Publicado en Más Público en junio de 2012
Desde hace más de tres años, las autoridades europeas, y detrás de
ellas las de los diversos países, están tomando une medidas de ajuste
severo con la justificación de que son imprescindibles para salir de la
crisis. Per sus efectos, lejos de ser los que predican quienes las
proponen y llevan cabo, son justamente los contrarios. Es una evidencia
clamorosa que la situación de países como Irlanda, Portugal o Grecia,
que han sido “rescatados” es mucho peor que entonces. Y ninguna de las
economías en donde se han aplicado las medidas de austeridad y ajuste
para salir de la crisis, han salido de ella. La mayoría, incluso han
vuelto a entrar en recesión y su población vive ahora peor que antes,
con menos ingresos directos, con servicios públicos más deteriorados y
con peores expectativas vitales a medio y largo plazo.
En la Unión Europea ya en 2009 había 30 millones más de personas en riesgo
de pobreza (115 millones) que en 2007 (85 millones), una cifra que sin
duda ha aumentado desde entonces. Ya hay un niño de cada tres en
situación de pobreza y un 41 por ciento de las familias ha recortado las
compras de alimentos y han visto reducidas las ayudas básicas que
reciben de los gobiernos. Lejos de mejorar el empleo, como se decía que
iba a ocurrir, Europa registra cifras record de paro y también se
incrementa la desigualdad. Incluso la prima de riesgo que tanto preocupa
a los mercados es ahora más alta que nunca en los países que con más
disciplina han aplicado las políticas de austeridad. Y, por supuesto en
ninguno de ellos ha vuelto a fluir el crédito a pesar de las ayudas
constantes a los bancos.
Los llamados rescates no han sido sino el salvamento de sus
propietarios con dinero público al que se ha dedicado, como poco y sin
contar las ayudas opacas, entre 1,2 y 1,5 billones de euros.
La Corte Penal Internacional definió el crimen contra la humanidad
como “cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente
contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte
de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”.
Digámoslo, entonces, bien claro: lo que están haciendo las autoridades
europeas es un crimen económico contra la humanidad y hay que empezar a
pedirles cuenta por ello.