A sistimos a un momento oscuro para los concursantes en el PP. Están aflorando las artimañas entretejidas en la etapa Mordor (el lado tenebroso de 'El señor de los anillos') de Aznar, que ya no coge el teléfono a sus antiguos amigos que están en la lista de Garzón.
Pero la bestia se resiste a caer, y ante la evidencia de unas pruebas que cada vez apuntan más y mejor, ellos continúan con esa estrategia infantil que se rige por los axiomas:
Pero la bestia se resiste a caer, y ante la evidencia de unas pruebas que cada vez apuntan más y mejor, ellos continúan con esa estrategia infantil que se rige por los axiomas:
1- No he sido yo
2- Ha sido sin querer
3- No pasa nada.
Esa manera de entender el mundo tiene cierta gracia en los niños que con un berrete de chocolate niegan haberse subido al armario de la cocina, haber cogido la tableta y habérsela zampado. Pero gracia no tiene ninguna cuando son altos cargos públicos los que se reparten las tajadas de la ceguera nacional entre toros, saraos y fandangos.
De repente llega el momento de recoger todos los vasos rotos durante la fiesta, y nadie quiere asumir esa responsabilidad, sobre todo cuando se tiene una resaca del veintisiete de esa fiesta tan VIP en la que estaban todos los cuñaos habidos. Quizá en la fiesta se dedicaron a fabricar más y más cuñaos de los que resuelven facturaciones indebidas y blanquean un dinero que nunca fue limpio.
Ayer los Celtas estuvimos en la prisión de Villanubla, tocando junto a una banda formada por los presos llamada Los incompetentes. Entrar en la cárcel tiene el eco desolador de oír cómo tras de ti se cierran unas rejas pasillo a pasillo que te van insertando en un túnel desconocido. Vi cómo llega una furgoneta de la Guardia Civil de la que salía un nuevo ciudadano para ese 'gran hermano' que es la prisión. Era joven, de unos 25 años. Si me hubiera cruzado con él por la calle no me habría parado, pero allí era un ratón recién llegado al laboratorio.
Un montón de vidas cruzadas que por un entorno desestructurado, agresivo y poco favorable han terminado en ese 'hotel'; que por la mala sombra de la diosa fortuna su patinazo se convierte en el error que les va a marcar el resto de sus vidas, pero con rostros y ojos de humanidad más grades que la cornisa cantábrica. El colmo es que encima van a tener de compañeros a esa recua de engominados y del PP.
De repente llega el momento de recoger todos los vasos rotos durante la fiesta, y nadie quiere asumir esa responsabilidad, sobre todo cuando se tiene una resaca del veintisiete de esa fiesta tan VIP en la que estaban todos los cuñaos habidos. Quizá en la fiesta se dedicaron a fabricar más y más cuñaos de los que resuelven facturaciones indebidas y blanquean un dinero que nunca fue limpio.
Ayer los Celtas estuvimos en la prisión de Villanubla, tocando junto a una banda formada por los presos llamada Los incompetentes. Entrar en la cárcel tiene el eco desolador de oír cómo tras de ti se cierran unas rejas pasillo a pasillo que te van insertando en un túnel desconocido. Vi cómo llega una furgoneta de la Guardia Civil de la que salía un nuevo ciudadano para ese 'gran hermano' que es la prisión. Era joven, de unos 25 años. Si me hubiera cruzado con él por la calle no me habría parado, pero allí era un ratón recién llegado al laboratorio.
Un montón de vidas cruzadas que por un entorno desestructurado, agresivo y poco favorable han terminado en ese 'hotel'; que por la mala sombra de la diosa fortuna su patinazo se convierte en el error que les va a marcar el resto de sus vidas, pero con rostros y ojos de humanidad más grades que la cornisa cantábrica. El colmo es que encima van a tener de compañeros a esa recua de engominados y del PP.
Jesús Cifuentes - El norte de Castilla-