Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 22 de marzo de 2012
Este artículo critica el reciente informe
del Banco Mundial que concluía erróneamente que la pobreza extrema se
ha reducido a nivel mundial durante estos años de recesión. El artículo
muestra los errores metodológicos y conceptuales de tal informe.
Hace unas semanas el Banco Mundial publicó una breve nota de prensa de seis páginas,
que causó gran impacto. La noticia no era para menos. El Banco Mundial
señalaba que, a pesar de la recesión mundial, la pobreza extrema había
bajado en el mundo. El título de la nota de prensa lo decía todo “Nuevas
Estimaciones Revelan una Disminución de la Pobreza Extrema durante el periodo 2005-2010” (“New Estimates Reveal Drops in Extreme Poverty 2005-2010. World Bank). Ni que decir tiene que los mayores medios de información
del mundo occidental, de sensibilidad liberal, ansiosos de buenas
noticias, echaron campanas al vuelo. Los mayores diarios y semanarios
del mundo publicaron noticias y artículos en lugar prominente,
con titulares muy llamativos, anunciando la noticia. El del The New
York Times era representativo: “La pobreza mundial desciende a pesar de
la recesión económica mundial”. Titulares parecidos aparecieron en los
mayores medios. Un tanto semejante ocurrió en la prensa liberal
económica, desde el Financial
Times al The Economist. Éste último, con la exageración que le
caracteriza, señalaba que “por primera vez, el número de pobres
desciende en todo el mundo”. Ni que decir tiene que, predeciblemente,
los grandes rotativos de España reproducían las noticias con igual
alborozo.
El problema con toda esta movilización mediática es que los datos, incluyendo los propios datos del informe del Banco Mundial, no reflejan esta realidad. Veámoslos. Lo primero que aparece es que los que el informe
presenta van del año 1981 al 2008. El estudio del Banco Mundial es la
evolución de la pobreza extrema durante este periodo. El último año
analizado es, repito, 2008, el primero de la recesión. Es decir, la
recesión apenas había comenzado. No puede, por lo tanto, derivarse que
“a pesar de la recesión, la pobreza ha bajado” tal como la gran mayoría
de los medios indicaron. En realidad, la crisis y la recesión se iniciaron aquel año, y a nivel mundial todavía continúa
en muchas partes del mundo. Para llegar a la conclusión a la que
llegaron los medios, el estudio tendría que haber analizado la evolución
de la pobreza durante el periodo 2008-2012, y ver si la pobreza bajó
durante esos años. El Banco Mundial no hizo tal estudio. Sus datos
reales terminaron
en 2008, cuando la recesión comenzó. Lo que sí hizo el Banco Mundial,
es unaestimación de la bajada de la pobreza durante el periodo
2008-2010, estimación basada, no en datos reales sino
en datos calculados según varios supuestos, algunos altamente
cuestionables. Las estimaciones del Banco Mundial son conocidas por su
“creatividad”, conducentes a estimaciones y proyecciones de escasa
credibilidad en la comunidad científica. Los únicos datos reales, y no
supuestos, del estudio del Banco Mundial terminan en 2008, cuando la recesión apenas comenzaba.
Pero el informe
del Banco Mundial comete otro error que, como el anterior, le permite
llegar a una conclusión equivocada. Analiza cuánta gente vive en el
mundo con menos de 1.25 dólares al día y cuantifica como esta cifra ha
ido evolucionando durante el periodo 1981-2008. Y dado que el total,
según sus cálculos, es que en 2008 había 662 millones menos que estaban
en esta condición que en 1981, concluye que la pobreza ha disminuido
a nivel mundial. Puesto que este periodo ha sido el periodo liberal, es
decir, el periodo que la mayoría de países del mundo, presionados por
el Fondo monetario Internacional
y por el Banco Mundial, han llevado a cabo políticas neoliberales, este
descenso se presenta como la prueba del gran éxito de tales políticas.
Han aparecido ya varios artículos de conocidos economistas liberales (en
realidad, neoliberales) cantando las alabanzas del neoliberalismo.
Pero tal euforia ignora algunos
hechos elementales. Uno de ellos es que la mayoría de este descenso del
porcentaje de la población que vive con menos de 1,25 dólares al día se
concentra en China (y en segundo lugar en la India), y China
no ha seguido las políticas neoliberales en su desarrollo. En contra de
la sabiduría convencional neoliberal conocida como Consenso de Washington en EEUU, y Consenso de Bruselas en la UE, el Estado de China es altamente intervencionista, con pleno control público de la banca y del crédito, entre otros ejemplos. Un tanto semejante ocurre en la India. Excluyendo estos dos países, el porcentaje de la población en pobreza extrema aumentó, no disminuyó,
y muy en particular en los países que siguieron con mayor docilidad las
recetas neoliberales. En otros países donde la pobreza disminuyó a principios de este siglo, tales como Venezuela, Brasil, Argentina y otros países de América Latina,
este descenso se debió precisamente a la revuelta en contra de las
políticas neoliberales, rompiendo con ellas, mediante políticas intervencionistas de orientación redistribuidora, con activa participación del Estado en su actividad económica. Tal como los informes publicados por el Center for Economic and Policy Research de Washington
han mostrado, las consecuencias del neoliberalismo en el mundo en vías
de desarrollo han sido negativas. Las tasas de crecimiento económico y
producción de empleo fueron mayores en los países que ignoraron las
posturas neoliberales que en los que las siguieron. Por cierto, uno de
los países con mayor reducción de la pobreza extrema ha sido,
precisamente, Venezuela, bajo el gobierno de Hugo Chávez, demonizado en
los rotativos de mayor difusión españoles.
Pero el mayor problema del informe del Banco Mundial es la manera como define pobreza extrema, utilizando el indicador
del consumo de 1,25 dólares estadounidenses como el umbral de la
pobreza. Por cierto, utilizar 1,25 dólares no quiere decir que en el
mundo sean pobres los que consumen menos de 1,25 dólares por habitante.
Tal cantidad, en dólares estadounidenses, podría ser una cantidad
respetable para un país pobre. No es 1,25 dólares estadounidenses el
umbral de la pobreza extrema en los países subdesarrollados, sino el valor de la moneda local cuya capacidad adquisitiva sea comparable a la de 1,25 dólares en Estados Unidos.
Este indicador, tal como han mostrado Robin Broad y John Cavanagh en su libroDevelopment Redefined.
How the Market Met its Match es simplista en extremo, pues no tiene en
cuenta otros consumos que no sean comercializados. Por ejemplo, dos
países pueden estar consumiendo 1,25 dólares per cápita per dia y, sin embargo,
el que tenga abundantes servicios públicos, tendrá menos pobreza que
otro país que no tenga tales servicios. Pero el Banco Mundial no valora
el consumo público, sólo el privado. De ahí que tal indicador subestime deliberadamente el efecto positivo que tienen los servicios públicos en reducir la pobreza de un país.
En resumidas cuentas, el neoliberalismo ha sido un fracaso, por mucho que el Banco Mundial y el FMI intenten
rescatarlo. Su impacto en la pobreza ha sido devastador y la crisis
está acentuando todavía más esta situación. España es un claro ejemplo
de ello. La pobreza se está disparando, no reduciendo. Escribir lo
contrario es mera propaganda neoliberal, por mucho que se intente ocultar esa realidad con estudios aparentemente científicos.