La Navidad es la época del año en la que mayor número de juguetes se vende. Las distintas asociaciones y organizaciones medioambientales aconsejan que esta compra sea responsable: el juguete se debe adaptar a la edad del niño y desarrollar las múltiples facetas de su personalidad, a la vez que le entretenga, fomente comportamientos cívicos y solidarios y deseche otros sexistas o bélicos, y que no resulten tóxicos para la salud y el medio ambiente. Los juguetes ecológicos son, en este sentido, una buena opción para regalar en estas fiestas.
La mayoría de los juguetes carecen del ecologismo entre sus prioridades. Para empezar, a menudo se fabrican con algún tipo de plástico que tarda cientos de años en desintegrarse. Dentro de este grupo de plásticos, uno de los más utilizados es el PVC, que puede resultar muy contaminante si no recibe un tratamiento adecuado para su eliminación. El PVC, a menudo, lleva aditivos para que obtenga diversas propiedades. Uno de ellos, los ftalatos, utilizados para hacer productos blandos o elásticos, son un motivo de enfrentamiento entre fabricantes y ecologistas por sus posibles efectos tóxicos. La Comisión Europea prohibía en 2005 la utilización de una serie de ftalatos (DINP, DEHP, DBP, DIDP, DNOP y BBP) en el PVC de juguetes y artículos de puericultura que niños menores de tres años se puedan llevar a la boca.
Un juguete ecológico debe componerse de materiales naturales y biodegradables, como la madera, el corcho, el papel y el cartón reciclados y blanqueados sin cloro, tejidos de cultivo ecológico y no contener fertilizantes ni pesticidas sintéticos. Las pinturas deben ser el resultado de tintes vegetales, libres de metales pesados y disolventes químicos. Hay juguetes que se realizan de forma artesanal en diversas partes del mundo elaborados a partir de materiales naturales locales, como hojas de maíz, madera de bambú, etc.
En el mercado hay cada vez más juegos y juguetes que potencian actitudes de respeto ambiental, como kits para fabricar papel reciclado, semilleros de plantas para reforestar bosques, experimentos con energía solar, etc. También son dignos de destacar los juguetes realizados a partir del reciclaje de materiales en desuso o de desecho, o los libros que enseñan a crear a los niños sus propios juegos.
En cuanto a los juguetes con pilas, además de suponer un gasto adicional, contienen metales pesados nocivos para la salud, como el mercurio, el cadmio y el plomo, y en la mayoría de las ocasiones no aportan un valor especial. Si aún así se compra un juguete con pilas, cuando se agoten, hay que depositarlas en contenedores especiales para evitar que lleguen a contaminar el medio ambiente y facilitar su reciclaje, en especial las pilas de botón, que contienen más mercurio. Una opción intermedia sería comprar pilas recargables con un cargador que utilice placas solares.
Los residuos que generan los envases y embalajes son un problema serio para el medio ambiente. Por ello, al ir a la tienda, se deben comprar juguetes con envases retornables, llevar una bolsa propia en vez de utilizar las bolsas de plástico de un solo uso y guardar el papel de regalo para otras hasta que sea inservible y se recicle.
De esta manera, los niños pueden interiorizar pautas ecologistas cuando juegan, además de hacerlo con la luz del día, coger la bicicleta y andar en patín, en lugar de utilizar juguetes eléctricos o con gasóleo. En definitiva, la labor de los padres y educadores es fundamental, puesto que van a ser el modelo que seguirán los niños.
En el mercado hay cada vez más juegos y juguetes que potencian actitudes de respeto ambiental, como kits para fabricar papel reciclado, semilleros de plantas para reforestar bosques, experimentos con energía solar, etc. También son dignos de destacar los juguetes realizados a partir del reciclaje de materiales en desuso o de desecho, o los libros que enseñan a crear a los niños sus propios juegos.
En cuanto a los juguetes con pilas, además de suponer un gasto adicional, contienen metales pesados nocivos para la salud, como el mercurio, el cadmio y el plomo, y en la mayoría de las ocasiones no aportan un valor especial. Si aún así se compra un juguete con pilas, cuando se agoten, hay que depositarlas en contenedores especiales para evitar que lleguen a contaminar el medio ambiente y facilitar su reciclaje, en especial las pilas de botón, que contienen más mercurio. Una opción intermedia sería comprar pilas recargables con un cargador que utilice placas solares.
Los residuos que generan los envases y embalajes son un problema serio para el medio ambiente. Por ello, al ir a la tienda, se deben comprar juguetes con envases retornables, llevar una bolsa propia en vez de utilizar las bolsas de plástico de un solo uso y guardar el papel de regalo para otras hasta que sea inservible y se recicle.
De esta manera, los niños pueden interiorizar pautas ecologistas cuando juegan, además de hacerlo con la luz del día, coger la bicicleta y andar en patín, en lugar de utilizar juguetes eléctricos o con gasóleo. En definitiva, la labor de los padres y educadores es fundamental, puesto que van a ser el modelo que seguirán los niños.
ALEX FERNÁNDEZ MUERZA - www.consumer.es – EROSKI