Santiago José Carrillo Solares (Gijón, 18 de enero de 1915 - Madrid, 18 de septiembre de 2012) fue una de las figuras claves en el comunismo español desde la Segunda República Española hasta el final de la Transición. Fue secretario general del Partido Comunista de España (PCE) desde 1960 hasta 1982. Combatió en la Guerra Civil Española y fue figura relevante de la oposición al franquismo y de la Transición Española.
Infancia y juventud
Pasa su primera infancia en Asturias hasta que su padre, Wenceslao Carrillo Alonso Forjador, obrero fundidor y militante de Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT), adquiere en 1924 la condición de dirigente nacional de ambas organizaciones y la familia se ve obligada a trasladarse a Madrid. Se instalan en el barrio obrero de Cuatro Caminos
donde vivirán sin abandonar las dificultades económicas, ya que las
exiguas asignaciones que las organizaciones obreras destinaban a sus
dirigentes difícilmente cubrían las necesidades de una familia con cinco
hijos. Su madre fue María Rosalía Solares Martínez.
Santiago Carrillo llega a Madrid con una deficiente formación e ingresa en el Grupo Escolar Cervantes (ubicado en su barrio, Cuatro Caminos) dependiente de la Institución Libre de Enseñanza y dirigido por Ángel Llorca.
Santiago Carrillo ha dicho en varias ocasiones que se educó en el mejor
colegio de la España de la época. Completada la enseñanza primaria es
seleccionado para cursar Bachillerato,
pero no pudiendo la familia costear los derechos de examen, abandona
los estudios, comenzando a trabajar como aprendiz en una imprenta. Poco
después se afilia a las Juventudes Socialistas de España (JJ. SS.) y a la UGT.
En 1930, a los quince años, comienza a colaborar como periodista en El Socialista y el 14 de abril de 1931, proclamada la República,
se le encarga la información parlamentaria. Carrillo se codea con los
grandes periodistas encargados de la información parlamentaria de los
otros periódicos: Víctor de la Serna (Informaciones), Wenceslao Fernández Flórez (ABC), Manuel Azaña (El Sol)...
En su militancia política, encuadrado desde un principio en la
minoría revolucionaria del partido socialista (enfrentada a una mayoría
reformista), pronto destaca por su capacidad de análisis y facilidad
dialéctica. Desde la dirección de Renovación (la revista de las JJ.SS.), a la que accede en 1933, defiende su posición revolucionaria extendiéndola en el seno de las Juventudes.
En 1934, es nombrado secretario de las Juventudes Socialistas. Existen dos corrientes en el PSOE de la época. El grupo dominante en inicio será el de los reformistas, comandados por Besteiro y Prieto. El otro grupo, también numeroso, es el de los revolucionarios, cuyo líder era Largo Caballero
(el «Lenin español»). Carrillo empieza a colaborar estrechamente con
Largo Caballero. Pronto lograría el aprecio de éste, hasta el punto de
llegar a ser considerado su "delfín". Partidario de la unificación de
las juventudes obreras, intenta provocar la unidad de acción de las
Juventudes Socialistas y Comunistas. Ambas organizaciones convocan
manifestaciones y participan en mítines de forma unitaria. También
intenta que Izquierda Comunista, organización de carácter trotskista, ingrese en el PSOE. Defiende la entrada del propio PSOE, una vez se haya impuesto el sector revolucionario, en la Internacional Comunista (IC).
Toma parte en el movimiento revolucionario conocido como Revolución de 1934, lo que le lleva a la cárcel hasta que, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones del 16 de febrero de 1936,
es puesto en libertad. Comparte cárcel con Largo Caballero, su propio
padre y otros muchos dirigentes socialistas. Es durante este encierro
cuando se distancia de las posturas políticas de Largo Caballero al
considerarlas moderadas.
Al salir de la cárcel, los representantes de la Internacional
Comunista en España le proponen y organizan un viaje a Moscú con las
direcciones de las JJ.SS. y JJ.CC. para negociar su unificación. En Moscú,
Santiago Carrillo se vio deslumbrado por la revolución triunfante. Las
JJ.SS. y JJ.CC., muy cercanas ideológicamente, alcanzan acuerdos sobre
la futura organización resultante, las Juventudes Socialistas Unificadas.
La base organizativa sería la Federación de Juventudes Socialistas, que
mantendría sus relaciones con el PSOE. Se acuerda la adhesión como
“simpatizantes” a la Internacional Juvenil Comunista, se renuncia a
cualquier relación con organizaciones trotskistas y se marca como objetivo la unificación de los partidos obreros, bajo la órbita de Moscú.
A su regreso a España, aun con la oposición de Hernández Zarzalejo
(presidente de las JJ.SS.) y otros miembros de la dirección, la
unificación no tarda en imponerse, y en este proceso experimenta un
espectacular crecimiento hasta alcanzar los 200.000 afiliados.
La Guerra Civil
La sublevación militar del 18 de julio sorprende a Santiago Carrillo en París. Regresa inmediatamente a España cruzando la frontera por Irún y, ya en San Sebastián,
se incorpora al ejército republicano, participa en el asalto a un hotel
ocupado por rebeldes y sale con una columna dirección a Aguilar de Campoo con la intención de avanzar hacia Madrid. Sin conseguir su objetivo, combate varias semanas en los montes de Ubide (cerca de Bilbao), regresa nuevamente a Francia para entrar por la frontera catalana y así regresar a Madrid donde, con el grado de capitán, lucha en el frente de la sierra.
Tras estas primeras semanas de guerra, habiendo sido interrumpido el
proceso de unificación de las juventudes comunistas y socialistas, los
dirigentes de ambas organizaciones se reagrupan. Se abandona la idea de
convocar un congreso y el 20 de septiembre
se nombra una ejecutiva formada por siete socialistas y siete
comunistas, con Santiago Carrillo a la cabeza como Secretario General.
Desde estos primeros momentos, las Juventudes Socialistas Unificadas
se muestran especialmente activas estando presentes en todas las
unidades y en todos los frentes, numerosos jóvenes se encuadran en sus
filas para luchar contra la sublevación.
Defensa de Madrid y fusilamientos de Paracuellos
Durante el mes de octubre, las fuerzas rebeldes avanzan hacia Madrid y el 6 de noviembre se encuentran a las puertas de la capital. El gobierno da por perdida la ciudad y se traslada a Valencia precipitadamente, sólo con tiempo para entregar dos sobres. Uno al General Miaja
con instrucciones para que organice la defensa de Madrid. Otro al
general Pozas para que traslade el cuartel general del ejército lejos de
una ciudad que, prevén, puede pasar a manos del enemigo. Ese mismo día
Santiago Carrillo se afilia al Partido Comunista de España.
Inmediatamente, se forma la Junta de Defensa de Madrid.
Queda reunida hasta altas horas de la noche para tratar de impedir que
las tropas rebeldes, parapetadas en la Casa de Campo, entren en la
ciudad. Santiago Carrillo es nombrado Consejero de Orden Público. La
Junta desconoce con qué fuerzas se cuenta, aunque se sabe que son
insuficientes y mal pertrechadas. Tiene que reclutar gente y
organizarla, mantener la estructura de la ciudad (desbordada por los
numerosos campesinos que se han refugiado en ella huyendo del avance
rebelde) y mantener la moral de su población que ya sabe que el gobierno
ha abandonado la ciudad (este episodio bélico se conoce como batalla de Madrid).
También valora que hay que impedir, en lo posible, que con la caída de
la ciudad el ejército rebelde aumente su potencial ofensivo. Entre otras
medidas, se decide evacuar a los presos de las cárceles (Modelo,
Porlier, Ventas y otras), militares y civiles simpatizantes de los
rebeldes.
A la mañana siguiente, el 7 de noviembre, Madrid sufre los bombardeos
de la aviación y la artillería, en la Ciudad Universitaria y la Casa de
Campo se combate cuerpo a cuerpo y, al otro lado de la ciudad, un
convoy de autobuses que traslada a los presos con destino a otras
cárceles fuera de la ciudad se desvía o es desviado hacia el municipio
de Paracuellos de Jarama, allí los presos son fusilados. Los sucesos se repiten dos días después, esta vez en el municipio de Torrejón de Ardoz.
Hasta el 4 de diciembre no todos los convoyes llegarían a su destino.
En total, entre 2.396 y 5.000 presos, civiles y militares fueron
fusilados y sus cuerpos enterrados en fosas comunes.
Más de 20 años después, a raíz de que Carrillo fuese nombrado
Secretario General del PCE, el régimen franquista responsabilizaría
directamente a Carrillo de estas matanzas, acusándole de haberlas
permitido o amparado en su calidad de Consejero de Orden Público. La
polémica entre los historiadores sigue aún en la actualidad (véase La responsabilidad de Santiago Carrillo en las matanzas de Paracuellos),
existiendo cierto consenso acerca de que Carrillo, en su condición de
Consejero de Orden Público, difícilmente pudo haber ignorado, al menos
desde el 7 de noviembre, que las matanzas estaban teniendo lugar, sin
que hubiese hecho nada por evitarlo. Un grupo de autores, encabezado por
César Vidal,
va más allá y le responsabiliza directamente de la organización y
ejecución de las matanzas, sin que las pruebas esgrimidas sean
consideradas concluyentes (y en algunos casos falsas) por otros autores
como Ian Gibson o Ángel Viñas. Carrillo ha negado siempre su participación o responsabilidad en la matanza.
El 24 de diciembre de 1936, Santiago Carrillo abandona la JDM, cuando el frente en Madrid
se había estabilizado, y centra todos sus esfuerzos en la dirección
política de las JSU, organización que se mostró especialmente combativa
durante toda la guerra, con una mayoría de sus afiliados (más de
200.000) integrados en el ejército republicano. En 1937 pasa a formar
parte del buró político del PCE, como miembro suplente.
Carrillo, desde su entrada en el PCE, acató con disciplina todas las
posiciones de la dirección del partido durante la guerra. No planteó
ninguna discrepancia de importancia y asumió todas las consignas de la Internacional Comunista.
Exilio y clandestinidad
La lucha desde París
Al final de la guerra sale a Francia
por la frontera catalana, donde se encontraba participando en los
últimos combates. En ese tiempo tiene una compañera, Chon, y una hija
que intentan salir de España por el puerto de Alicante. Chon y su hija son detenidas y encerradas en el campo de concentración de Albatera.
Sin que los nacionales supieran que se trataba de la compañera de
Santiago Carrillo, es localizada desde Francia y consiguen pasarla a
través de los Pirineos. Su hija moriría a consecuencia de enfermedades
contraídas en campo de Albareta y, un tiempo después, Santiago y Chon se
separarían.
Desde París viaja a Bélgica
donde la IC le prepara un viaje para llegar a Moscú. Viaja por
diferentes países para organizar la IJC. A la muerte del secretario
general del PCE, José Díaz, desde Cuba, declara que la única capaz de asumir la máxima responsabilidad del PCE es Dolores Ibárruri, Pasionaria. Poco después, Dolores Ibárruri es nombrada Secretario General contra todo pronostico, desbancando al más claro candidato, Vicente Uribe. Está en Argel
cuando es nombrado miembro del Buró político y se le encarga la más
alta responsabilidad organizativa del partido en esos momentos: la
organización del PCE en España. Desde allí viaja a París como polizón en
un barco de guerra francés. En París, en 1944, decide detener la invasión del Valle de Arán.
Carrillo consideró que aquella invasión era un disparate en la que
habrían muerto la mayoría de los guerrilleros participantes. Ordena que
se retiren y organiza los “maquis” hasta su disolución en 1949.
En 1948, Carrillo visita a Tito
con la petición de armas para la guerrilla; poco tiempo después, la
dirección del partido, con la asistencia de Santiago Carrillo, se
entrevista con Stalin a petición de éste. Stalin, ante los esfuerzos estériles de la guerrilla, aconseja la infiltración en los Sindicatos Verticales,
considerándolos una organización de masas legal que los comunistas
deben utilizar para combatir el franquismo. La dirección del PCE no está
convencida de que deban infiltrase en una organización tan
desprestigiada entre los trabajadores, pero salen de la entrevista
dispuestos a seguir las recomendaciones de Stalin. Junto a la decisión
de infiltrarse en los sindicatos verticales, aunque no fuese sugerido
por Stalin, la dirección del partido decide liquidar la lucha armada. Se
le encarga a Carrillo que presente la nueva estrategia, algo que hace
en la revista comunista Nuestra Bandera.
En 1949, en París, se casa con Carmen Menéndez Menéndez (n. 1923),con la que tendrá tres hijos, Santiago, José (Pepe) y Jorge.
La familia Carrillo vive con una falsa identidad francesa, Santiago
justifica sus largas ausencias con una supuesta profesión de viajante de
comercio. Sus propios hijos, durante su primera infancia, desconocerán
su verdadera identidad; y todo el peso de la familia “Giscard” recaerá
sobre Carmen, que es el sostén económico de la familia, se encarga de la
educación de los hijos, los cuidados de la casa y compatibiliza el
trabajo con sus actividades como militante del PCE.
Ascenso a la secretaría general
En los años cincuenta, las relaciones entre la Pasionaria y Carrillo se enfrían por diferencias respecto a la organización del partido en París. Carrillo señala la mala gestión de Uribe (el número dos del PCE
en esos momentos), máximo responsable de la organización en Francia.
Con anterioridad, otro dirigente, Antón, planteó iguales críticas siendo
apartado de la dirección y enviado a Varsovia.
En el V Congreso del PCE, celebrado en Checoslovaquia en 1954, Carrillo plantea la democratización del partido.
En 1955 España entra en la ONU a propuesta de Estados Unidos y con el voto favorable de la URSS.
Stalin había muerto en 1953 y se iniciaba un proceso de distensión.
Estados Unidos y la URSS habían propuesto, cada uno, la entrada de
diferentes países que el otro aprobaría. Santiago Carrillo desde París
publica un artículo en Nuestra Bandera aprobando la entrada y
plantea la "política de reconciliación nacional". La dirección del PCE,
sin conocer la existencia del artículo, hace declaraciones en contra.
Carrillo se entera de esas declaraciones cuando el artículo todavía está
en la imprenta sin hacer nada por retirarlo. A consecuencia de esta
situación Santiago Carrillo estuvo a punto de ser expulsado del partido.
El conflicto planteado por Santiago Carrillo era grave. Santiago
Carrillo era el máximo responsable político de la organización del PCE
en España, controlaba esa organización. La dirección no podía permitir
que todo ese poder estuviese en manos de alguien que escapaba a su
control y su actitud fue considerada como alta traición.
En esas fechas se celebró el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética
(PCUS) donde se excluye a Carrillo de la delegación del partido
comunista con la excusa de ser imprescindible en París. Entre sesiones,
la dirección del PCE, con Pasionaria a la cabeza, se juramentaba contra
Carrillo. Todo indicaba que Carrillo sería expulsado del partido por
"fraccionario" cuando Pasionaria llegó a conocer el contenido del
informe secreto de Nikita Jrushchov,
informe para uso interno del PCUS en el que condenaba las prácticas
estalinistas y revisaba la estructura del PCUS. Pasionaria entendió que
los tiempos habían cambiado, e hizo que el resto de la dirección
reconsiderara su postura.
Poco después Santiago Carrillo viaja a Budapest,
convocado por la dirección del partido. Carrillo viaja convencido de
que será expulsado del partido. Sin embargo, regresa a París como
virtual Secretario General, ya que Dolores Ibárruri delegó desde
entonces todas sus responsabilidades en él. En el VI Congreso del PCE
Carrillo accede oficialmente a la Secretaría General al tiempo que
Pasionaria es promovida a la Presidencia.
Bajo la dirección de Carrillo, el PCE se convirtió en la organización más beligerante de la oposición al franquismo. Cuando Carrillo adquiere protagonismo en el PCE, con el titular «La Matanza de Paracuellos», el franquismo puso en marcha su maquinaria propagandista para responsabilizarle de esas muertes.
Con la ascensión de Carrillo a la Secretaría General, las prácticas estalinistas no desaparecen, sólo se suavizan. En 1964 las diferencias de Fernando Claudín y Jorge Semprún
son solventadas acusándolos de fraccionarios y expulsándolos del
partido. Santiago Carrillo ejerció la Secretaría General con autoridad.
Claudín comentaría que en una ocasión planteó en el Comité Central la
siguiente cuestión: «Camaradas, ¿no es anormal que después de ocho años,
desde que Santiago dirige el trabajo, no hayamos adoptado ninguna
resolución contraria a sus posiciones?» Claudín cuenta que tras un
silencio Mije dijo: «Sí, una vez, cuando Santiago propuso ir
clandestinamente a Asturias rechazamos su postura». El Partido Comunista
no logró resolver sus problemas de democracia interna durante el
periodo en que Carrillo se mantuvo en su dirección, las disensiones
nunca se aceptaron con naturalidad y en la mayoría de los casos se
resolvieron con la salida del partido de la posición minoritaria.
A partir de 1968, tras sus críticas a la invasión soviética de Checoslovaquia, comienza su distanciamiento de la tutela de la URSS y su acercamiento, junto al líder comunista italiano Enrico Berlinguer, y al francés Georges Marchais, a la línea independiente con respecto a Moscú conocida como eurocomunismo.
La transición democrática
En 1976,
tras la muerte de Franco, regresa en secreto a España y es detenido, en
una acción provocada por él mismo con objeto de poner al gobierno
frente a la tesitura de tener que reconocer la existencia y fuerza del
partido, así como los esfuerzos desarrollados en el periodo de
clandestinidad en la lucha por las libertades.
Antes de este retorno ya había mantenido conversaciones, a través de terceros, con el gobierno de Adolfo Suárez.
Carrillo había ofrecido garantías de moderación de sus militantes, así
como la aceptación del régimen monárquico y de la bandera nacional,
adelantándose en esto al propio partido socialista. Sus actividades y
mentalidad, más abierta y cautelosa que la de muchos miembros del
partido, han hecho que haya sido considerado por algunos historiadores
como una de las personalidades que posibilitó el éxito de la transición
política a la democracia en España.
Será definitivamente con el atentado de la Matanza de Atocha el 24 de enero de 1977,
donde mueren tiroteados por un grupo de extrema derecha cuatro abogados
afiliados al PCE, cuando muchos estiman que Carrillo consigue el apoyo
definitivo de parte de la sociedad española y de Suárez. Un día después
se sucede la primera gran manifestación multitudinaria de la izquierda desde la Segunda República,
seguida semanas después de decenas de paros y manifestaciones
pacíficas, en solidaridad con lo ocurrido y el partido comunista.
El 27 de enero, Carrillo se encuentra con Suárez y se compromete a
que el PCE renuncie a reivendicar la república, a cambio de la
legalización.El 2 de marzo,
en una reunión celebrada en Madrid con la asistencia de Marchais y
Berlinguer, Carrillo presenta de forma oficial el movimiento
eurocomunista. El 9 de abril, el PCE es legalizado por el gobierno de Suárez, lo que provoca no pocas tensiones en su seno y cierto ruido de sables, con la dimisión inmediata del Ministro de Marina. La declaración de Santiago Carrillo tras conocer la noticia fue:
Acabo de conocer la legalización del PCE. La noticia me produce la
misma satisfacción que van a sentir millones de trabajadores y
demócratas en España. Es un acto que da credibilidad y fortaleza al
proceso de marcha hacia la democracia. Ahora lo indispensable es que los
demás partidos sean también legalizados y que se llegue a una auténtica
libertad sindical. La clase obrera y los trabajadores de la cultura van
a poder hablar, por fin, en nuestro país, con su auténtica voz. Yo no
creo que el presidente Suárez sea un amigo de los comunistas. Le
considero más bien un anticomunista, pero un anticomunista inteligente
que ha comprendido que las ideas no se destruyen con represión e
ilegalizaciones. Y que está dispuesto a enfrentar a las nuestras, las
suyas. Bien, ése es el terreno en el que deben dirimirse las
divergencias. Y que el pueblo, con su voto, decida. Para ello hace falta
que la legalización de los partidos esté acompañada de auténticas
libertades y de un trato no discriminatorio en los medios de
comunicación estatales.
Periodo democrático
El 15 de junio
tienen lugar las primeras elecciones democráticas en las que Carrillo
es elegido diputado al Congreso por Madrid, formando después parte como
tal en el proceso de elaboración de la nueva Constitución.
La debacle y su expulsión
Su elección se vería renovada en las sucesivas convocatorias electorales de 1979 y 1982.
No obstante, los resultados electorales no eran buenos y comienza a
producirse una serie de abandonos de personalidades pertenecientes al
denominado sector renovador. Esto lo llevaría a dejar la secretaría general en manos de Gerardo Iglesias, el 6 de noviembre de 1982.
Iglesias era mucho más joven y pertenecía a dicho sector crítico, con
él no tardó en tener fuertes enfrentamientos que culminaron el 15 de abril de 1985 con la expulsión del partido de Carrillo y sus seguidores.
El año siguiente forma un nuevo partido denominado Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista (PTE-UC), el cual no tardó en mostrarse incapaz de atraer a los votantes, por lo que termina integrándose en el PSOE
junto con sus dirigentes, excepto Carrillo que no acepta el ingreso en
el Partido Socialista debido a sus muchos años como militante comunista.
En segundo plano, los últimos años
El 20 de octubre de 2005 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid.
La ceremonia estuvo marcada por la actuación violenta de un grupo
reducido de personas que acudió a la concentración de protesta. Entre
ellos, algunos irrumpieron en la sala con banderas franquistas y
profirieron improperios contra Carrillo, llamándole "asesino" y
"genocida".Unos meses antes, el 16 de abril, ya habían intentado agredirle miembros de extrema derecha, durante una tertulia en una librería de Madrid,durante la presentación del libro Historias de las dos Españas del escritor Santos Juliá. Un suceso similar también se repitió el 23 de febrero de 2006, cuando varias personas insultaron a Santiago Carrillo durante un acto sobre el 25º aniversario del golpe de estado del 23-F en la facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
En sus últimos años siguió colaborando habitualmente con varios medios de comunicación como El País y la Cadena SER.
Fallecimiento
El 18 de septiembre de 2012, a los 97 años, Santiago Carrillo
falleció en su casa mientras dormía la siesta, según informó su familia,
pocos meses depués de que llegara a ser ingresado en un hospital
madrileño por problemas de riego sanguíneo
. Unas 25.000 personas despidieron a Santiago Carrillo en su capilla
ardiente en el Auditorio Marcelino Camacho de CCOO el miércoles 19 de
septiembre desde las 10 horas.
Obras
- «¿Adónde va el Partido Socialista? (Prieto contra los socialistas del interior)» (1959).
- «Después de Franco, ¿qué?» (1965).
- «Eurocomunismo y Estado» (1977).
- «El año de la Constitución» (1978).
- «Memoria de la transición: la vida política española y el PCE» (1983).
- «Problemas de la transición: las condiciones de la revolución socialista» (1985).
- «El año de la peluca» (1987).
- «Problemas del Partido: el centralismo democrático» (1988).
- «Memorias» (1993), Reeditado en 2007 con nueva introducción y epílogo del autor.
- «La gran transición: ¿cómo reconstruir la izquierda?» (1995).
- «Un joven del 36» (1996).
- «Juez y parte: 15 retratos españoles» (1998).
- «La Segunda República: recuerdos y reflexiones» (1999).
- «¿Ha muerto el comunismo? Ayer y hoy de un movimiento clave para entender la convulsa historia del siglo XX» (2000).
- «La memoria en retazos: recuerdos de nuestra historia más reciente» (2004).
- «¿Se vive mejor en la república?» (2005).
- «Dolores Ibárruri: Pasionaria, una fuerza de la naturaleza» (2008).
- «La crispación en España. De la Guerra Civil a nuestros días» (2008).
- «Los viejos camaradas» (2010).
- «La difícil reconciliación de los españoles» (2011).
- «Nadando a contracorriente» (2012). (E-book con una selección de artículos escritos a lo largo de 35 años para El País).
Hace ya dos años que nos dejó Labordeta, hoy nos ha dejado Carrillo... se nos van los mejores
os echaremos de menos, siempre,
Anina