Artículo publicado por Vicenç Navarro, 10 de agosto de 2012
Este artículo contrasta la
enorme laxitud cuando no complicidad del Estado con los comportamientos
especulativos de la banca (tanto en Estados Unidos como en España) con
la enorme represión de los mismos Estados hacia cualquier amenaza que
las estructuras de poder
perciban en protesta de las crecientes desigualdades, caso
particularmente acentuado en España. El artículo muestra la respuesta
del Estado al hurto de productos por 400 euros en un supermercado, como
predecible indicador de la gran inseguridad y temor que los
establishments financieros, mediáticos y políticos españoles tienen
hacia la expansión de tal agitación social.
La situación en EEUU
Uno de los documentales
que ha tenido mayor impacto en los últimos tiempos no solo en EEUU sino
también en Europa, incluyendo España ha sido Inside Job en el que su
director Charles H. Ferguson analizó el entramado de banqueros,
académicos y políticos que causaron la mayor crisis financiera que haya
existido desde
principios del siglo XX en EEUU. Fue uno de los documentales más
premiados y más comentados en los últimos años. Y ha estimulado que se
estén haciendo varios documentales parecidos en varios países. Soy
consciente de que, al menos en España, se están haciendo un par de
documentales sobre la crisis financiera española, sus orígenes y sus
consecuencias, siguiendo un formato semejante a Inside Job.
Charles H. Ferguson
acaba de publicar un libro, Predator Nation: Corporate Criminals,
Political Corruption and the Hijacking of America, en el que se extiende
con gran detalle sobre
la criminalidad presente en las prácticas financieras, mostrando como
una elite bancaria controla hoy en EEUU tanto el poder político como el
mediático, señalando que esto no podría haber ocurrido sin la
complicidad de políticos (que cambiaron las leyes para facilitar el
desarrollo de tales actividades criminales y, más tarde, aprobaron las
ayudas públicas a la banca) y de académicos que utilizaron su prestigio
para promocionar tales intereses. El libro está muy bien documentado y
señala el nivel de control que la elite financiera ejerce sobre la vida
económica y política de EEUU.
Y también muestra las
escasas voces críticas dentro del Estado, así como dentro del mundo
académico, que denunciaron lo que estaba ocurriendo sin que nadie les
hiciera caso. Una de ellas fue, paradójicamente, un economista del Fondo
Monetario Internacional, Raghuram Rajan, que alertó de la crisis al
gobierno federal, lo que creó un gran enfado a Lawrence Summers, quien
había sido el arquitecto de la eliminación de la Ley Glass-Steagall Act
(durante el gobierno Clinton), una de las causas de la crisis. Summers
se benefició enormemente de la eliminación de tal ley, pues le permitió
promover los hedge funds (ganando millones de euros en ello). Y lo que
es más sorprendente es que el Presidente Obama le nombrara miembro
prominente de su equipo. Charles Ferguson concluye que lo que es más
indignante es que nadie (repito, nadie) ha acabado en los tribunales.
La situación en España
Una situación semejante ha ocurrido en
España donde el comportamiento altamente especulativo de la banca y su
maridaje con la industria inmobiliaria creó la mayor crisis financiera y
económica que España haya sufrido en los últimos cincuenta años. Y,
como en EEUU, tales comportamientos fueron facilitados por los sucesivos
gobiernos, tanto centrales como autonómicos y locales, con el apoyo y
promoción de los medios de mayor difusión y centros económicos (muchos
de ellos de base académica) que aplaudieron las medidas que condujeron
directamente a la crisis, una crisis que era fácil de detectar (ver mi
artículo “La crisis era predecible” en www.vnavarro.org) y que todos
aquellos establishments financieros, políticos, mediáticos y académicos
–imbuidos todos ellos del dogma neoliberal- fueron incapaces de prever. Y
una vez la crisis se inició, tales establishments –que continúan
imbuidos en tal dogma- continuaron apoyando recetas que muy pocos
denunciamos y que ahora se han visto ineficaces, dañinas y suicidas
económicamente. Una de tales recetas ha sido la de recortar el gasto
público a fin de disminuir el déficit público y así recuperar “la famosa
confianza de los mercados”, confianza que no existe y tampoco se la
espera. Antes al contrario, la prima de riesgo española continúa
subiendo cada vez que se anuncian nuevos recortes.
He subrayado en varios
artículos que el mantenimiento de tal dogma no puede atribuirse solo a
la incompetencia de los gobernantes (aun cuando es obvio que tal
incompetencia ha existido y continúa existiendo en los equipos
económicos de los sucesivos gobiernos españoles habiendo alcanzado su
máxima expresión en los equipos actuales del gobierno español) sino a
los intereses que tal dogma está sirviendo. Este servicio a tales
intereses puede o no ser consciente o deseado pero lo cierto es que la
aplicación de tales políticas beneficia a estos grupos y estamentos
sociales, cuyo listado he detallado en otro artículo (y que incluyen la
banca tanto extranjera como española así como la gran patronal) (ver mi
artículo “El Sr. Draghi, el euro, el BCE y el Bundesbank, en
www.vnavarro.org).
Pero si un documental como
Inside Job se hiciera en España la conclusión sería la misma. Ninguna
de las figuras de tales establishments, repito, ninguno ha terminado en
los tribunales. En realidad, la mayoría de responsables de la crisis
continúan ahora llevando a cabo y/o proponiendo las políticas de
austeridad que están empeorando la situación financiera y económica
española. Hay una continuidad en España entre los que crearon la crisis y
los que están dirigiendo la respuesta de cómo salir de ella. Y, cómo
no, las mismas voces (tanto en los medios como en academia) que estaban
proponiendo la desregulación de los mercados financieros y laborales
están ahora proponiendo las políticas de austeridad. Es un indicador de
la intensidad del dogma así como de las interconexiones entre tales
establishments el que no hayan aparecido voces discordantes dentro de
ellos protestando que estas políticas condenarán a España a una larga,
muy larga recesión. Lo máximo que se ha oído es voces que proponen que
tales posturas de austeridad vayan más despacio y que se añadan (no se
sustituyan, pero se añadan) políticas de crecimiento, que por su
cantidad son más simbólicas que reales.
Las diferencias entre EEUU y España
Y ahí sí que en la existencia de voces
discordantes dentro de tales establishments la diferencia entre EEUU y
España es notable. En EEUU ha habido una protesta en frente de las
políticas de austeridad, que determinaron las exitosas políticas de
estímulo del gobierno federal que impidieron que EEUU cayera en una Gran
Depresión. Y aun cuando tales fondos de estímulo fueron insuficientes,
sí que impidieron que la recesión se convirtiera en depresión, y que la
reactivación de EEUU fuera mayor que la de la Eurozona y mucho mayor que
la de España. En España voces de protesta han existido pero han sido
excluidas de los círculos mediáticos del establishment.
Pero existe otra gran
diferencia, resultado que la banca tiene mucho más poder político en
España (y en la Eurozona) que en EEUU. Y es que, el enorme poder
político de la banca en España explica el sesgo legal tan favorable a la
banca que aparece en su máxima expresión en los desahucios, en el que
el inquilino no tiene ningún poder (repito, ningún poder) y el banco lo
tiene todo, una situación única en la Eurozona y en EEUU.
Y otro caso de prepotencia
apareció claro durante la presentación a las Cortes Españolas de
algunos de los responsables de las políticas financieras durante los
últimos años. De las presentaciones de tales autoridades, parecería que
ningún acto ilegal tuvo lugar, lo cual podría ser cierto pues las leyes
favorecían y continúan favoreciendo a la banca, no siendo infrecuente
que fuera la banca la que escribiera las leyes bancarias, incluyendo las
que determinaron el desastre. Se me dirá, con razón, que la ley, en
general y en cualquier país favorece la reproducción del orden
imperante, que beneficia a unos a costa de otros. Pero, aceptando esta
observación, el hecho es que este sesgo es incluso más sesgado en
España, resultado del enorme poder que las fuerzas conservadoras han
tenido y continúan teniendo sobre el aparato del Estado, como queda
reflejado en el gran conservadurismo del sistema judicial. La ley es, en
España, la defensora del orden (que sostiene un enorme desorden, como
queda claro en la situación actual). La ley no es igual para todos y lo
que ha ocurrido con la banca y sus comportamientos es un caso claro y
convincente de ello. Esta identificación de ley con orden alcanza mayor
relevancia en momentos actuales donde el ataque frontal a los derechos
sociales y laborales que aparece en las políticas públicas que se están
imponiendo a las clases populares, sin que exista ningún mandato popular
para ello, está llevando a una situación explosiva. De ahí la respuesta
masiva del establishment del país a un hurto de no más de 400 euros en
un supermercado andaluz.
La inseguridad del establishment español y su respuesta al hurto en un supermercado andaluz
El hecho de que tal hurto
se hiciera por unos sindicalistas a fin de poder alimentar a unas
familias en pobreza, sin recursos, alarmó enormemente al establishment
español por su peligro de contagio, de manera que tanto el Fiscal del
Estado como el Ministro del Interior intervinieron inmediatamente para
penalizar a tales sindicalistas. Ello es una predecible respuesta que
confirma el gran temor y justificada inseguridad que tiene la estructura
de poder basada en unas enormes desigualdades, de las más elevadas
existentes hoy entre los países de mayor desarrollo económico de la
OCDE, siendo un país en el que coinciden las mayores fortunas del mundo
(sí, del mundo) con sectores populares que viven en los mayores niveles
de pobreza existentes en tal comunidad de países, de la OCDE. No es,
pues, de extrañar, que España, como ocurre también en países con grandes
desigualdades, tenga, junto a un Estado con escasa sensibilidad social,
un Estado con gran desarrollo de sus aparatos represivos. Como he
documentado en mi libro El Subdesarrollo social de España. Causas y
consecuencias, España es el país de la UE-15 que tiene mayores
desigualdades sociales y más policías por 10.000 habitantes y, a la vez,
menos adultos trabajando en sanidad, educación, y servicios sociales.
El establishment español
es consciente del nivel tan desigual de ingresos y rentas en España,
donde tales recursos están altamente concentrados en sectores
poblacionales muy minoritarios (dentro de los cuales hay los sectores
financieros). De ahí su preocupación de que cualquier acto de agitación
social en protesta a tales desigualdades pueda expandirse, despertando
gran simpatía, cuando no apoyo popular. En un periodo en que tales
desigualdades se están acentuando todavía más, tal preocupación se está
convirtiendo en auténtico temor. Es en este contexto que se entiende la
respuesta claramente desorbitada frente a un hurto de 400 euros en un
supermercado andaluz. Como indicó en un gran titular, el diario
conservador La Vanguardia, “el gobierno frenará de raíz cualquier conato
de estallido social” (09.08.12).
Y el máximo argumento de
tal denuncia era que el hurto era ilegal, exigiendo el cumplimiento de
la ley. Aunque, repito, fuera previsible que las fuerzas conservadoras
respondieran de esta manera, es sorprendente y rechazable la condena que
tal acto tuvo por sectores de las izquierdas gobernantes. Tales voces
olvidan que los mayores cambios ocurridos en nuestro y en otros países
han sido resultado de agitación y desobediencia civil. El identificar
ley con moralidad y/o con rectitud democrática es ignorar o desconocer
el papel de la ley en reproducir un sistema injusto y escasamente
democrático, como es el español. Lo que han hecho aquellos sindicalistas
es, en un acto de desobediencia civil, mostrar la situación dramática
en la que se encuentran más de un millón de familias españolas que viven
en situaciones miserables (que creíamos habían ya desaparecido en
España), resultado de unas políticas públicas frente a las cuales la
única actitud de decencia democrática es la de rebelarse frente ellas.
Hay que agradecer a tales sindicalistas que, con tal acto, la sociedad
española se concienciara del impacto que tales políticas están teniendo
en nuestro país.