50 millones de
toneladas de residuos electrónicos. Por otra parte, el comercio de
residuos está adquiriendo cada vez mayor prevalencia, con el
consiguiente incremento del riesgo para el medio ambiente y la salud
humana.
Dado que las ventas de teléfonos móviles y de computadoras siguen
creciendo en China, la India, África y América Latina, el informe
observa que la recuperación y el reciclado de recursos son áreas que
ofrecen un excelente potencial para la economía verde.