martes, 24 de julio de 2012

Nos hunden la incompetencia y la mentira (JUAN TORRES LÓPEZ)

Publicado en Público.es el 24 de julio de 2012

España está en situación límite. Tal y como desean los grandes centros del poder oligárquico europeo, la subida de los tipos a los que se coloca nuestra deuda hará imposible su financiación y así se justificará la intervención global que vienen buscando. El Banco Central Europeo está haciendo el trabajo sucio desde hace meses, dejando que los especuladores se ensañen sin hacer nada para evitarlo, pero no se puede decir que sea el único responsable.
La verdad es que nuestros gobernantes son igualmente culpables de la situación extrema en la que nos encontramos porque vienen tomando desde hace meses una serie de medidas erróneas que era inevitable que nos llevaran al desastre, como hemos ido anticipando con total precisión los economistas críticos.
Venimos diciendo que permanecer en el euro sin unión fiscal (auténtica y no solo como un directorio que imponga disciplina presupuestaria), sin que exista un fondo europeo de rescate de los bancos (porque su situación patrimonial no puede resolverse con estrategias nacionales sino con una europea) y sin que el Banco Central Europeo actúe como un verdadero banco central que financie a los estados a bajo coste y que acabe con los especuladores para que la crisis de liquidez no se convierta artificial e innecesariamente en una de solvencia, era y es un suicidio económico, como ya estamos comprobando.
Hemos dicho por activa y por pasiva que dedicar miles millones a la banca sin conocer exactamente su auténtica situación patrimonial no resolvería nada, como seguimos comprobando después de varias reformas e inyecciones de liquidez.
También advertimos que optar por la política de fusiones de cajas, que era la estrategia que deseaban los bancos grandes para quedarse finalmente con su mercado, era una barbaridad que solo iba a dejar cadáveres muy costosos en el camino y solo más privilegios para quienes han provocado la situación financiera lamentable en la que nos encontramos, como también hemos podido comprobar ya.
Hemos demostrado que la experiencia y la evidencia empírica indican que las políticas de recortes de gasto en fases de crisis son una aberración que ni sirven para salir de ella ni para financiar mejor la deuda, como también se ha comprobado ya. Y hemos puesto de manifiesto que, además de ser tremendamente injustos, los recortes de derechos sociales son innecesarios (porque hay otras vías para obtener los recursos que se necesitan) y que crean una situación de emergencia social y de insostenibilidad que solo va a traer conflictos y perturbaciones ciudadanas muy graves, como estamos empezando a vivir.
Estamos, pues, donde estamos porque nuestros gobernantes han sido unos auténticos incompetentes. No tienen un plan de actuación previsto (como demuestra la improvisación constante), no saben lo que quieren o deben hacer (como indican las constantes idas y venidas), y no tienen la más mínima idea del efecto de las medidas que toman, como pone de manifiesto el que no acierten ni en una sola de sus previsiones.
Pero, además, los gobernantes del PP son unos mentirosos compulsivos (como Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo hemos demostrado en nuestro libro Lo que España necesita), unos trileros que se creen que pueden engañar a los mercados y a las autoridades europeas a base de hacer las mismas trampas que hacen a su electorado y a todos los españoles. Lo que naturalmente tiene un efecto desastroso sobre las apuestas especulativas de los mercados que les ganan constantemente la partida, como muestra el alza acelerada de la prima de riesgo desde que gobierna Rajoy.
El gobierno del PP no ha sabido defender los intereses de España en Europa y los ha traicionado al renunciar a enfrentarse a las imposiciones constantes de sus centros de poder. Sus dirigentes creyeron estúpidamente que su sola presencia en el Ejecutivo sería suficiente para dar la vuelta a la situación (“Que caiga España que ya la levantaremos nosotros”, decía Montoro en 2010) y en lugar de sincerarse con la ciudadanía se dedican a justificar su estrepitoso fracaso con el recurso a la herencia de Zapatero, un discurso que ya es sencillamente infame cuando día a día se comprueba que los ayuntamientos o comunidades autónomas en peor situación son las que el PP ha gobernado.
No pasa un día sin que nos llevemos un sobresalto o contemplemos una señal más de su incompetencia: ayer, la prima de riesgo volvía a desbocarse (como Vicenç Navarro y yo habíamos advertido que iba a suceder después del rescate bancario de junio, que Rajoy y el Rey decían que arreglaba nuestro problema financiero). Y el mismo Ministro de Economía que está constantemente actuando para ganarse la confianza de los mercados denunciaba ayer su “irracionalidad”, como si fuera un extremista antisistema cualquiera.
Hay que exigir que no sigan mintiendo más. Es imprescindible poner fin al engaño electoral y a la incompetencia que nos lleva al desastre. España debe y puede hacerse fuerte. En ninguna ley natural está escrito que el destino de nuestro pueblo tenga que ser el doblegarse a las imposiciones de poderes financieros extranjeros o soportar en silencio los destrozos de un gobierno que traiciona los intereses nacionales. Como también venimos demostrando los economistas alternativos, los técnicos de Hacienda, los movimientos y organizaciones sociales…, hay medidas de otro tipo y un horizonte diferente que nos permite resolver de otro modo nuestros problemas económicos, aunque es cierto que para ponerlos en marcha se necesita voluntad política y más fuerza social, solo posibles en una verdadera democracia, que es lo que nos falta.
Renunciando a ser libres (como ha reconocido Rajoy en el Congreso) y gobernando en contra de las preferencias de la mayoría de la población, en contra de lo prometido en su programa electoral y a base de decretos, el PP ha suspendido de facto la democracia en España. Y los españoles demócratas de todas las sensibilidades y tendencias tenemos el derecho y la obligación de recuperarla, por dignidad y para evitar la ruina que produce tanta mentira e incompetencia.

¿Por qué la sabiduría convencional está equivocada? (VICENÇ NAVARRO)

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 24 de julio de 2012

Este artículo critica la postura, reflejada en una reciente editorial de El País, que asume que los mercados financieros debían responder favorablemente a las políticas de austeridad que está realizando el gobierno Rajoy. El artículo cuestiona tales supuestos.

El editorial de El País del pasado 21 de julio (“Situación crítica”) presenta la postura que caracteriza el pensamiento dominante en el establishment español sobre la situación financiera del país. Tal editorial indica que los mercados financieros no están respondiendo a las medidas de austeridad muy marcada puestas en marcha por el gobierno español presidido por el Sr. Rajoy. Por el tono del editorial, su autor parece asumir que los mercados deberían haber tomado nota de tales medidas y recuperar su confianza en el Estado español, exigiendo unos intereses más bajos a su deuda pública, los cuales han alcanzado niveles que son inasumibles. Este supuesto que asume que el Estado español “tiene que hacer sus deberes” (lo cual implica en el lenguaje del establishment español recortar y recortar gasto público, entre otras medidas, para reducir el déficit público) a fin de recuperar “la famosa confianza de los mercados” está justificando toda una serie de medidas que están llevando al país al desastre. Ignora, además, un hecho clave: el tamaño de la deuda pública y del déficit no es la causa de que la prima de riesgo esté ya por las nubes en España.
¿Cuál es, pues, la causa? Y la respuesta la hemos estado señalando unos pocos sin que se nos hiciera caso desde hace ya tiempo. El hecho de que España tenga una prima de riesgo tan elevada se debe a dos factores. Uno, a que España no tiene un Banco Central. Si lo tuviera, éste haría lo que hace un Banco Central digno de su nombre: imprimiría moneda y con ella compraría deuda pública, forzando la bajada de los intereses de su deuda. Esto es lo que hace el Banco Central estadounidense (The Federal Reserve Board), el Banco de Inglaterra, el Banco del Japón y un largo etcétera. El editorialista de El País no ha captado todavía (como tampoco lo ha captado el establishment español) que los intereses de la deuda pública no los determinan los mercados financieros, sino predominantemente el Banco Central del país que genera la deuda. Al no tener un Banco Central, consecuencia de estar en la Eurozona, España no puede regular los intereses de su deuda pública. Y como consecuencia, éstos suben y suben porque es lo que le conviene a los mercados financieros, que se ceban y enriquecen a base de tales escaladas en el precio de la deuda.
El segundo hecho que explica la elevada prima de riesgo de la deuda pública española es que, además de no tener un Banco Central, el que así se llama en la Eurozona (el Banco Central Europeo (BCE)) no es un Banco Central, sino que es predominantemente un lobby de la banca alemana. El establishment español parece que no ha captado esto tampoco. Si fuera un Banco Central imprimiría dinero y compraría la deuda pública de los Estados de la Eurozona que pagan unos intereses exagerados por su deuda. Con ello, los intereses bajarían. Pero el BCE no hace esto. Dice que lo tiene prohibido (aunque lo hace muy de vez en cuando, en situaciones extremas). Lo que sí hace es imprimir dinero y se lo presta a la banca privada a unos intereses muy bajos (0,75%) y con este dinero la banca compra deuda pública a unos intereses elevadísimos (un 7% y un 6% en el caso español e italiano). ¡Un negocio redondo!
Ahora bien, el BCE se pasó de rosca. Y ahora, la banca privada (incluyendo la alemana) está llena de bonos públicos y privados de los países periféricos y le preocupa que ahora los Estados de estos países no puedan pagar. Alemania posee la friolera cantidad de 770.000 millones de euros de deuda pública y privada de los países intervenidos (Grecia, Portugal, Irlanda y España). De ellos, 274.000 millones en España. Los dos bancos alemanes más importantes, el Deutsche Bank y el Commerzbank, tienen cada uno 14.000 millones de euros. La banca alemana tiene gran cantidad de deuda pública y privada española (que le ha proporcionado excelentes intereses, y por lo tanto, beneficios), y ahora quiere asegurarse de que España no colapse y se quede sin cobrar la deuda. De ahí la “ayuda” financiera, que en realidad es ayuda a la banca alemana. Y de ahí que el BCE esté presionando para que estos Estados paguen lo que deben a los bancos alemanes, entre otros. La famosa ayuda financiera a la banca española (100.000 millones de euros) es primordialmente una ayuda a la banca alemana (entre otros bancos) tal como indicó recientemente con toda franqueza Peter Bofinger, consejero económico del gobierno Merkel en su entrevista a Der Spiegel (14.07.12), señalando que “esta ayuda no es a estos países, sino a nuestros propios bancos, que tienen gran cantidad de la deuda privada en aquellos países” (ver mi artículo “La economía alemana no es un ejemplo” en www.vnavarro.org).
Una última observación. Creerse que el euro está en peligro porque la prima de riesgo española está en las nubes (como asume también el editorial de El País) es desconocer el sistema de gobierno de la Eurozona. El euro le está yendo pero que muy bien al Estado alemán y a la banca alemana. Como he detallado en otro artículo (ver artículo citado) a los mayores bancos alemanes les está yendo muy bien, y los bonos públicos del Estado alemán son los más seguros que hay en el mundo (junto con los estadounidenses). ¿Dónde está, pues, el problema del euro?
El problema para el euro y para la banca alemana sería si España se saliera del euro, que es lo último que el establishment alemán y europeo desearían, pero que España debería considerar seriamente como alternativa. El BCE no cambiará a no ser que perciba el peligro que supone para la banca alemana que España salga del euro. Y tal percepción no ocurrirá mientras el gobierno español siga dócilmente lo que le digan el BCE y la Comisión Europea, pues los intereses de éstos no son los intereses de la población española, sino los intereses financieros alemanes que dominan aquellas instituciones. Pedirle al BCE que ayude al Estado español porque éste “está haciendo sus deberes” (tal como termina el editorial de El País) es no entender quién y cómo la Eurozona está gobernada.