miércoles, 15 de diciembre de 2010

HASTA SIEMPRE, ENRIQUE MORENTE

Enrique Morente ha fallecido en la clínica madrileña La Luz. El cantaor, que llevaba varios días en coma inducido, fue ingresado la pasada semana para ser intervenido de un cáncer de estómago y operado de nuevo horas después con motivo de una hemorragia. La clínica se ha convertido en un punto de encuentro de artistas amigos del cantaor, quienes han arropado a la familia en los últimos días. En el momento de producirse el fallecimiento, se encontraban, entre otros, Joaquín Sabina, Arcángel, el productor Javier Limón y Carmen Linares.
"La familia Morente anuncia que hoy, lunes 13 de diciembre, pasadas las 17 horas, Enrique Morente ha fallecido. Después de varios días de denodada lucha contra la muerte, Enrique Morente, un creador único y una persona maravillosa, deja un enorme vacío en nuestros corazones y en el de la música, a los que se dedicó por entero y con entrega a lo largo de toda su vida", señala un comunicado de su familia.
En el mismo, reiteran su gratitud con las personas que han mostrado su cariño y afecto al artista en los últimos días y señalan que los datos del sepelio serán facilitados posteriormente. Según fuentes cercanas al cantaor, la capilla ardiente quedará se instalará mañana a la una de la tarde en la sede de la SGAE en Madrid (calle de Fernando VI, 4), aunque los primeros momentos se reservarán para los más allegados al fallecido y no se abrirá al público hasta dos horas después. Posteriormente los restos mortales del músico serán trasladados para su entierro a Granada, su ciudad natal.

Innovador del flamenco

Si a Camarón se le atribuye la popularización del flamenco, a Morente se le puede adjudicar el título de gran innovador del género, una tarea que arrancó en 1996 con Omega, el disco que grabó con Lagartija Nick en el que fusionaba el flamenco con el rock alternativo, y que nunca abandonó del todo. La osadía y la provocación marcaron una carrera dedicada a fusionar el flamenco de raíz con todas las músicas posibles. Junto con el guitarrista Paco de Lucía, Morente estaba considerado como una de las figuras más emblemáticas de una música que también puede identificarse como una manera de vivir.
Mientras ha durado la hospitalización, el músico ha estado acompañado por su esposa Aurora, sus tres hijos y muchos de sus amigos más íntimos que no han parado de llorar desde que se conoció la gravedad del caso. El cantaor, que hace menos de un mes estaba cantando, suspendió las actuaciones previstas para mediados de diciembre tras las complicaciones postoperatorias. Para el próximo marzo, estaba previsto el lanzamiento de El barbero de Picasso, un disco y un documental en el que profundizaba aún más en la figura del pintor malagueño, al que ya había dedicado otros discos.
La noticia de su fallecimiento ha caído como una bomba entre sus numerosos seguidores y en general en el mundo de la música. Apenas hace unas semanas fallecía Marío Pacheco, productor de algunos de los discos flamencos más importantes de las últimas décadas, y ahora desaparece uno de los artistas fundamentales del género.


Varios discos pendientes

Nacido en Granada, en el barrio del Albaicín, el cantaor que más innovó en un género donde impera la ortodoxia tenía varios discos entre manos pendientes. Hace poco más de una semana, mientras participaba personalmente en Madrid en las oficinas de Universal en las mezclas de El barbero de Picasso, ya hacía planes para el próximo: "En cuanto acabemos con esto nos metemos con el percusionista Mark Roadh", comentó en Universal. Como siempre, quería seguir trasgrediendo. Compaginaba su tarea como músico con la producción de los discos de su hija Estrella Morente.
El barbero de Picasso incluye, entre otros temas, El ángel caído, una canción dedicada a Antonio Vega que el cantaor interpretó en el homenaje al creador de La chica de ayer. Junto al CD se ha grabado documental en el que se ve a Morente en el Museo Reina Sofía cantando junto al Guernica de Picasso, en Granada en escenarios escogidos personalmente por él, en el Liceo acompañado por Eric Jiménez, batería de Los planetas, y en el museo de la localidad madrileña de Buitrago de Lozoya, donde se exhibe la colección de Eugenio Arias, peluquero y amigo del pintor malagueño. El documental, dirigido por Emilio Borrachina, se estrenará en el Festival de Cine de Málaga.
Morente que había creado su propio sello, Discos Pobreticos, había grabado con casi todas las grandes compañías pero firmó en los últimos tiempos una licencia exclusiva con Universal. Las personas que le conocían además de admirarle como cantaor destacan su importancia como creador. Siempre andaba con mil ideas en la cabeza. En su casa de Granada, en el barrio de casas encaladas del Albaicín, instaló su propio estudio y en su ordenador reposan muchos proyectos en marcha y sin concluir del todo. Era tan perfeccionista que nunca daba un trabajo por acabado. Literalmente había que arrancarle los discos de la mano.
"Nunca he pretendido innovar sino crear y expresarme", aseguró con motivo de la reedición de Omega, el disco que supuso una inflexión en su carrera y que tuvo una continuidad en colaboraciones con Señor Chinarro, el guitarrista Pat Metheny y discos como El pequeño Reloj (1993) y Morente sueña la Alambra (1995). Antes había grabado al menos una docena de álbumes cultivando a los clásicos.


Creador infatigable

Morente se conocía bien. Cuando se metía en el estudio para grabar entraba por una puerta y salía por la contraria. Definía sus grabaciones como "tornados" en los que se fundía la raíz del flamenco con cualquier música posible. Creador incansable pero también gran disperso, solía bromear con que le hubiera gustado ser cantante de rock. Amigo de Antonio Arias y de Jota, cantante de Los Planetas, compartía con ambos sus ansias de experimentar con los sonidos del pasado y el futuro. Desde que publicó el disco Pablo de Málaga quedó prendado de los sonidos de la batería de Eric Jiménez -también integrante de Los Planetas- con el que mantenía una de sus vías creativas sobre lo que él denominaba como el silencio del cante.
El día de Navidad el cantaor hubiera cumplido 68 años, una edad impensable para cualquiera que lo conociera. Era un personaje tan bonachón y con tanta energía que parecía mucho más joven. Humilde como solo los genios pueden serlo, gran conversador, con un sentido del humor agudísimo y una personalidad increíble, el mundo del flamenco pierde a un personaje irrepetible. Su aprendizaje fue autodidacta. Creció escuchando en la radio a los antiguos, especialmente a Antonio Chacón. Ejerció como cantor de la catedral antes de partir hacia Madrid a los 17 años para desarrollar su carrera. Con el tiempo acabaría por volver a su Granada natal donde se instaló en un carmen (casa popular) y donde ejercía como gran maestro de ceremonias.


Adiós a Morente, inteligencia del cante (por Miguel Mora)

Se apagaron los melismas morentianos. Se ha muerto Morente. Se nos fue El Maestro. El Ronco del Albaicín, como le gustaba llamarse a sí mismo, ya no nos estremecerá más con su voz herrumbrosa, su cante sin trampas y su pellizco inimitable. Enrique Morente Cotelo (Granada, 1942), cantaor excelso, bohemio de manual y uno de los músicos más importantes del siglo XX español, falleció ayer en la clínica La Luz de Madrid a causa de complicaciones en el posoperatorio de una intervención de estómago. La capilla ardiente se instalará hoy a partir de las 15.00 en la sede madrileña de la SGAE. Será enterrado en Granada, dejando una obra redonda, enciclopédica y revolucionaria a la vez, cumbre del arte flamenco de todos los tiempos.
Morente fue el Picasso del cante, el cantaor libre, el artista que se atrevió a meter mano en un tesoro que muchos juzgaban intocable y que, pese a los truenos de los puristas, renovó formas, músicas, letras y vísceras.
Genial siguiriyero, creador de fandangos y alegrías personales, prodigioso investigador de las infinitas veredas de la soleá (que él convirtió en un réquiem rítmico y desolado), Morente fue además refundador de cantes como la cabal, la caña y el polo, la toná y el martinete, la granaína y la malagueña, la cartagenera y los tientos y los tangos. Su arte por derecho, su fina inteligencia, su sensibilidad y afición, y una ironía ferozmente tierna le unían al tronco más noble del flamenco.
Sin tradición familiar (aunque decía que su madre era una gran cantante de saetas), Morente aprendió de joven el tesoro clásico en la cátedra madrileña de Zambra con los fenómenos antiguos: Juan Varea, Pericón, Pepe el de la Matrona, El Gallina... Y en los años sesenta y setenta se convirtió, junto a Paco de Lucía y Camarón de la Isla, en el principal artífice de la última gran renovación del cante, de su mezcla con todas las músicas y su reconocimiento como un arte universal. El viernes el embajador de Francia le iba a entregar la medalla de Caballero de la Legión de Honor.
Una genialidad casi involuntaria, sin artificios, y su constante esfuerzo por buscar siempre el camino más libre y arriesgado (y por tanto el menos comercial) le ayudaron a la incorporación de la mejor poesía en español al aullido jondo. "Los poetas son la gente que más quiero", declaró en una entrevista a EL PAÍS pocos días antes de un inolvidable recital en el teatro de la Zarzuela, en 1995.
Siendo el flamenco más moderno, el único cantaor capaz de atreverse a meter la siguiriya de Manuel Torre y los versos de Poeta en Nueva York entre las guitarras trash metal de Lagartija Nick (con quienes grabó en 1995 el disco Omega, una de sus obras mayores), Morente era también el último cantaor bohemio.
Combinaba un amor al cante añejo y una actitud vital anárquica, abierta a las juergas de tres noches con sus días. En sus bares favoritos, el Candela, garito flamenco de Madrid desaparecido con su dueño Miguel, y La Tertulia, de Granada, al que llamaba Muermulia (de muermo), fue de largo el mejor cliente durante décadas. "Los flamencos, con comer una vez al día y beber el resto tenemos bastante", solía decir.
Entre esas dos ciudades vivió siempre, de la calle de Embajadores, cerca del Rastro, al Albaicín. Su alma era más gitana que la de los gitanos. Con la bailaora calé Aurora Carbonell formó una prole extraordinaria: Estrella, de 30 años, figura del flamenco desde los 18; Soleá, de 25, licenciada en Filología, y Kike, de 20, cantaor en ciernes.
"Estamos vivos de milagro" era otra de sus frases favoritas: su sentido común daba casi siempre en la diana de este azar incomprensible que es la vida. Y la muerte: poco antes de entrar en el quirófano, Morente le dijo a su amigo Juan Verdú con su sarcasmo de seda: "¿Y qué le vamos a hacer si solo tenemos un esófago y un estómago, Juanico?".
El primer flamenco que ganó el Premio Nacional de Música, en 1995, sufrió también críticas feroces, algún que otro petardazo. Ni el éxito ni el olvido le cambiaron. Vivió ajeno a modas y mercados, agarrado a los amigos, la familia, el cante y la poesía, disfrutando y sufriendo a partes iguales su talento y su genio. Morente nunca sometió su creatividad a la censura ni a la autocensura. La importancia de su figura estriba sobre todo en su exquisita relectura de la mejor tradición y de la poesía.
Sobre el escenario, habitaba en una dimensión misteriosa. Seguramente ni él mismo sabía de qué pasta estaba hecho ese cuajo para olvidarse del público, agarrarse la chaqueta con la mano izquierda, abrir la derecha con elegancia, mirarse dentro y explicar toda la tristeza del mundo con un ay.
Locoide, agitador y símbolo, como persona fue uno de esos tipos entrañables y maravillosos que reconcilia a sus amigos y contemporáneos con su tiempo y su patria (si la hubiere). Marcó una era y creó una escuela (Mayte Martín, Miguel Poveda, su hija y otros muchos jóvenes han bebido de su fuente), pero seguía siendo encantador y sencillo.
Su país le conoce poco y mal. Pero su humor y su generosidad han abierto cabezas; su mezcla de compromiso, genio y bohemia ha enseñado a muchos a resistir, creer y crecer; y su heterodoxia de enorme precisión quedará como un modelo de libertad.


Hoy le lloran, ayer le criticaban (por José Mercé)

Yo acababa de llegar a Madrid con 13 años, pero ya le admiraba. Y enseguida nos caímos bien, aunque no tiene mérito, porque entenderse con Enrique era muy fácil. Y desde entonces ya no dejamos de vernos jamás. Hemos sido compañeros muchas veces y ha sido un maestro sobrio, serio, ortodoxo, un cantaor con madera y muy de verdad.
¡Y qué buen humor tenía! Creo que era en esa época cuando le gastábamos bromas en el teatro donde actuábamos y le escondíamos la silla cuando se levantaba a cantar. A mí me aguantaba mucho... Me llamaba El Manolete de Jerez, por eso de que era muy latoso. Él era un hombre muy llano, simpático y amante del cachondeo. Le encantaba eso de juntarse con cuatro o cinco, pedir una copita y escuchar cantar a alguien. En esta cofradía nuestra de los gitanos siempre fue uno más.
Enrique arriesgaba y se lo jugaba todo cada noche porque era un innovador, iba por delante del resto. Su flamenco era abierto, renovador... y a mí me encantaba que fuera así. Pero se llevó por eso muchos palos, demasiados. Hubo un tiempo en el que iba a los festivales de Andalucía y le silbaban, no le dejaban siquiera trabajar. Yo le he visto llorar cuando por las mañanas me enseñaba destrozado las críticas que se publicaban. En aquella época, cuando trabajábamos en los tablaos de Madrid y empezaban los festivales de Andalucía, una crítica así en un periódico importante te dejaba sin comer. Pero luego, claro, cuando tuvo nombre y se convirtió en lo que era hoy, todos los que ladraban se pusieron a su lado.
Hoy Enrique se podía permitir el lujo de hacer lo que le diera la real gana. Y hacía muy bien, con toda esa experiencia y sabiduría que tenía. Ha sido un cantaor de mucha clase, mucha elegancia. Su innovación ha creado escuela entre los jóvenes. De hecho, hay algunos que incluso le imitan la voz.
Enrique vivía para esto, lo suyo era una entrega total. Todavía era joven y le quedaban muchas cosas por hacer. Pasará muchísimo tiempo hasta que salga alguien como él. Es una pérdida descomunal. Pero nunca se reconoce verdaderamente a los artistas hasta que no se van. Ahora dirán gloria bendita, dirán que ha sido un genio... y lo fue, pero lo dirán los mismos que alguna vez le criticaron por arriesgar.



Magisterio de un auténtico heterodoxo (J.M. Caballero Bonald)

En la personalidad de Enrique Morente concurre la más notoria clave comunicativa del flamenco: esa poderosa capacidad para adecuar a las exigencias musicales del cante incluso lo que no procede de las habituales canteras temáticas del cante. Es lo que se podría aplicar a esos grandes cantaores históricos que fueron también grandes recreadores formales. Morente puede considerarse un paradigma contemporáneo en este sentido.
Aparentemente desentendido de la tradición estricta del cante, su obra testifica todo lo contrario: en ningún momento dejó de elaborar una especie de remodelación estilística de esa tradición. Vendría a ser como un heterodoxo que defendió una nueva ortodoxia. El hecho de elegir los argumentos más desusados no le impedía producir una versión flamenca irreprochable. Esa consabida operación de sacar a flote la intimidad por medio del ritmo -tan propia también del jazz- hizo de Morente un hito fundamental en la evolución cíclica del cante. Todo lo que interpretó, aun lo más deliberadamente divorciado de los primitivos cánones flamencos, supuso a la larga un modelo de emocionante integridad flamenca. En su discografía abundan estos singulares modos de sortear los más palmarios riesgos para recrear a su excelente manera lo ya creado. Morente siempre fue capaz de reunir en un insuperable arquetipo flamenco la maestría y el duende, el conocimiento y la pasión.


El cantaor de flamenco despertó en vida la admiración de las más diversas personalidades del mundo de la cultura. 

Ángeles González-Sinde, Ministra de Cultura. La muerte del cantaor Enrique Morente es para la Ministra, "un mazazo de dimensiones descomunales para el mundo del flamenco", no solo porque fuera "un genio musicalmente", sino porque deja un vacío "como el que dejó el bailaor Antonio Gades."
Bibana Aído, secretaria de Estado de Igualdad y ex directora de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, ha preferido recordarlo vivo: "las leyendas del arte no mueren viejas. Y él era una leyenda". Morente, ha dicho, seguirá vivo mientras permanezca en la memoria de los aficionados. "Nos quedará su voz; dicen que las personas están vivas mientras permanece su legado, es con lo que tenemos que quedarnos", ha dicho.

Alejandro Sanz, cantante. "Morente se fue. Hasta siempre, maestro", con este mensaje a través de la red Twitter, Sanz expresó su pesar por la muerte del cantaor.

Eva Yerbabuena, bailaora. La bailaora granadina Eva Yerbabuena ha afirmado, en declaraciones a Europa Press, que la muerte del cantaor Enrique Morente supone no sólo la "pérdida de unos de los más grandes creadores del flamenco", sino también de un "maestro" y un "amigo".

Los componentes del grupo de rock Lagartija Nick con quien Morente grabó su disco Omega, han facilitado un comunicado en el que expresan su "profundo dolor por la inesperada muerte" del cantaor granadino, que ha sido para ellos un "amigo y compañero de fatigas". "Gracias a él hemos recorrido el mundo en mil batallas. Estamos seguros de que, en su caso, el final de la vida no corresponde con la muerte. Todos somos más probéticos hoy", ha explicado la banda recordando el sello discográfico, Discos Probéticos, impulsado por Morente haciendo un guiño a los probes flamencos.

José Mercé, cantaor. El artista ha subrayado, en declaraciones a Europa Press, que la muerte de Enrique Morente deja una "profunda huella" en el arte nacional, que ha perdido a "gran innovador del flamenco" que según él afrontaba cada disco "arriesgando mucho y echándole valor".

La cantante Martirio le ha recordado como "de una especie que ya no queda", y ha añadido que era "un ser magnífico y entrañable, un creador absoluto con todo el conocimiento de todos los cantes". La artista ha destacado la interpretación "única y personal" de Morente, de quien ha resaltado también "su afán y sus ganas absolutamente jóvenes y sin prejuicios de poder abrir caminos que nos han enseñado y nos seguirán enseñando a todos. Nos ha abierto fronteras y caminos para siempre, y ha sido el investigador más grande que he conocido".

Eduardo Bautista, presidente ejecutivo de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) convertido estos últimos días en portavoz de la familia Morente que había decidido que fuera la SGAE quien informara del estado de salud del cantaor, ha comentado, según informa Rosana Torres, nada más conocer la noticia: "Es muy duro, tengo la misma sensación que viví con la muerte de Antonio Gades, que es la de sumar a la tristeza de su desaparición, la convicción de que se trata de alguien irremplazable".

Laura García Lorca, sobrina del poeta Federico García Lorca, a quien Morente cantó en numerosas ocasiones, ha asegurado que el cantaor era "un amigo queridísimo", y ha añadido sobre la relación del cantaor con la obra del poeta: "Enrique me comentó que su lectura le abrió las puertas de la literatura y la poesía. Él no ha dejado de rendir homenaje a Lorca desde entonces", ha explicado Laura García Lorca, quien ha sido galardonada con el Premio Montblanc de la Cultura 2010 por su labor de mecenazgo al frente de la Fundación Federico García Lorca, que dirige desde 2005.

El Ayuntamiento de Granada, localidad natal del cantaor, ha decretado tres días de luto oficial. Las banderas del Consistorio ondean a media asta desde que se ha conocido la noticia del fallecimiento y el alcalde, José Torres Hurtado, ha confirmado que ha dado ya el pésame a la viuda, la bailaora Aurora Carbonell y le ha comunicado su total disposición "para lo que necesite". "Nadie puede entender qué ha pasado y por qué ha tenido que pasar", ha dicho. Morente, ha añadido, "ha sabido trasladar la esencia y el sentir del pueblo albaicinero a toda su obra".

Enrique Ponce y Paloma Cuevas, amigos de la familia y padrinos del hijo mayor de Estrella Morente, han expresado su "gran desconsuelo" por la pérdida del cantaor. "Nos ha llamado la propia Estrellita [Morente] para decirnos que todo se acabó. Han hablado mi mujer, Paloma, y ella, las dos con gran desconsuelo" ha relatado el diestro a Efe. "El arte nos une. Y nuestra admiración es mutua. El maestro era un genio. No hay palabras para describir su grandeza artística", ha añadido. Ponce y su mujer estaban en Jaén y han puesto rumbo a Madrid para reunirse con los allegados de Morente y muy especialmente con Estrella -"mi amiga del alma", se ha referido a ella Paloma Cuevas-. La mujer del diestro se ha mostrado especialmente apenada por la hija mayor del fallecido "por lo mucho que ha sufrido y está sufriendo". "Yo sé bien lo mucho que quería y admiraba a su padre".

Bruno Delaye, embajador de Francia en España y gran aficionado al flamenco, ha remitido un comunicado en el que destaca del cantaor que "siempre fue un pionero, un visionario, un precursor. En Francia, donde hizo numerosas giras y donde le solicitan los mejores festivales de flamenco, no sólo conquistó muchos corazones, sino que dejó un recuerdo imborrable en lugares tan emblemáticos como el Olympia o el Palacio de la Unesco en París. Las insignias de Caballero de la Legión de Honor que tenía que entregarle esta semana dan fe del reconocimiento y de la admiración del pueblo francés por su talento universal".

Marco de Aguilar, director del documental Senderos del alma, contó con Morente en su película sobre el flamenco, ha comentado: "Me cuesta creer que uno de los grandes genios de la música flamenca, una de las grandes mentes creadoras de las últimas décadas y quizá el mejor cantaor que había en activo, se haya marchado de repente", y añade: "Me siento enormemente agradecido a Enrique Morente ya que nos abrió, de la mano de Tito Losada, las puertas de su casa en Granada y nos habló de sus ideas sobre la música como jamás antes había hecho. Su voz, su enorme sabiduría, su legado como artista, padre y maestro (así lo expresa Estrella que también participa en la película), jamás se perderán. Le echaré mucho de menos, maestro".




Estrella Morente entona el último quejío por su padre
Estrella Morente ha entonado hoy el último cante por su padre, Enrique Morente, ante el féretro del cantaor durante un emotivo acto en el Teatro Isabel la Católica de Granada, donde quedó instalada al mediodía la capilla ardiente.
En la voz desgarrada de Estrella ha sonado "Habanera imposible", del cantautor granadino Carlos Cano. "Granada no tengas pena de que el mar sea tan inmenso, tú eres la novia del aire, la de la sombra de plata, la del almendro. Ay, empieza el llanto de la guitarra, llora como el viento sobre la nevada. Ay, inútil callarla, es imposible callarla".
Su emotiva actuación, interrumpida a veces por la ovación del público que abarrotaba el patio de butacas del teatro, ha puesto punto y final a un acto celebrado una vez cerrada la capilla ardiente, por la que según fuentes municipales han pasado unos 5.000 granadinos durante las tres horas que ha permanecido abierta. Al término de su intervención, tanto Estrella como sus hermanos, Soledad y Enrique, y su madre, Aurora Carbonell, se han abrazado abatidos al féretro del cantaor, arropados por otros familiares.
Previamente, el poeta granadino Luis García Montero dedicó unas palabras a Morente en nombre de sus amigos. "Enrique, qué difícil despedirse de ti. Las palabras son insuficientes, no es posible nombrar el vacío, la desolación. Has muerto lleno de vida, de fuerza, siendo manantial", ha dicho ante el féretro del cantaor.
Glosa de la figura de Morente
En su intervención, García Montero ha glosado la figura de Morente: "Has fundado una estirpe, trabajar contigo era conocer el amor y el respeto. Qué difícil, Enrique, despedirse de ti. Nos haría falta tu humor, la forma de reírte hablando con los ojos, tal vez alguna noche los amigos encontremos las palabras exactas para decirte lo que te queremos. Enrique, no vamos a olvidarte, no te olvides tú nunca de nosotros", ha concluido el poeta granadino.
En el acto también ha participado, a petición expresa de la viuda de Morente, Laura García Lorca, que, con la voz entrecortada, ha recitado dos poemas que fueron cantados por Enrique: "Alma ausente del llanto por Ignacio Sánchez Mejías", de su tío Federico, y "De pronto", escrito por Francisco García Lorca en memoria de su hermano.
"El pájaro en la rama, y de pronto no estabas. Un pájaro en el viento me trae tu recuerdo. No te conoce el toro ni la higuera porque te has muerto para siempre", han sido algunos de los versos recitados por la sobrina del poeta granadino.
"Te tendremos siempre en el recuerdo", "Qué lástima que te hayas ido tan pronto", "Granada no será lo mismo sin ti", o "Gracias por llevar el nombre de tu tierra por todo el mundo" han sido algunas de las dedicatorias que los granadinos han dejado escritas en los cuatro libros de condolencias instalados a la entrada del teatro.
Al término del acto, la comitiva con el féretro de Enrique Morente ha partido en dirección al cementerio de San José de Granada, situado en el entorno de la Alhambra, donde será inhumado. El trayecto hasta el camposanto ha incluido la Cuesta de Gomérez, que da acceso a la Alhambra, por expreso deseo de la familia, que ha querido así que el artista recorra por última vez el entorno del monumento nazarí al que estuvo tan vinculado.

Triste pérdida para el mundo del flamenco y de la cultura en general, fue un innovador y hacía unos trabajos brillantes, a nosotros nos gustaban muchísimo sus discos, es una gran pérdida.
Anina