miércoles, 1 de diciembre de 2010

COUSO - LEAKS (CIFU)

La era de la información y de la prensa digital ya tiene un superhéroe: Julian Assange, director del portal Wikileaks, que como habrán oído, ha soltado un bombazo informativo a nivel mundial de primer orden que consiste en una colección de más de 250.000 mensajes del Departamento de Estado de Estados Unidos, de los que buena parte eran considerados como “confidenciales”. Estos documentos recogen comentarios e informes elaborados por funcionarios estadounidenses, en los que se desmenuza todo tipo de cuestiones de alta política en la que EEUU tiene algún interés, análisis sobre los gobernantes de los distintos países del mundo, y toda la trama de asuntos oscuros en la que las distintas burocracias del mundo tienen trapicheos con los yanquis, o sea, casi todos.
La cuestión es qué va a pasar a partir de ahora. Porque de alguna manera es como si todo el vecindario de repente tuviera acceso a los comentarios “relajados” que haces en tu casa respecto a cada uno de ellos, con los que guardas una apariencia cordial, pero de que la resultas ser finalmente un cabronazo traidor. Porque en este caso no se trata de comentarios de portería, si no de actuaciones y presiones que el gobierno de los EEUU va regalando al resto del mundo que en buena parte tiene en un puño.
Pero de los trapicheos más vergonzosos que se deducen de los documentos rebelados y que afectan a nuestro país, sin duda los relacionados con el “caso Couso”, el cámara de Telecinco que murió asesinado el 8 de abril de 2003 durante la toma de Bagdad. Un blindado norteamericano disparó hacia el hotel en el que se alojaba, y los tres militares norteamericanos implicados en el hecho, el sargento Thomas Gibson, que realizó el disparo desde el tanque; el capitán Philip Wolford, que tenía el mando de la unidad de blindados; y el teniente coronel Philip de Camp, que mandaba el Regimiento de Blindados número 64, que siguen hasta la fecha bajo el amparo del tremendo barrizal burocrático que el gobierno de los EEUU se ha encargado de organizar a través de la embajada en España, presionando a las más altas esferas del Gobierno de Zapatero, que ha actuado todos estos años con dos caras: la de defender los intereses de la democracia y la legislación ante la mirada de los ciudadanos, y por otra parte la de poner constantes zancadillas para que no prosperasen las innumerables demandas y recursos presentados por la familia pidiendo justicia.
Yo no me harto de ser un ingenuo. Y desde esa mirada veo aún con asombro hasta qué punto la ponzoña de nuestra diplomacia y las relaciones de Exteriores son en realidad una farsa al servicio del aguilucho americano.

Jesús Cifuentes