EL azar ha hecho que haya ido un día después en el AVE que nuestro alcalde, que utiliza las 'nuevas tecnologías' cuando ya no son tan nuevas, tan amigo él de las tradiciones seculares, como son los chóferes que te conducen en ese coche ecológico, tan al uso entre la tradición administrativa.El caso es que para allá fui, a petición del Ayuntamiento de Segovia, que me ofreció su invitación para hablar y presentar esa nueva ciudad que está renaciendo sobre la antigua Segovia, porque cierto es que de un tiempo a esta parte, ese 'pequeño' e irreductible pueblo que es la cuna de Juan Bravo, del Nuevo Mester de Juglaría y de Agapito Marazuela ha tomado el relevo de la modernidad, del viento fresco y circulante, y del diálogo como forma de entender la vida social y política de una ciudad en el entorno de Castilla y León, tan acostumbrado últimamente al ordeno y mando sufragado falsamente por una voluntad popular que tiene una ceja pegada a la otra.El caso es como digo, que fui en el AVE (por Dios, lo deprisa que va el pájaro), y en un pis pás en la capital del reino, y en un segundo pis pás en pleno Fitur, un lugar que calculo muy cotizado para cualquier islamista desbocado, dada la cantidad de personajes que allí confluyen.La cara B, la golfa, la de las ojeras que generan esos días de desenfreno en los turoperadores que por fin pueden soltarse el pelo después de acabar agotados, es una energía tal que ojalá pudiera aprovecharse de manera sostenible. Los excesos que se gastan entre el cierre de un trato y la apertura de otro a la hora de la verdad se hacen a la sombra, y gracias a eso, las cosas van funcionando.Somos unos fariseos de primera.