No se si será una casualidad o no, pero no deja de ser curiosa esta suerte de circunstancias por las que la memoria del pasado más casposo y menos saludable para el futuro, está cobrando vida propia y emergiendo así como quien no quiere la cosa en los titulares de los noticieros. Porque si ya ha habido durante las elecciones municipales cierta controversia con el carácter xenófobo de algunos candidatos y su espíritu añorante de la extrema derecha, ahora de repente nos salen unos “historiadores” que parecen vivir embalsamados y con claro tufillo a naftalina dentro de la “Academia de la Historia”, que acaba de publicar un “Diccionario Biográfico” en 50 tomos del ala con un pestorcillo intratable de la época del aguilucho.
Si ustedes se leen la biografía que del dictador Fco Franco ofrecen estos señores se darán cuenta del escaso respeto a la verdad, tan fácilmente contrastable por lo próximo de los acontecimientos, y menor respeto a la sociedad presuntamente democrática en que vivimos o queremos vivir. Porque para el “trabajo” de estos señores ilustradamente decimonónicos, han fundido 6,4 millones de euros para hacer una historia apócrifa de lo que sucedió en este país, haciendo del dictador una especie de héroe incomprendido pero magnífico.
Quizá sea por eso que últimamente cada vez que ganamos algún trofeo internacional, como ha sido el último giro de Italia por parte del incombustible Contador, a la hora de poner nuestro himno nacional, pusieron el que venía con la letra de Pemán encargado por el dictador Primo de Ribera en 1928, y que perpetuó el otro dictador del que ahora dice la historia que era un héroe Pero es que al propio Contador ya le pasó algo parecido sin ser igual cuando en 2009 ganó el Tour de Francia y le pusieron el himno de Dinamarca, y por lo que he descubierto es una situación ya casi “común” entre los deportistas españoles, ser galardonados en sus victorias con los himnos más inverosímiles.
Está claro que las banderas y los himnos se pueden convertir en actividades peligrosas cuando la gestión que se hace de ellos es parcelaria: dárselas a unos para que no les sirvan a los otros, o se acaben convirtiendo en el de sus enemigos. Pero parece estar claro también a la luz del cachondeo que se traen con esta broma es que, de la misma manera que nadie se asegura de que el técnico de turno en el lugar que sea, tenga los himnos reglamentarios de cada país, aquí nadie tampoco supervisa el trabajo de quienes pretenden escribir una historia falsa que es un insulto para la memoria y los valores de una sociedad que pretende acercarse a la justicia y a la democracia. Para la próxima toma de posesión de los gobernantes sugiero que pongan “La Ramona”.