"Yo no sé si Dios existe, pero si existe, sé que no le va a molestar mi duda".
Mario Benedetti
miércoles, 28 de julio de 2010
PERSECUTA - MARIO BENEDETTI
Como en tantas y tantas de sus pesadillas,
empezó a huir despavorido. Las botas de sus
perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas
secas. Las omnipotentes zancadas se acercaban a un
ritmo enloquecido y enloquecedor.
Hasta no hace mucho, siempre que entraba en
una pesadilla, su salvación había consistido en
despertar, pero a esta altura los perseguidores habían
aprendido esa estratagema y ya no se dejaban sorprender.
Sin embargo esta vez volvió a sorprenderlos.
Precisamente en el instante en que los sabuesos creyeron
que iba a despertar, él, sencillamente, soñó que se
dormía.
Mario Benedetti
empezó a huir despavorido. Las botas de sus
perseguidores sonaban y resonaban sobre las hojas
secas. Las omnipotentes zancadas se acercaban a un
ritmo enloquecido y enloquecedor.
Hasta no hace mucho, siempre que entraba en
una pesadilla, su salvación había consistido en
despertar, pero a esta altura los perseguidores habían
aprendido esa estratagema y ya no se dejaban sorprender.
Sin embargo esta vez volvió a sorprenderlos.
Precisamente en el instante en que los sabuesos creyeron
que iba a despertar, él, sencillamente, soñó que se
dormía.
Mario Benedetti
OLÉ CATALUÑA!!! (CIFU)
El pasado miércoles, que es cuando les escribo esto, se aprobó en el Parlament de Cataluña la abolición de las corridas de toros a partir de enero del próximo 2012. La noticia me pilló en Murcia, e iba conduciendo con la radio puesta cuando me sorprendió el cataclismo mediático que a partir de ese momento se ha generado con la prohibición, de la que me enorgullezco dado que como he manifestado en varias ocasiones, me declaro antitaurino y contra cualquier versión de las que en este país abundan respecto a lo que viene a ser el maltrato hacia los animales, que en España está dominada por el maltrato a lo que en realidad viene a ser un símbolo patrio como es el toro, lo cual viene a ser toda una contradicción.
Existe toda una larga tradición bastante talibana que defienden a capa y espada los defensores de “la fiesta nacional”, como si el maltrato a estos animales tuviera que ser digerido y admitido por el común de los ciudadanos, incluidos los que estamos en contra, y a los que se nos pide sencillamente que “miremos para otro lado”, o sencillamente no vayamos a las corridas.
Pero es que las cosas no son tan simples, porque si yo escucho por ejemplo cómo algún machorro sin escrúpulos maltrata a una mujer no voy a mirar a otro lado o hacer oídos sordos: voy a llamar a la policía y voy a hacer lo que esté en mi mano para impedir esa agresión que considero intolerable ; y si presencio alguna vejación xenófoba de esas que tanto se estilan por desgracia en el entorno brutal de los seres humanos, tampoco voy a poder quedarme quieto, como no me puedo quedar quieto en general en presencia de cualquier formato de violencia, injusticia o abuso, dado que como animal supuestamente racional que soy, no puedo ni quiero tolerar ese tipo de comportamientos salvajes a mi alrededor, dado que lo que quiero es ver que la vida y su entorno natural conviven en paz buscando un camino común de desarrollo y armonía.
Ya bastante degeneración desarrolla el ser humano con los de su propia especie, como para que nuestro modelo cultural pretenda difundir como un hecho educativo y tradicional la defensa del maltrato a uno de los animales más hermosos que existen.
Cuando iba oyendo como les decía, las barbaridades que comentaban en la radio no me podía creer que estuviera en este planeta: decían que este país tradicionalmente había sido defensor de la paella, el flamenco, la tortilla de patata, las sevillanas y que el toreo era la fiesta nacional, y que quien no gustase de esas viandas no podía considerarse “español”. En fin.
Yo desde luego no reniego ni del flamenco ni de la paella ni de la tortilla de patata, por supuesto, pero paso de ser ese tipo de español que considera “la fiesta nacional” como la consagración del espíritu patrio, y que además tiene una escasa tolerancia a quienes no son como él. Si pretenden seguir anclados en la oscuridad de las tenebrosas escenas taurinas de Goya, yo a ojos cerrados me quedo con “La maja desnuda”, que sin duda tiene mucha más molla.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-
Existe toda una larga tradición bastante talibana que defienden a capa y espada los defensores de “la fiesta nacional”, como si el maltrato a estos animales tuviera que ser digerido y admitido por el común de los ciudadanos, incluidos los que estamos en contra, y a los que se nos pide sencillamente que “miremos para otro lado”, o sencillamente no vayamos a las corridas.
Pero es que las cosas no son tan simples, porque si yo escucho por ejemplo cómo algún machorro sin escrúpulos maltrata a una mujer no voy a mirar a otro lado o hacer oídos sordos: voy a llamar a la policía y voy a hacer lo que esté en mi mano para impedir esa agresión que considero intolerable ; y si presencio alguna vejación xenófoba de esas que tanto se estilan por desgracia en el entorno brutal de los seres humanos, tampoco voy a poder quedarme quieto, como no me puedo quedar quieto en general en presencia de cualquier formato de violencia, injusticia o abuso, dado que como animal supuestamente racional que soy, no puedo ni quiero tolerar ese tipo de comportamientos salvajes a mi alrededor, dado que lo que quiero es ver que la vida y su entorno natural conviven en paz buscando un camino común de desarrollo y armonía.
Ya bastante degeneración desarrolla el ser humano con los de su propia especie, como para que nuestro modelo cultural pretenda difundir como un hecho educativo y tradicional la defensa del maltrato a uno de los animales más hermosos que existen.
Cuando iba oyendo como les decía, las barbaridades que comentaban en la radio no me podía creer que estuviera en este planeta: decían que este país tradicionalmente había sido defensor de la paella, el flamenco, la tortilla de patata, las sevillanas y que el toreo era la fiesta nacional, y que quien no gustase de esas viandas no podía considerarse “español”. En fin.
Yo desde luego no reniego ni del flamenco ni de la paella ni de la tortilla de patata, por supuesto, pero paso de ser ese tipo de español que considera “la fiesta nacional” como la consagración del espíritu patrio, y que además tiene una escasa tolerancia a quienes no son como él. Si pretenden seguir anclados en la oscuridad de las tenebrosas escenas taurinas de Goya, yo a ojos cerrados me quedo con “La maja desnuda”, que sin duda tiene mucha más molla.
Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-
Etiquetas:
ARTICULOS OPINIÓN - JESÚS CIFUENTES
Suscribirse a:
Entradas (Atom)