viernes, 30 de septiembre de 2011

DESAHUCIOS (JUAN TORRES LÓPEZ)

La crisis se ha llevado por delante muchos principios morales y jurídicos y ha dejado en la cuneta el disfrute de derechos sociales y humanos fundamentales, pero si alguna de las injusticias que se vienen cometiendo destaca sobremanera me parece que es el trato que están recibiendo las personas y familias que pierden su vivienda por culpa de una crisis que no han provocado.
Los últimos datos permiten prever que a finales de año llegarán a ser unas 300.000, una cifra posiblemente menor a la real y que en cualquier caso no refleja el daño total que han provocado en el patrimonio familiar de las clases trabajadoras las condiciones leoninas que han acompañado a miles de contratos hipotecarios.
Muchas de esas familias no solo han perdido la vivienda sino que además siguen pagando la diferencia entre el préstamo recibido (con una tasación al alza de vivienda de por medio) y el valor de ejecución (que suele tasarse, por el contrario, muy a la baja, mucho más de lo que en realidad disminuyen los precios de mercado).
Es una verdadera vergüenza que en todos estos años ni el gobierno ni el principal partido de la oposición se hayan puesto de acuerdo para afrontar este drama y para evitar, de forma efectiva modificando la Ley Hipotecaria y no con los parches que solo a última hora se han querido poner, que el derecho a la vivienda que pregona la Constitución se convierta también en humo.
Con tal de salvar los intereses de unas entidades financieras que siguen ganando miles de millones de euros, como en su día reconoció expresamente el ministro José Blanco, se ha renunciado a llevar a cabo reformas legales que terminen con la situación que estamos viviendo.
Los mismos parlamentarios que en un dos por tres se pusieron de acuerdo nada más y nada menos que para reformar la Constitución renunciando a la soberanía nacional sobre aspectos que quizá en los próximos meses pueden ser decisivos (como la no modificación de los créditos externos) no han dado ni un paso para introducir fórmulas legales que ya existen en muchos países para que otro derecho más, aunque ahora tan vital como el de la vivienda, no esté siempre supeditado al beneficio financiero.
La dación de pago es una figura que de forma bastante elemental hubiera podido resolver, al menos, que quien ya ha perdido su vivienda termine además arruinado para siempre pagando cuotas de préstamos que ya no le financian nada y que, para colmo, son el resultado de la desigualdad entre las partes con la que en su día se establecieron las condiciones contractuales.
Pero ha bastado que los bancos amenazaran (vaya a saber usted de qué forma en la intimidad de los despachos o de las líneas telefónicas) para que el gobierno se achante una vez más y se haya negado a dar avance alguno en esta dirección.
Es un auténtico escándalo y una prueba más de que nuestra democracia está patas arriba que quien haya tenido que salir a defender a los cientos de miles de familias humildes que pierden sus viviendas hayan sido sus propios convecinos y conciudadanos, teniéndose que enfrentar así a partidos mayoritarios, al gobierno y a la policía. Y es muy sintomático de los fines que en realidad persiguen que ninguno de esos obispos que con tanto ardor se manifiestan en defensa de la familia para atacar al gobierno, ni las organizaciones que lideran con ese aparente fin, ni el Partido Popular que siempre quiere aparecer como su gran adalid hayan movido ni un dedo para evitar esos desahucios.
Las plataformas de afectados, el movimiento 15-M y otras organizaciones y partidos son quienes están dando la batalla contra esta inmensa injusticia frente a unos partidos mayoritarios que muestran su verdadera utilidad cuando los intereses bancarios y de los poderosos se ponen por medio.
Generalmente, esos movimientos contra los desahucios vienen defendiendo la dación de pago como alternativa a la situación actual, una opción que a mí me parece insuficiente y errónea si no va más allá. Es verdad que evita, si se me permite la expresión, el recochineo de tener que seguir pagando al banco cuando éste ya se ha quedado con una vivienda por debajo del precio de mercado. No es poco pero no se puede considerar que esa sea la alternativa justa y democrática en un país moderno. Al igual que existen en otros de nuestro entorno, deberían de establecerse mecanismos de arbitraje independiente que permitieran que las partes se pusieran necesariamente de acuerdo sin que los deudores en situaciones de emergencia económica o familiar tengan que perder la vivienda, que es lo que al fin y al cabo ocurre con la dación de pago.
Esta última es un mal menor pero un mal en cualquier caso que no contempla lo que debería ser imperativo:  el horizonte del derecho a la vivienda que reconoce nuestra Constitución.
Sería deseable, por tanto, que además de reclamar la dación de pago con carácter obligatorio y no solo voluntario como existe ahora se antepusiera a ello una reclamación mucho más justa y eficaz: la prevalencia del derecho a la vivienda.
Bastaría con mirar a nuestro alrededor para tomar las instituciones ya existentes y mejorar si fuese necesario, claro que para ello sería necesario mucha mayor dignidad por parte de nuestros legisladores, más independencia de criterio y una actitud más valiente frente a los grandes financieros.
Mientras tanto, seguiremos en la surrealista situación en la nos encontramos: quienes no hacen nada para evitar que los que sufren la crisis pierdan sus viviendas se proclaman defensores de la democracia. Y a quienes nos indignamos con ello, a quienes nos esforzamos por impedir los desahucios y que las familias más humildes pierdan sus viviendas no acusan, como hace la presidente de Madrid, de "impulsar golpes de estado populistas" o nos comparan con la "turbas parisinas", como hace el presidente de las Cortes José Bono. Es lo que hay.

Juan Torres López

¿ES EL MODELO ALEMÁN EL FUTURO A SEGUIR EN LA EUROZONA? (VINCENÇ NAVARRO)

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 30 de septiembre de 2011

 

Este artículo critica el modelo económico alemán señalando que el énfasis en el estímulo económico basado en las exportaciones, en lugar de la demanda doméstica, es insostenible y es responsable de la Gran Recesión en Alemania y en la Eurozona.

Alemania era, hasta hace unas semanas, el modelo exitoso a seguir. Se decía que, resultado de las reformas que había realizado el canciller Schröder del gobierno socialdemócrata (cuando gobernó en coalición con el Partido Verde) y, más tarde, la canciller conservadora del Partido Cristiano Demócrata, Angela Merkel (cuando gobernó en coalición con el Partido Socialdemócrata y, más tarde, con el Partido Liberal), Alemania estaba creciendo a un nivel (mas del 3% por año), que causaba la envidia del resto de países de la eurozona. De ahí el mensaje que se ha estado promocionando por las autoridades alemanas y por dirigentes de la Unión Europea (UE) de que se debían realizar, en todos los países de la Eurozona (incluyendo España), reformas semejantes a las que realizadas en Alemania a fin de alcanzar su nivel de competitividad, orientando la recuperación económica hacia el incremento de las exportaciones. Alemania se convirtió así en el modelo a seguir, un modelo que ha centrado su economía en el estímulo proveído por las exportaciones. Para alcanzar su nivel de competitividad, había que reducir los salarios y la protección social, incluyendo los beneficios laborales y sociales, tal como había hecho Alemania.
Éste ha sido también el mensaje promovido por el gobierno Zapatero y su equipo económico. El país tiene que pasar momentos difíciles para poder hacer las reformas que nos sacarán de la crisis. Este mensaje se ha convertido en el dogma que se ha estado reproduciendo también en los medios. Los pocos economistas que subrayábamos que este modelo alemán, ni era exitoso, ni era viable para todos los países, fuimos ignorados y marginados. Pues bien, lamento informarles que los datos, como ya preveíamos, ya están ahí para todo el que quiera verlos. La tasa de crecimiento de la economía alemana ha caído en picado y, según las cifras del último trimestre (Q22011), las tasas de crecimiento económico han bajado y la economía alemana está estancada y, en contra de las predicciones del gobierno alemán, les aseguro que permanecerá estancada por bastante tiempo.

LA DEBILIDAD DEL MODELO BASADO EN LAS EXPORTACIONES

El modelo exportador alemán es exitoso cuando hay países que importen lo que Alemania exporta. Pues bien, la gran mayoría de países a los que Alemania exporta, que son los países de la Eurozona, no están en condiciones de importar los productos alemanes. En realidad, nada menos que las dos terceras partes de todas las exportaciones alemanas van a los países de la Eurozona. Pero como estos países están en recesión, las importaciones de productos alemanes por parte de estos países han caído en picado, y con ello las exportaciones alemanas a estos países cayeron también en picado. Y, como consecuencia, tanto la economía alemana como la europea están estancadas. Todos los sacrificios (austeridad incluida) realizados por los gobiernos Schröder y Merkel fueron en balde. Sirvieron muy poco para aumentar la demanda de las clases populares alemanas. En realidad, la aplicación del modelo alemán a nivel de la UE es un desastre (no hay otra manera de definirlo), pues las políticas de austeridad que pregonan dificultan todavía más el crecimiento de la actividad económica. En realidad, lo que se necesita hacer es precisamente lo opuesto a lo que están haciendo, es decir, aumentar la demanda doméstica, y con ello estimular la actividad económica y el crecimiento económico, lo cual quiere decir que todas las políticas de austeridad que se están imponiendo a la población no son sólo erróneas, sino incluso contraproducentes.
La evidencia de ello es abrumadora. Incluso el Gabinete de Estudios del Fondo Monetario Internacional ha concluido que –como promedio en los países de la OCDE- cada reducción (equivalente a un 1% del PIB) del déficit público conlleva un crecimiento del desempleo de 0.3 puntos. En España este impacto es mucho mayor. Este aumento del desempleo contribuye al descenso de la demanda y con ello al descenso del crecimiento económico. Es este estancamiento económico –y no el tamaño del déficit y de la deuda pública- lo que está alarmando a los mercados. Lo que estamos viendo es la fortaleza de un dogma, el dogma neoliberal, totalmente impermeable a los hechos que está llevando a la economía europea a unos niveles de inactividad económica que puede conducirla a una Gran Depresión.

¿QUÉ DEBERÍA HABERSE HECHO?

Lo dijo muy bien Oskar Lafontaine cuando era Ministro de Economía de la coalición socialdemócrata-Partido Verde. Criticó duramente al gobierno Schröder y a sus políticas, que predijo conducirían al estancamiento de la economía alemana y de la economía europea. La Coalición Socialdemócrata-Partido Verde estableció con sus reformas (acentuadas más tarde por el gobierno Merkel) las bases que han llevado a la situación actual. Aquella coalición desreguló la banca, diluyendo la relación entre la banca y la economía productiva. Los bancos locales (equivalente a las cajas de ahorros de España) habían sido siempre un pilar del modelo industrial alemán, estableciéndose una relación capital financiero-capital industrial que estaba en el centro del sistema productivo. Era lo que se llamaba Deutschland, A.G.
El gobierno de coalición, liderado por Schröder, liberalizó el sistema financiero que tuvo como consecuencia el debilitamiento de esta relación de la banca con el mundo empresarial local, acentuándose así la mercantilización de la banca privada local. El gobierno Zapatero ha ido incluso más lejos. Ha privatizado las cajas de ahorros rompiendo esta relación entre el capital financiero y el empresarial que está dificultando enormemente la disponibilidad del crédito a las medianas y pequeñas empresas y a los ciudadanos.

LA REDUCCIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES DE LA COALICIÓN PARTIDO SOCIALDEMÓCRATA-PARTIDO VERDE

Otra reforma de la coalición socialdemócrata-Partido Verde fue el debilitamiento del sistema de cogestión, mediante el cual los trabajadores de una empresa participaban en la gobernanza de la empresa. Una consecuencia de ello fue el debilitamiento de los sindicatos, con reducción del seguro de desempleo y una rebaja salarial que causó una reducción de las rentas del trabajo como porcentaje de la renta nacional. Puesto que la productividad continuó creciendo, ello se tradujo en un incremento muy notable de las rentas del capital a costa de la reducción de las rentas del capital.
Esta polarización de las rentas a favor del capital causó un estancamiento de la demanda interna por un lado y un gran crecimiento de capital financiero, por el otro. La enorme acumulación de euros que tuvo Alemania, resultado de la mala distribución de las rentas a favor del capital financiero, determinó así un estancamiento de la economía alemana y de la economía europea, causando un creciente endeudamiento de los países periféricos conocidos como PIGS, financiado en gran parte con el exceso de euros que tenía Alemania. La banca alemana se convirtió en la mayor propietaria de bonos públicos y privados de los países periféricos, incluida España.
Este modelo alemán estaba creando las bases para la crisis europea. De ahí que, como ya previó y propuso Oskar Lafontaine, lo que se tenía que haber hecho era estimular la demanda doméstica alemana, mediante la mejor distribución del crecimiento de la productividad, incrementando los salarios y expandiendo el gasto público social. Este crecimiento de la demanda alemana hubiera estimulado la economía alemana y, por lo tanto, la economía europea. Oskar Lafontaine propuso que los salarios aumentaran a nivel europeo, junto con una mayor intervención del Estado en la regulación del crédito, acentuando la necesidad de garantizarlo. Lafontaine dimitió como Ministro de Economía y también del gobierno, y contribuyó a crear un nuevo partido, Die Linke (La Izquierda). Mientras, el Partido Socialdemócrata perdió la mitad de militantes y sufrió el mayor bajón electoral de su historia. Y hoy Alemania está estancada. Todo el sacrificio que se impuso a las clases populares no sirvió para nada. La responsabilidad histórica de los dirigentes de aquel partido es enorme. Pero, por desgracia, los dirigentes de la Socialdemocracia española aprendieron la lección equivocada. Lo que tenían que haber aprendido es que desde la perspectiva de las clases populares (que tradicionalmente fueron sus bases electorales) todos estos enormes sacrificios que se están imponiendo a la población (y que serán incluso más acentuados con un gobierno PP) no han servido ni servirán para nada si su objetivo es salir de la crisis. Repito, para nada. Antes al contrario, han empeorado la situación.