Carlos Cristos es un médico que, durante su carrera, ha tenido que transmitir malos diagnósticos a sus pacientes. Un día, es él el que se encuentra ante un médico para recibir una mala noticia: sufre atrofia sistémica múltiple, una enfermedad degenerativa que va afectando al sistema neurológico hasta la muerte. Con sus facultades intelectuales en perfecto estado, decide ponerse delante de una cámara para relatar su día a día. Tiene ganas de vivir, pero no oculta su deseo de morir con dignidad. Según el director de este documental, Antoni P. Canet, la historia de Carlos Cristos tenía que ser contada. El realizador confiesa que durante el rodaje se mezclaron todo tipo de sentimientos que deambulaban entre la vida y la muerte. Algo nada fácil cuando es tu amigo el que está viviendo esa situación y cuando tú estás filmando su "testamento vital". Y es que por encima de reflexiones éticas o morales, "Las alas de la vida" pretende ser una invitación a la reflexión sobre la situación que, como Carlos, viven muchos enfermos de nuestro país (y sus familias). Es la primera pieza documental de Antoni P. Canet tras "Amanece como puedas" y "La camisa de la serpiente" y el primer proyecto como director tras diez años de silencio. El tema que rodea a la película es la muerte, con muchas perspectivas y sensaciones. Según el propio equipo, el guión tiene mucho de improvisado, aunque, a medida que se añadían testimonios y episodios, la cinta iba tomando cuerpo como creación cinematográfica. Una creación con un protagonista real y con unas circunstancias reales.
Uno de sus guionistas me traslada la noticia. Tanto el Jurado como los medios de comunicación han tratado el largometraje documental como “uno de los ejemplos por los cuales el cine se justifica sobradamente como herramienta para mejor conocer la fragilidad de la vida. Narra, con las formas del documental, una muerte inminente y, sin embargo, es un hermoso, poético canto a la resignación ante la idea de que toda existencia se termina irremediablemente un día; y que es preciso saber asumirlo… El resultado es un documental que realiza el prodigio de no caer jamás ni en la conmiseración ni en la lágrima fácil“. O esta otra, “la enfermedad y la muerte están presentes, pero las ganas de vivir del médico se imponen contando su historia personal, si es posible con una sonrisa. Esto último lo consigue con la humanidad que se desparrama más alla de los 35 milímetros de la película…“.