ALGUNAS personas que viven en este mundo sin duda no son de él. Quiero decir que hay algunos 'divos' y 'divas' de la existencia que consideran que el mundo en general y. el resto de los mortales, deben pleitesía a su señoría por el hecho de haber regalado con su presencia la existencia humana. Pero claro, en lo que no reparan es que quien los encumbra son los mismos que quienes los bajan del pedestal, hecho que obviamente va relacionado con su modo de tratar al común del rebaño, o sea, el resto de los mortales. Parece que Julio Iglesias se siente traicionado por el trato (en este caso no-trato) que viene recibiendo en su país en los últimos quince años, con los dos 'regímenes', el socialista y el del PP. Porque Julio los califica como 'regímenes', lo cual no deja de ser acertado y parecida a la posibilidad de la dictadura de la democracia.Pero es que el tipo, con sus millones de dólares y sus innumerables mansiones, con su morena vida en Miami como patria y bandera, parece sentir de nuevo morriña de la piel de toro, o morriña del aplauso patrio, o de tener interés alguno por su devenir 'artístico'.Pero es que no, don Julio. Haber elegido muerte. La España de hoy todavía arrastra mucho lastre, pero poco a poco se va desprendiendo de él y usted forma parte de ese sobrepeso sobrante e inútil. Ya hizo usted su parte del contrato con el petardeo que tan buenos resultados le ha dado a sus arcas y a su egolatría, pero se fue usted a Miami y nadie le pide que vuelva, o sea que por favor no lo haga, a no ser que sea de visita, que es como le gusta ir por la vida. Es como en un divorcio. La separación rara vez se convierte en un territorio de reconciliación, y el que se fue a Sevilla... El pobre príncipe se siente destronado en su trono de oro, porque los aplausos no son de verdad, son pregrabados, y claro, no es lo mismo. Porque lo que necesita el dios es la entrega y el corazón, y eso amigo, no se paga con dinero. De todas maneras todavía quedan señoras de su quinta (tiene 65 tacos) que le pueden dar sorpresas con su corazón tremulante de la vieja guardia; la gente impresionada por los superpelucos de oro y las cadenas modelo chacho que en alguna que otra ocasión se ha gastado el tipo. Esa masa humana pendiente del desaparecido 'Tomate' y otras bondades culturales por el estilo. La egolatría como enfermedad es absolutamente ridícula vista desde fuera, la verdad. No sé cómo se verá desde dentro. Supongo que más bien no se verá nada. Eso debe ser. La ceguera absoluta frente a la realidad. Con su pan se lo coman.
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