viernes, 13 de junio de 2008

IMAGÍNATE QUE HAY GUERRA Y NADIE VA (CIFU)

NO sé hasta qué punto las negociaciones entre el gremio del transporte y el gobierno estén llegando a un punto de acuerdo. Desde las esperanzas de mi imaginación, me encantaría ver el sostenimiento de ese pulso lanzado hacia el sistema. Desde la lógica de lo insostenible, los productores y vendedores del crudo se están riendo del mundo entero, y es tal su fuerza, que no es para nada extraño que nosotros los corderos, de nuevo digamos sí a todo. Llama poderosamente la atención cuando se analizan las relaciones sociales, que ese secreto a voces que es la desunión y la descoordinación entre los ciudadanos a la hora de llevar a cabo una reivindicación sea la clave que nos mantiene bajo el yugo de las multinacionales, unida a la pérdida de conciencia colectiva. Sería fantástico que se paralizara el mundo, que se cambiaran las reglas del juego dejando por una buena temporada de consumir combustible como condición imprescindible para que el mundo funcione. Sería maravilloso volver a probar una sociedad más tradicional en sus hábitos y en sus relaciones con el entorno, sin por ello renunciar necesariamente a la modernidad. Imaginen por un momento a todos esos emiratos indignos con sus ensabanados y grasientos jeques con el juguete del petróleo roto, con una sartén sin mango por el que seguir teniendo al mundo entero sujeto del cuello como a un perro, que es como nos tienen.
Supongan que por una vez en la historia el pulso y la razón la gana el pueblo. Sé que es un difícil espejismo, pero por qué no contemplar la dinámica social desde una nueva perspectiva, en la que las ataduras y la esclavitud económica no sean el patrón a seguir. El temido desabastecimiento de los mercados no tiene por qué depender de las normas que nos dicten los economistas y los gobiernos interesados en mantener el yugo. Otra economía sostenible y ecológica puede poner en contacto al productor y al consumidor, e invertir más cultura y mimo en la elaboración de productos de calidad que no pasen por una relación de clamorosa explotación de los seres humanos. Imagínate que hay guerra y nadie va.
Jesús Cifuentes - El norte de castilla