viernes, 10 de julio de 2009

Global (CIFU)

Aunque es lo que pasa siempre en realidad, no deja de ser sorprendente la cantidad de sucesos trascendentales, desgarradores, humanitarios, vergonzosos, graciosos y corruptos que suceden en nuestro mismo planeta a la vez, como si uno no tuviera nada que ver con el otro. Pero es que hay momentos de lucidez o de poesía en los que uno toma conciencia de ese gran desgarro humano que se va derramando por la tierra a golpe de latido, disparo o caricia, por el que una sonrisa en Valladolid es un llanto en Tordesillas; una pasión en Barcelona es un odio en Madrid; un funeral en EE. UU. es un absurdo en Mieza (Salamanca); una curación en Alemania es una paliza en Xinjiang (China); una prostituta en Cerdeña es una virgen en Roma; un invierno en Teruel es un verano en Buenos Aires (que también existe); una canción en Marsella es una lágrima en Argelia; un aprobado en Rabinal (Guatemala) es un suspenso en Sevilla; un dólar norteamericano es una bala en Irak; un niño soldado en Sierra Leona es un céntimo en Bruselas; una sotana en Sicilia es un turbante en Afganistán; un pasaje en Malí es una patera en Cádiz; una fruta en el árbol de La Vera es un dinero en la caja de un supermercado en Boadilla del Monte; un voto en una urna de cualquier lugar del mundo, una esperanza perdida...
Al final, las cosas son al cambio muy distintas, como las monedas del mundo, que es tan grande e incomprensible que paga de muy distintas formas un mismo esfuerzo, un mismo amor, una misma mirada... Mientras Cristiano Ronaldo duerme su resaca de gentes y dinero, miles de personas son ajusticiadas a golpes o disparos por tener una esperanza. Mientras el circo de Michael Jackson da sus penúltimos estertores para convertir a los últimos en más y más dinero, la trama que jamás se verá inculpada ante un juez sigue fabricando cadáveres con la banda sonora de 'Thriller' de fondo. Ironías de la vida.
A veces, uno para un momento y ve las cosas ralentizadas, con más conciencia del milagro que las mueve, como si observando con paciencia vieses crecer las hortalizas de tu huerto, que te sonríen si lo del sol les va bien.
A veces uno para un momento y ve las cosas ralentizadas y el horror y la violencia se van desgranando de un color rojo que te hace reconocer el dolor de todas las heridas que provocan todas las balas y golpes que se reparten a diario con mucha más alegría que el crecimiento de las flores.
Jesús Cifuentes - El norte de castilla