lunes, 13 de abril de 2009

Reciclar... ¿para qué?

Cada vez que se recicla un envase, se está evitando llenar los vertederos y la extracción de nuevas materias primas, además de reducir el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
Los beneficios para el medio ambiente son tan considerables que el esfuerzo de reciclar, tanto en cantidad como en calidad, merece la pena.

Separar los envases y depositarlos en su contenedor para su posterior reciclado puede parecer un esfuerzo inútil si no se conocen sus beneficios para el medio ambiente. En este sentido, cada vez que se recicla un envase, se está evitando llenar los vertederos y la extracción de nuevas materias primas, además de reducir el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático. Asimismo, con los materiales reciclados se pueden hacer nuevos productos, en algunos casos con resultados muy curiosos. Para que las cifras de reciclaje sigan aumentando, tanto en cantidad como en calidad, los consumidores son fundamentales.

El reciclaje es un gesto muy útil y sencillo que el medio ambiente agradece de varias formas. La necesidad de nuevas materias primas para crear productos y todo su proceso de extracción, transporte, elaboración y gasto energético disminuye al reaprovechar los residuos reciclados. Asimismo, se evita que estos envases acaben en vertederos, cada vez más saturados y con problemas de impacto ambiental. Por ello, el reciclado también contribuye a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las cifras que ofrecen las organizaciones de gestión del reciclado son elocuentes. El reciclaje de 3.000 botellas de vidrio evita 1.000 kilos de basura y ahorra más de una tonelada de materias primas, según Ecovidrio, la asociación sin ánimo de lucro que gestiona el reciclado de vidrio en España. De esta manera, añade, se reduce la contaminación del aire en un 20%, al quemar menos combustible para la fabricación de nuevos envases.

Los responsables de Ecovidrio subrayan que el vidrio es uno de los materiales más fáciles de reciclar. Además, al fundirlo y darle nueva forma se ahorra un 93% de materiales y un 23% de energía, ya que la fabricación de nuevos envases de vidrio con materias primas necesita un mayor uso de energía que los fabricados con vidrio reciclado (calcín). Por ejemplo, cada botella reciclada evita consumir la electricidad que necesitaría una bombilla de 100 vatios durante cuatro horas, mientras que con cuatro botellas recicladas se ahorra la electricidad necesaria para mantener encendido un frigorífico todo el día.

Sociedades que gestionan la recogida y reciclado de los envases ligeros (envases de plástico, latas y bricks) y de papel y cartón en España, recuerda también que los plásticos tienen muchas utilidades y son fáciles de reciclar.

Como provienen del petróleo, con su reciclaje se evita extraer esta contaminante materia prima. Los metales también son muy valiosos, ya que con su reciclaje se consume menos energía que fabricando metal nuevo a partir de minerales. Por ejemplo, los tetrabricks, compuestos de varios de estos materiales, se pueden reciclar al completo.

Desde que en 1996 se pusieron en marcha, han evitado que más de diez millones de toneladas de dichos envases acaben en vertederos, lo que equivale a unos 720 grandes estadios de fútbol repletos hasta arriba de envases.

Por su parte, el reciclado de papel y cartón ayuda a reducir la tala de árboles y el gran impacto ambiental de su fabricación: su reciclaje reduce en un 74% la contaminación del aire y en un 35% la del agua, según la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel). Sus responsables aseguran que por cada 133 toneladas de papel que se reciclan se ahorra en vertedero un espacio equivalente a una piscina olímpica llena hasta arriba. Siguiendo el símil futbolístico, un gran estadio se podría llenar hasta arriba con 100.000 toneladas de papel que no se recicla.

Por ello, el reciclado también contribuye a reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Desde Ecoembes se apunta que por cada tonelada reciclada de envases ligeros se evita la emisión de dos toneladas de CO2. Según Ecovidrio, con el vidrio reciclado en 2007 se pudo reducir las emisiones de CO2 en 377.343 toneladas. Aspapel asegura que por cada kilo de papel y cartón que los consumidores recogen para reciclar, evitan la emisión en vertedero de 900 gramos de CO2. Por ejemplo, 150 kilos equivalen a las emisiones de un viaje de 800 kilómetros en automóvil.

Nuevos usos de los materiales reciclados

Los materiales con los que están compuestos los envases, una vez reciclados, se pueden volver a utilizar como materia prima para crear nuevos productos. Por ejemplo, los envases de plástico dan lugar a bolsas, fibras, mobiliario urbano o material de construcción; con el aluminio y el acero se producen nuevos envases y láminas; con los bricks se elaboran bolsas y sacos de cartón; el papel y cartón se convierten en cajas, periódicos, papel de embalar o de escribir; y del vidrio se obtienen nuevas botellas y objetos de vidrio.

En otras ocasiones, los materiales reciclados dan lugar a productos diferentes al material de origen, en algunos casos con resultados muy curiosos. Por ejemplo, Ecoembes señala que con ocho cajas de cereales se puede crear un libro, con 80 latas una llanta de coche, con seis bricks una caja de zapatos, y con 40 botellas de plástico PET (las típicas de agua mineral) se puede hacer un forro polar.

El reciclaje mejora en España

Los datos disponibles más recientes sobre reciclaje indican que esta práctica mejora año tras año. Ecovidrio afirma que en 2007 reciclaron 936.337 toneladas de vidrio, lo que supuso una tasa de reciclado del 56%. Para ello, destacan que la colaboración de los consumidores fue fundamental, ya que de este total, 657.330 toneladas correspondieron al vidrio municipal procedente de los contenedores, los "iglúes verdes", mientras que las 279.007 toneladas restantes procedieron de otras fuentes (plantas de envasado, de selección, etc.).

Por ello, según los datos de Ecovidrio, cada consumidor ha reciclado una media de 14 kilos y medio de vidrio. Asimismo, también ha aumentado el número de contenedores por habitante, hasta el punto de suponer el mejor índice de Europa: 299 ciudadanos por contenedor (151.000 en total, repartidos por todo el país).

En el caso de los envases ligeros, en 2008 se reciclaron aproximadamente (son datos provisionales) 1.250.000 toneladas, lo que representa el 62% de los envases puestos en el mercado por las empresas adheridas a dicha organización (más del 90% del total). Gracias a estas cifras, se ha logrado cumplir el objetivo, con un año de anticipación, de la directiva europea, que marcaba un reciclado global de envases ligeros del 55% para diciembre de 2008.


Además de las toneladas recicladas, casi 100.000 fueron valorizadas energéticamente por lo que, en total, en 2008, se evitó que más de 1.300.000 toneladas de envases acabaran en los vertederos, el 67% del total de los envases adheridos. En cuanto al papel y al cartón, Aspapel afirma que en 2007 recuperó para su reciclaje casi cinco millones de toneladas.

De haber acabado en los vertederos, se hubiera llenado un volumen similar a 50 grandes estadios de fútbol y producido 4,5 millones de toneladas de CO2, más del 1% de las emisiones totales en España. En este sentido, sus responsables aseguran que separar el papel usado y depositarlo en los contenedores azules "es la mayor contribución al consumo responsable de papel que puede hacer el ciudadano". De los 170 kilos de papel que cada habitante utiliza al año, 109 kilos se recuperan y se envían a las fábricas papeleras donde se reciclan.

De esta manera, afirman desde Aspapel, en una década se ha duplicado la cantidad de papel recuperado (en 1997 se recogieron 2,1 millones de toneladas). En términos relativos, el crecimiento de la recuperación ha sido también importante, pasando del 42% en 1997 al 63,9% diez años después.

Con esta cifra, España se sitúa en la media europea (64%) con una tendencia de crecimiento que le acerca cada vez más a los países con una mayor tradición en la recuperación del papel y el cartón, como Suiza y Noruega con un 77%, o Alemania, Holanda y Austria, que se sitúan también por encima del 70%.

¿Sabemos para qué sirve reciclar?

El aumento del reciclaje es notorio año tras año pero, ¿todos los consumidores que lo practican saben para qué sirve? No lo parece, por lo menos a tenor de un estudio realizado para el Centro del Envase del Vidrio, el órgano de comunicación de la Asociación Nacional de Empresas de Fabricación Automática de Envases de Vidrio (Anfevi).

La encuesta, publicada en 2006 y realizada entre 2.000 hogares españoles por el Instituto Perfiles, señalaba que un 29,4% de los encuestados reconocía que reciclar implica volver a fabricar, hacer botellas nuevas o hacer vidrio nuevo. Sin embargo, el 52% confundía reciclar con reutilizar al definirlo como "volver a utilizar/usar".

En definitiva, parece que nunca está de más recordar las "tres erres" en su orden de mayor a menor importancia: primero, reducir el número mayor posible la producción de residuos; segundo, reutilizar lo más posible los productos; y tercero, cuando ya es estrictamente necesario, llevarlos a reciclar a su contenedor correspondiente.

Separar correctamente, fundamental

Las cifras de crecimiento del reciclaje no serían posibles sin la colaboración de los consumidores. En este sentido, según un estudio de Ecoembes, la concienciación de los ciudadanos aumentaba considerablemente en 2007. La encuesta, elaborada por la empresa de investigaciones Millward Brown, indica que el 86% de los españoles afirma separar en su hogar algún tipo de residuo del resto de la basura. En lo referente a envases ligeros y de papel-cartón, el estudio desvela que también ha aumentado el hábito de su reciclaje: el 79% de los hogares españoles indica separar envases destinados al contenedor azul y al amarillo.

Ahora bien, las organizaciones gestoras del reciclaje subrayan que para que el sistema funcione correctamente no sólo es importante la cantidad, sino también la calidad. Los consumidores vuelven a ser esenciales, ya que tienen que depositar cada residuo en el contenedor que corresponda. En caso contrario, el sistema de gestión del reciclado se resiente, puesto que la presencia de residuos "impropios" dificulta mucho su labor.

Para evitar este problema, normalmente se suele acertar teniendo claros los colores de los contenedores y su objetivo principal: contenedor verde, envases de vidrio; contenedor amarillo, envases ligeros (envases de plástico, latas y bricks); y contenedor azul, papel, cartón y periódicos. Ahora bien, algunos envases pueden crear confusión, de manera que conviene conocer con detalle los envases que cada contenedor admite y los errores más comunes.

De los 170 kilos de papel que cada habitante utiliza al año, 109 kilos se recuperan y se envían a las fábricas papeleras donde se reciclan Asimismo, a la hora de separar, como recuerdan las asociaciones gestoras del reciclaje, no se requiere una cocina de gran tamaño, sino organizar adecuadamente el espacio para poner una bolsa para cada tipo de envase. Otra opción es utilizar cubos de basura compartimentados para los diferentes residuos, que se comercializan con diversos tamaños y diseños. Por otra parte, no es necesario almacenar grandes cantidades, ya que estos residuos se pueden depositar en los contenedores todos los días y sin limitación horaria. La separación supone una ventaja, ya que no hay que esperar hasta la noche para depositar la basura como en el contenedor gris. Además, la separación evita que dicho contenedor gris acabe saturado en caso de que recibiera todos los residuos.

La crisis afecta a la producción, no al reciclaje


Según datos provisionales dados a conocer recientemente por Ecoembes, la actual crisis económica está reduciendo el número de envases puestos en el mercado, ya que las empresas están vendiendo menos por la caída del consumo. Sin embargo, aseguran, este descenso no repercute en la cantidad de envases reciclados.

Asimismo, los gestores de Ecoembes señalan otro efecto de la crisis en su sector: los precios de los materiales se han reducido "drásticamente" por una caída de la demanda. Así, el precio del plástico PET ha caído un 40%; el PEAD o polietileno de alta densidad, utilizado en las botellas de plástico duro no transparentes, un 78%; el acero un 90%; el aluminio casi un 65% y el papel-cartón un 83%. Además, subrayan, el precio de la materia prima reciclada está "muy por debajo al de 2008".


Alex Fernández Muerza - consumer-eroski - flickr

"Ecología para no ecologistas"

José Luis Gallego, prestigioso divulgador medioambientalista, acaba de publicar en Ariel este manual de consejos cotidianos, individuales y fáciles de aplicar, con los que además pretende eliminar algunos tópicos negativos sobre la ecología, un término desprestigiado, aunque, según recalca, "ser ecologista no es un coñazo", su libro se titula "Ecología para no ecologistas".

La mejora de la movilidad y el transporte público es uno de sus caballos de batalla. El coche, apunta Gallego, es algo "intocable" para muchos, a pesar de que, según un informe de la UE, la velocidad media de un automóvil en el interior de una capital europea no supera los 10 km/h, por lo que la mayoría de los trayectos se cubrirían más rápido en bici, y a veces, incluso a pie.

Una "procesión de coches atascados", el 80% con sólo un ocupante, que emiten unos 200 gramos de CO2 por kilómetro recorrido. "No podemos trasladar 2 o 3 toneladas de chatarra tecnológica para mover 70 kilos de peso, es insostenible", defiende.

Tampoco se libran las motos, típicas en las ciudades del sur de Europa. El periodista pone de relieve el "falso mito" de que sean más ecológicas que el coche. Otro informe, éste de la Agencia Francesa del Medioambiente, indica que las motos representan sólo el 8% del parque total de vehículos particulares, pero emiten el 10% del monóxido de carbono y el 13% de los hidrocarburos.

"Si nos referimos al tráfico, la moto puede ser una solución, pero si hablamos de contaminación ambiental, e incluimos la acústica, la moto es un elemento distorsionador", afirma este periodista "adicto al silencio", que arremete contra aquellos adolescentes que cuando se compran una le quitan el silenciador del tubo de escape "para que todo el barrio se entere".

Gallego (Barcelona, 1964) cree que la palabra ecología, a pesar de ser "insustituible", ha sido "maltratada" desde su origen, cuando en la mayoría de los casos hace referencia a pequeños actos domésticos "dirigidos a vivir en un mundo mejor".

El periodista dice que su propósito es "seducir" a los que en su vida cogerían un manual de ecología aplicada del tipo "cincuenta cosas que yo puedo hacer para salvar el planeta", y que frente a estos temas piensan: "venga ya, con la que está cayendo, de qué sirve que recicle el vidrio o utilice el metro en lugar del coche".

Para Gallego, al movimiento ecologista hay que agradecerle que haya abierto un debate y también muchas acciones -la actuación ante el hundimiento del Prestige, la lucha antinuclear, el control de los transgénicos-, sin embargo, añade, cree que esta corriente ha instaurado un "cierto maniqueísmo" en la sociedad, "de conmigo o contra mí, o mi futuro o ninguno", que ha alejado a muchos.

El autor reconoce que "no hay nada más difícil de cambiar que un hábito" y que "el medio ambiente con palo no entra", por lo que su manual, "que para un ecologista militante estaría lleno de vaguedades", pretende acercarse con sugerencias aplicables al conjunto de la población, también a los "ecoexcépticos".

Además de la movilidad, entre los consejos "esenciales" está la mejora en la gestión de residuos: "el mejor residuo es el que no se genera y estamos a punto del infarto; por lo menos recuperemos y reciclemos los que gastamos".

También aboga por combatir "los grifos abiertos", ya que mucha gente no sabe lo que paga de agua en su hogar "porque le sale demasiado barata", y España, con sus 303 litros diarios por persona y día (INE, 2005), se sitúa en el pelotón de cabeza del "derroche".

En cuanto a la energía, Gallego prefiere la palabra "eficiencia" a la de ahorro, para esquivar a aquellos irreductibles que ven en ésta una invitación "a volver a la caverna o al uso del candil".

Sergio Andreu - efe - www.yahoo.com