Como viene siendo tradicional, llegadas estas fechas de capuchones y cortes de tráfico impuestas a la sociedad legalmente laica o aconfesional, la tradición cristiana que tan arraigada está en el sistema judicial y ejecutivo, por más que lo nieguen, se tira el rollo y mediante Real Decreto en el Consejo de Ministros celebrado en Sevilla han indultado a quince individuos que reunían los requisitos para beneficiarse de tal prebenda, a saber: que el preso esté cumpliendo condena en la actualidad y que concurran razones de justicia, equidad o utilidad pública.
Me parece fenomenal el ejercicio del perdón y de la misericordia, pero me pregunto cual será el método para decidir quienes son los agraciados, por qué existe este derecho que viene de la mano de las cofradías de semana santa, y puestos a preguntar, por qué son 15 y no 150 o 1500 los beneficiados de tal situación. Si los requisitos hablan de equidad, justicia o utilidad pública, es probable que el listado de los reos susceptibles de verse libre de las rejas pudiera ser infinitamente superior, pero lo que realmente tiene coña en una sociedad que intenta retirar los crucifijos de las aulas y los nombres de las calles heredados por el período franquista, es que sea de la mano de la iglesia católica el ejercicio del derecho al indulto. Calculo que tiene más molla que ese tipo de decisiones estuviese supervisada por instituciones del tipo Amnistía Internacional, que de gente con sotana que al día de hoy lo único que tiene en cartera son los intentos de ocultar los casos de pederastia que se han cometido intramuros, con el consentimiento y conocimiento de su sumo pontífice, el papa Ratzinger, como ha sido lo que la última liebre levantada a destapado con el caso de el sacerdote Lawrence C. Murphy, que abusó de 200 niños sordos en Wisconsin durante más de 20 años. El enjuiciamiento del caso se paró después de que Murphy escribiera a Ratzinger explicando que no debería ser enjuiciado pues estaba enfermo y arrepentido. "Solamente quiero vivir el tiempo que me queda en la dignidad del sacerdocio", suplicaba Murphy en la misiva. "Solicito su bondad en este asunto", clamaba a Ratzinger. Y ya se sabe que Ratzinger de piedad no sé si sabrá, pero de marketing sabe lo suficiente como para no querer más escándalos sexuales en una iglesia a la que le crecen los enanos.
En fin, que vaya panorama que tenemos. De la clase política no voy a hacer uso, que de esos ya sabemos que los indultos y las displicencias se las autoasignan como y cuando les conviene. No necesitan más cofradía que la suya para seguir chupando del bote. Por lo demás, que ustedes disfruten de las calles cortadas y de las tamborradas populares. Aprovechen para delinquir, que dios todo lo perdona.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-