Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 12 de julio de 2012
Este artículo señala que una de
las causas reales de los continuos y constantes recortes de gasto
público incluyendo el gasto público social que están debilitando
enormemente el Estado del Bienestar español es la exigencia de que
España pague la deuda a los bancos europeos, y muy en especial, a la
banca alemana.
Una de las tesis que se promueven con
mayor ahínco en los círculos neoliberales del país es que España entró y
permanece en crisis por su excesivo gasto público y falta de disciplina
fiscal. De esta tesis se concluye que hay que reducir el gasto público y
recuperar la famosa disciplina fiscal, reduciendo el déficit público
para alcanzar el nivel exigido por el Pacto de Estabilidad (el 3% del
PIB).
Esta tesis es fácilmente demostrable que
carece de credibilidad. El Estado español era, en realidad, el modelo
de rectitud ortodoxa neoliberal. Tenía un superávit en las cuentas del
Estado en los años 2005, 2006 y 2007, y su deuda pública era de las más
bajas de la Eurozona. Durante el periodo 2004-2007, tal deuda pública
bajó del 46% al 36%. España no podía ser más modélica desde el punto de
vista neoliberal. Los responsables de la política económica y fiscal del
Gobierno español recibieron el aplauso de las autoridades europeas que
gestionan y dirigen la Eurozona (desde el Consejo Europeo y la Comisión
Europea al Banco Central Europeo) y como no, del Fondo Monetario
Internacional.
En realidad, la sensación de euforia era
tal que el Gobierno socialista español, bajo la presidencia de José
Luis Rodríguez Zapatero, decidió bajar los impuestos, identificando tal
medida con ser de izquierdas. Su slogan más conocido en aquellos años
fue que “bajar los impuestos es de izquierdas”. Esta bajada de impuestos
aumentó el déficit estructural del Estado, es decir, el déficit
público, que determinan los ingresos y gastos estructurales y no
coyunturales. Este aumento del déficit estructural permaneció ocultado o
ignorado por el aumento de los ingresos al Estado, resultado de la
situación coyuntural provocada por la burbuja inmobiliaria. Ahora bien,
cuando esta burbuja explotó, el déficit estructural apareció con toda
claridad y contundencia. Los ingresos al Estado bajaron en picado,
resultado, en gran parte, de que la estructura fiscal del Estado español
depende excesivamente de las rentas del trabajo y muy poco de las
rentas del capital. Cuando la actividad económica se colapsó y el
desempleo se disparó, los ingresos al Estado bajaron y mucho. De ahí el
déficit público del Estado. No tiene nada, nada que ver con el aumento
del gasto público, el cual, medido en gasto público por habitante, ha
ido bajando, no subiendo. Y los datos así lo muestran. Se están
recortando y recortando, y en cambio el déficit público apenas baja y el
crecimiento económico está decreciendo. ¿Qué evidencia esperan los
círculos neoliberales para poder ver que están profundamente
equivocados?
Por otro lado, un punto clave poco
estudiado y con escasa visibilidad mediática es ¿por qué la burbuja
inmobiliaria explotó? La causa primordial es que la mayoría del
dinero
que estaba detrás de la burbuja inmobiliaria procedía de bancos
alemanes, franceses, holandeses, belgas, entre otros. En realidad el
enorme flujo de dinero (lo que se llama inversión financiera) a España
explica que la balanza de pagos (la diferencia entre el capital que
entra y el que sale del país) se disparara en aquellos años de burbuja
inmobiliaria. El hecho de que la banca europea alimentara a la banca
española se debía, como no podría ser de otro modo, a que eran
inversiones financieras extraordinariamente beneficiosas. Su
rentabilidad era enorme. Pero cuando esta banca europea contaminada por
los productos tóxicos procedentes de la banca estadounidense se
paralizó, el dinero dejó de venir a España y la burbuja inmobiliaria
explotó, creando un agujero en el PIB español equivalente a un 10% de su
tamaño. Y todo ello en cuestión de meses.
Ahora España tiene un problema enorme
porque debe mucho dinero a los bancos europeos, que no puede pagar. Y
los bancos europeos tienen un problema incluso mayor, porque han
prestado tanto dinero a España y a los otros países intervenidos
(Grecia, Portugal e Irlanda) que si éstos no lo pagan, tienen un
problema gravísimo. En realidad, muchos de ellos se colapsarían. Los
bancos alemanes habían prestado en 2009 la enorme cantidad de 704.000
millones de euros a los países PIGS (España, Grecia, Irlanda y
Portugal), convertidos en GIPSI con la inclusión de Italia. Esta
cantidad es muchas veces superior al capital en reserva de la banca
alemana. Si estos países no pudieran pagar su deuda, la banca alemana
colapsaría. El establishment financiero alemán y su Gobierno, presidido
por la Sra. Merkel, es plenamente consciente de este hecho. Y de ahí su
énfasis en que el objetivo prioritario de las políticas de austeridad
que está imponiendo a aquellos países y de la supuesta “ayuda
financiera”a sus bancos, sea el de que la banca alemana recupere el
dinero prestado.
El objetivo de los recortes es salvar la banca alemana
Y así nacieron las políticas de
recortes. Como bien escribía recientemente nada menos que el editor
senior del Financial Times, el Sr. Martin Wolf (25.06.12) el objetivo de
estos recortes en España tiene poco que ver con recuperar la economía
española y sí con que se pague a los bancos europeos, incluyendo los
alemanes, lo que se les debe. Así de claro.
Ahora bien, como las cosas no se pueden
decir tan claro, el argumento que se utiliza por los economistas y
políticos neoliberales, es que hay que reducir el déficit público para
“inspirar confianza a los mercados financieros” de manera tal que éstos
vuelvan a prestar dinero a España. Según tal argumento, la desconfianza
de los mercados hacia España determina que la prima de riesgo española
haya subido tanto, ignorando que el que marca los intereses de la deuda
pública no son los mercados, sino el BCE, que es el lobby de la banca, y
muy en especial de la banca alemana. El hecho de que el BCE no haya
comprado deuda pública española durante más de tres meses es la mayor
causa de que la prima de riesgo se haya disparado. Lo que le importa más
a la banca alemana (y a su instrumento, el BCE) es que continúe la
austeridad, que sigan y se profundicen los recortes por parte del Estado
español a fin de que éste y la banca privada a la que el Estado español
ha estado subvencionando y ayudando en cantidades exuberantes (más de
un 10% del PIB) paguen ahora lo que deben a aquellos bancos europeos,
incluyendo los bancos alemanes. Y los famosos 100.000 millones de euros
que el Gobierno Rajoy ha solicitado de las autoridades que gobiernan la
Eurozona irán destinados a continuar ayudando (todavía más) a los
bancos, y todo ello financiado por el ciudadano normal y corriente que
paga al Estado y sostiene la deuda pública. En realidad, incluso
dirigentes del Gobierno alemán así lo han reconocido. Uno de los
consejeros económicos del Gobierno alemán, Peter Böfinger, así lo ha
dicho. “Las ayudas a la banca (de los países en dificultades) no tienen
que ver con el intento de ayudar a tales países en sus problemas, sino
ayudar a nuestros bancos que tienen gran cantidad de deuda de aquellos
países” (Chatterjee, Pratap, Bailing Out Germany: The Story Behind The
European Financial Crisis).
En realidad, si de verdad tanto el
Gobierno Rajoy o el Consejo Europeo desearan ayudar a la economía
española, no transferirían estos 100.000 millones a la banca (que no ha
estado ofreciendo crédito ni a las familias ni a las medianas y pequeñas
empresas), sino a organismos estatales como el Instituto de Crédito
Oficial (ICO), con el mandato de ofrecer crédito accesible y razonable
(no el que provee la banca hoy) a la ciudadanía y a medianas y pequeñas
empresas españolas. Tales transferencias públicas podrían también
estimular el establecimiento de bancas públicas (tanto centrales como
autonómicas) o cooperativas de crédito que garantizaran la existencia de
crédito, uno de los mayores problemas que existe hoy en la España
endeudada.
Pero lo que las autoridades europeas
desean más que nada es que la banca española y el Estado español paguen a
los bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas y otros lo que les
deben, a fin de -según dicen ellos- recuperar la confianza de los
mercados. Pero este argumento asume que existen mercados, lo cual es
fácil de demostrar que no ocurre. En un mercado, la responsabilidad de
un préstamo fallido es compartida. Es un fallo de la persona o
institución que pidió el préstamo, pero lo es también de la persona o
institución que ofreció el préstamo. Y esto no está ocurriendo. En esta
situación se está penalizando al primero a fin de salvar los intereses
del segundo. Esto es lo que está haciendo, entre otros, el Gobierno
alemán, que acusa y critica al Estado español por haber permitido la
formación de la burbuja inmobiliaria sin citar el papel clave que el
Estado alemán y la banca alemana jugaron en el establecimiento y
explosión de tal burbuja. No se puede hablar de prestatarios
irresponsables sin hablar también de los prestamistas irresponsables. Y
el Gobierno alemán está imponiendo las políticas de austeridad para
asegurarse de que a la banca alemana irresponsable se le pague la deuda
con intereses (que, por cierto, alcanzan niveles estos últimos que
cubren varias veces el coste de la deuda en sí). Y así estamos.