Publicado el 27 de diciembre de 2012 en Público.es
No ha tenido que pasar mucho tiempo para que el gobierno de Mariano
Rajoy muestre una vez más que el Partido Popular, como ya ocurriera con
Aznar, no sabe llegar al poder o mantenerse en él sin mentir
constantemente. Lo hizo cuando Rajoy propugnaba medidas en la oposición
para criticar a Zapatero que sabía perfectamente que no podría cumplir
cuando gobernase. Y no ha dejado de mentir desde que ha llegado a la
Moncloa para ocultar los verdaderos motivos de lo que está haciendo.
Como demostramos Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo en nuestro libro Lo que España necesita. Una réplica con propuestas alternativas a la política de recortes del PP
(Editorial Deusto, 2012), Rajoy se ha tragado todas sus antiguas
propuestas y críticas. En lugar de hacer lo que decía que haría, ha
subido impuestos, ha recortado pensiones y servicios públicos
esenciales, y lejos de aplicar lo que él llamaba la política “que Dios
manda”, no ha hecho otra que la que le han mandado hacer los mismos de
siempre.
Además, Rajoy y sus ministros han mentido constantemente cuando
llamaban de una manera a lo que es otra, y cuando decían perseguir
objetivos que es imposible alcanzar con las medidas que ponían en
marcha. Han dejado escapar a los evasores fiscales diciendo que luchan
contra el fraude y llamando gravamen de activos ocultos a una vergonzosa
amnistía fiscal, han subido impuestos diciendo que lo que establecían
era un “recargo temporal de la solidaridad”, aumentaron el IVA diciendo
que no se trataba de subirlo sino de “cambiar la ponderación de los
impuestos para favorecer el crecimiento”, o imponen copagos diciendo que
se trata de aumentar la corresponsabilidad.
Al mismo tiempo, han seguido utilizando una retórica falsa para
disimular ante la gente normal y corriente la naturaleza real de lo que
vienen haciendo. Han seguido afirmando que eran solo las cajas de
ahorros las que tenían problemas para así hundirlas definitivamente y
poder entregarles en bandeja a los bancos el mercado que habían ocupado
en los últimos años; han proyectado reformas financieras diciendo
siempre que las hacían para que volviese a fluir el crédito, cuando era
evidente que así no se iba a conseguir porque solo se estaba tratando de
proteger aún más a las grandes entidades. Han creado un llamado banco
malo pero no para regenerar el sector inmobiliario y poder impulsar otra
política de vivienda, sino también para que los contribuyentes paguemos
la irresponsable política crediticia de los bancos. Y, por supuesto,
han hecho todo ello sin mostrarle claramente a la ciudadanía la factura
tremenda que han supuesto todas esas ayudas a los privilegiados. Han
hecho una reforma laboral solo para dar más poder al gran empresariado
diciendo que se hacía porque así se crearía empleo, cuando era imposible
que eso se pudiese conseguir de ese modo, como perfectamente han
demostrado los hechos que tratan de silenciar.
El gobierno de Rajoy se empeña en sostener la gran mentira que supone
afirmar que realiza una política de austeridad que puede llevar a
resolver el problema de la deuda y generar más actividad cuando la
realidad es que así solo se consigue debilitar los servicios públicos
para facilitar más tarde su privatización. Nada se va a ahorrar con esos
recortes. Sabemos a ciencia cierta que provocarán una subsiguiente
caída de la actividad que disminuirá aún más los ingresos y que, cuando
se privaticen, los servicios serán más caros no solo para los usuarios
sino para las administraciones públicas, tal y como ya ha ocurrido en
otros países. Ni tampoco se va a conseguir que disminuya la deuda
desmantelando las fuentes de generación de ingresos, no ya a medio y
largo plazo sino incluso a corto, porque la deuda sube como la espuma
por la suma ingente de intereses que van a la banca privada y por la
caída de ingresos, y no solo porque haya más gastos corrientes.
En este año de continuas políticas de recortes constantes no solo se
han cercenando derechos sociales y personales. Con ellas, a Rajoy le
cabe el triste mérito de haber llevado a España a ser la sociedad más
desigual de la eurozona, demostrando así que el resultado efectivo de
sus políticas no es otro que devolver a los grupos oligárquicos los
pocos privilegios conseguidos en el franquismo que habían perdido en la
etapa democrática.
Con el incremento tan extraordinario de la desigualdad que se viene
produciendo va de la mano una caída en el ingreso y en el consumo de la
inmensa mayoría de la sociedad que produce también el debilitamiento
constante de la demanda y el mercado interno que alimentan a las
pequeñas y medianas empresas que son las que crean la inmensa mayoría
del empleo en España. La terrible tragedia es que el gobierno ayuda con
docenas de miles de millones de euros a los bancos y grandes empresas
que destruyen empleo mientras que destruye las bases para que lo puedan
crear las más cercanas al terreno productivo. Ver para creer: el
gobierno de extrema derecha de Rajoy y la gran patronal, de la mano a la
hora de promover reformas y políticas de austeridad, se han convertido
en los grandes destructores de empresas y de capacidad de crear empleo.
Si el gobierno de Rajoy no cambia urgentemente de políticas en la
línea que hemos propuestos en otros textos, el paro llegará a niveles
desorbitados en los próximos meses y la economía, lejos de recuperarse
como dicen sus ministros sin el más mínimo fundamento, se hundirá cada
vez más.
Es verdad que la táctica de meter la cabeza debajo del suelo y de
engañar a tirios y troyanos de Rajoy al menos ha dado como resultado
positivo que España no haya sido intervenida completamente y que solo se
haya producido la menos mala vinculada al rescate de la banca. Pero es
muy difícil creer que eso será suficiente y que bastará con que Rajoy se
siga limitando a dar el esquinazo a Europa, sin enfrentarse
decididamente a las imposiciones alemanas que crean más problemas que
los que resuelven.
Hace falta más inteligencia y más patriotismo para resolver los
problemas económicos que tenemos sobre la mesa. Y muchas menos mentiras,
además de mucha más solidaridad y sensibilidad hacia los que sufren en
mayor medida los daños de la crisis.
El Partido Popular y el gobierno de Rajoy lleva un año haciendo
frente a la crisis con el grito de guerra que una diputada indiscreta
proclamó sin disimulo: “¡que se jodan!”. Y el momento en el que estamos
es el de decidir si creemos que esta es una forma efectiva y ética de
salir del agujero en donde estamos o si queremos acabar ya con la
traición y la torpeza de nuestros gobernantes.
España tiene que plantearse otros asuntos de fondo de los que el
gobierno de Rajoy no quiere oír ni hablar,. Es preciso poner sobre la
mesa que no se puede seguir pagando una deuda que es un negocio
ilegítimo de una minoría, que hay que acordar otro modo de repartir los
costes y los beneficios que se han generado en nuestra economía, y que
hay que tener una actitud muy diferente ante el drama que ha ocasionado
la conducta irresponsable de los banqueros.