Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 21 de julio de 2012
Este artículo cuestiona la postura expresada por el presidente Rajoy y su ministro Cristóbal Montoro de que España no tiene el dinero
que necesita para pagar los servicios y transferencias públicas,
justificando así los recortes que está llevando a cabo. El artículo
presenta alternativas que el gobierno ni siquiera está considerando.
Durante el
debate parlamentario que tuvo lugar en las Cortes españolas a raíz de la
presentación del Presidente Rajoy de las medidas de recortes que su
gobierno iba a realizar, el Ministro de Hacienda y Administraciones
Públicas del gobierno español, el Sr. Cristóbal Montoro, indicó que
éstas eran necesarias porque “el Estado no tenía más dinero”, punto
acentuado por el propio Presidente Rajoy cuando subrayó que el nivel de
deuda pública en España había alcanzado niveles inaceptables que
forzaron la toma de medidas excepcionales, considerando la bajada del
déficit como la prioridad número uno de su gobierno. El Presidente Rajoy
indicó también que tal bajada del déficit público era la condición
indispensable para salir de la crisis, pues sólo con esta bajada se
recuperaría la confianza de los mercados financieros y España podría
volver a recibir prestado dinero a unos intereses más bajos.
Es sorprendente que la Administración
Rajoy continúe repitiendo esta creencia (creencia basada más en la fe
que en la evidencia) cuando todos los datos acumulados muestran lo
erróneos que son los supuestos sobre los que se basa.
Pero antes de mostrar tales datos, es
importante subrayar, una vez más, lo que tienen en común los países hoy
intervenidos –España, Grecia, Portugal e Irlanda-. Todos ellos tienen
Estados pobres (su gasto público, incluyendo el gasto público social por
habitante, es de los más bajos de la Eurozona), con escasos ingresos al
Estado (entre los más bajos de la Eurozona), poco redistributivos
(entre los menos redistributivos de la Eurozona), y basados en una
fiscalidad altamente regresiva (de los más regresivos de la Eurozona).
La causa de que todos estos países tengan estos puntos en común es que
todos ellos tienen un contexto político semejante. Durante su reciente
historia (los últimos cincuenta años) las fuerzas conservadoras han
tenido una enorme influencia sobre sus Estados. Fueron gobernados por
muchas décadas por gobiernos ultraconservadores. El contraste con los
países escandinavos (que tienen los Estados más desarrollados, con
mayores políticas redistributivas y políticas fiscales más progresivas
en la UE) se basa en que en aquellos países las fuerzas progresistas han
sido las dominantes en su vida política, al revés que en los países
intervenidos.
Se podría argumentar que España, como
también aquellos países, tiene un Estado pobre porque es un país pobre.
Pero los datos no confirman esta situación. El PIB per cápita es el 94%
del promedio de la UE-15, y en cambio, el gasto público es sólo un 72%
del promedio de la UE-15. En realidad, si fuera un 94%, España se
gastaría 66.000 millones más en su sector público y en su subfinanciado
Estado del Bienestar (tanto en sus transferencias como en sus servicios
públicos). Pero no se los gasta, no porque no existan. Sí que existen.
Lo que ocurre es que el Estado no los recoge. Y ahí está el punto clave
que no se cita. La regresividad de la política fiscal que España tiene
en común con todos los países intervenidos. Han tenido que pedir
prestado dinero porque el Estado no recoge el suficiente.
Pero lo que es incluso peor es que
durante la era de bonanza (estimulada por la burbuja inmobiliaria), el
Estado español bajó más y más los impuestos, bajada que favoreció
particularmente a las rentas superiores, que adquieren la mayoría de sus
rentas de la propiedad de capital. Esta bajada de impuestos determinó
–según ha indicado el Fondo Monetario Internacional- nada menos que la
mitad del déficit estructural del Estado, déficit que permaneció oculto
durante la expansión económica por el elevado crecimiento de ingresos al
Estado, apareciendo, sin embargo, en toda su crudeza cuando el boom
explotó. Y ahora el Estado tiene que pedir prestado el dinero a los
bancos (donde los súper ricos depositan los ingresos que habían
adquirido como consecuencia de la bajada de sus impuestos), teniendo que
pagar intereses para conseguir el dinero, que podría haberse obtenido,
si no hubieran bajado los impuestos.
Y ahí está el problema más silenciado en
los medios y en los debates. Fue una lástima que ninguno de los que
participaron en el debate en las Cortes Españolas hiciese las siguientes
preguntas al Presidente Rajoy: ¿Por qué el Estado español decidió
congelar las pensiones a fin de conseguir 1.200 millones de euros, en
lugar de revertir la bajada del impuesto de sucesiones, con lo cual
habría obtenido casi el doble de ingresos ( 2.552 millones). O, ¿por qué
en lugar de recortar nada menos que 7.000 millones en sanidad, el
gobierno no eliminó la reducción del Impuesto de Sociedades a las
empresas que facturan más de 150 millones de euros al año, lo que
significa menos del 0,12% de todas las empresas, con lo cual hubieran
obtenido más de 5.600 millones de euros? O, ¿por qué quiere ahora
establecer el copago sanitario en lugar de aumentar los impuestos de los
fondos SICAV y las ganancias especulativas? O, ¿por qué quiere aumentar
el IVA, en este momento de recesión, que afectará a las clases
populares, en lugar de aumentar el impuesto de Sociedades al 35% para
empresas que ganen más de un millón de euros al año, con lo cual
ingresaría 14.000 millones de euros más? O, ¿por qué quiere destruir
puestos de trabajo en los servicios públicos en lugar de establecer un
impuesto a las transacciones financieras, con lo cual, tal como ha
señalado el sindicato de técnicos del Ministerio de Hacienda, se
conseguirían 5.000 millones de euros? O, ¿por qué en lugar de forzar
reducciones de los Estados del Bienestar gestionados por las CCAA no
reduce la economía sumergida diez puntos, con lo cual aumentaría 38.500
millones de euros?
Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. El señor Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.
Estas son las preguntas que deberían haberse hecho y no se hicieron. El señor Rajoy no las habría podido contestar y habría quedado en evidencia, mostrando, que en contra de lo que dice, sí que hay alternativas y sí que hay dinero.