M uchas veces comienzo este espacio con la intro «en estos días inciertos...», y es que la realidad sorprendente que nos rodea no nos da tregua en lo a que la sorpresa se refiere. Cuanto más conocemos y en la medida que la tecnología avanza, los límites de lo previsible se volatilizan dando paso con naturalidad a zonas que pertenecen al entorno de la ciencia-ficción, aunque sea en sus zonas más (aparentemente) absurdas.
Un grupo de expertas en textiles de la Universidad de Mujeres de Tokio ha creado un innovador calzoncillo que permite su uso continuado a lo largo de toda una semana. El descubrimiento no es tan grandioso dado que puedo dar fe de que buena parte de la población machorra ya lo había 'descubierto' aún sin el tejido especial. Sencillamente lo de darle la vuelta es un viejo conocido no suficientemente confesado. Pero la 'investigación' va dirigida al uso espacial de la prenda, pensada para astronautas que tienen que economizar espacio en sus maletas, por lo que buena parte de quienes nos quedamos en tierra gastamos una feroz envidia respecto a esos privilegiados viajeros del espacio que por prescripción facultativa no pueden llevar en esos espléndidos periplos a suegras y demás entorno familiar molesto.
Lo que no me queda claro es la aplicación que a la postre pretenden dar a ese 'descubrimiento' en el entorno terrestre, porque en realidad es a lo que van, dado que donde las cosas cuentan es aquí en la Tierra, donde «más vale pájaro en mano...». Parece que se vislumbran ingentes cantidades de dinero con tal aplicación, que de entrada intuyo monstruosa, porque ya estoy viendo perversiones del tipo «este pañal acompañará cómodamente a su bebé durante meses», o quizá «esta ligera compresa podrá aliviarla durante al menos un año de forma garantizada», o mejor, «este condón es de uso ilimitado y sin fecha de caducidad». Esto plantearía problemas además con el entorno eclesial, tan interesado en los últimos avances de la ciencia... Espero que el futuro siga teniendo una fecha de caducidad, porque si no hemos dado con la piedra angular que prolongue la vida de lo inútil. Yo prefiero ir en bolas a esos gallumbos. El aire fresco es insustituible.
Un grupo de expertas en textiles de la Universidad de Mujeres de Tokio ha creado un innovador calzoncillo que permite su uso continuado a lo largo de toda una semana. El descubrimiento no es tan grandioso dado que puedo dar fe de que buena parte de la población machorra ya lo había 'descubierto' aún sin el tejido especial. Sencillamente lo de darle la vuelta es un viejo conocido no suficientemente confesado. Pero la 'investigación' va dirigida al uso espacial de la prenda, pensada para astronautas que tienen que economizar espacio en sus maletas, por lo que buena parte de quienes nos quedamos en tierra gastamos una feroz envidia respecto a esos privilegiados viajeros del espacio que por prescripción facultativa no pueden llevar en esos espléndidos periplos a suegras y demás entorno familiar molesto.
Lo que no me queda claro es la aplicación que a la postre pretenden dar a ese 'descubrimiento' en el entorno terrestre, porque en realidad es a lo que van, dado que donde las cosas cuentan es aquí en la Tierra, donde «más vale pájaro en mano...». Parece que se vislumbran ingentes cantidades de dinero con tal aplicación, que de entrada intuyo monstruosa, porque ya estoy viendo perversiones del tipo «este pañal acompañará cómodamente a su bebé durante meses», o quizá «esta ligera compresa podrá aliviarla durante al menos un año de forma garantizada», o mejor, «este condón es de uso ilimitado y sin fecha de caducidad». Esto plantearía problemas además con el entorno eclesial, tan interesado en los últimos avances de la ciencia... Espero que el futuro siga teniendo una fecha de caducidad, porque si no hemos dado con la piedra angular que prolongue la vida de lo inútil. Yo prefiero ir en bolas a esos gallumbos. El aire fresco es insustituible.
Jesús Cifuentes - El norte de Castilla