martes, 23 de junio de 2009

Educación. La sostenibilidad es una necesidad, no una opción

La Agenda 21 escolar es una propuesta educativa municipal que propone que las escuelas se ambientalicen en varios aspectos: por un lado, el currículum y los contenidos que se explican en las aulas, pero también el entorno y la gestión del equipamiento del edificio de la escuela.
Ya hace cuatro años que el ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú puso en marcha su Agenda 21 escolar. En este tiempo, se han sumado prácticamente todos los centros educativos de la ciudad: una veintena larga (faltan sólo un par), incluyendo guarderías, centros de primaria e institutos, tanto públicos como concertados. El objetivo: ambientalizar las escuelas. Y el resultado: la sostenibilidad ha pasado a formar parte de la filosofía de estos centros. Mar Sivill, coordinadora de este programa, y Gemma Roset, técnica de medio ambiente, nos explican cómo ha sido la experiencia.

¿Qué es la Agenda 21 escolar?
La Agenda 21 escolar es una propuesta educativa municipal que propone que las escuelas se ambientalicen en varios aspectos: por un lado, el currículum y los contenidos que se explican en las aulas, pero también el entorno y la gestión del equipamiento del edificio de la escuela. Los criterios ambientales deben impregnar toda la filosofía del centro. La Agenda 21 escolar abarca, además, tres aspectos complementarios: es un proyecto de educación, pero también de participación y de implicación cívica. Es decir, es necesaria la implicación social, es un movimiento de cambio interno, no se trata sólo propuestas puntuales, sino de un proceso donde tienen cabida cualquier tipo de iniciativa.

¿Cuándo y cómo se empezó a poner en marcha en Vilanova i la Geltrú?
Aquí empezamos en el curso 2004-2005, hace cuatro años. Al principio nos dedicamos a explicarlo, porque de entrada no se entendía. Las escuelas están más acostumbradas a que se les ofrezca un taller sobre algún aspecto del medio ambiente, pero les estábamos ofreciendo algo distinto y de un alcance más amplio: un programa que integraba todo lo que ya se estaba haciendo, y poder darle un contenido que afectase a toda la comunidad educativa. Les proponíamos ordenar lo que ya hacían y pasar a hacerlo de forma coherente y a través de proyectos anuales y con unas metodologías determinadas. Costó un poco que entendieran qué les estábamos ofreciendo exactamente.

¿Cómo han reaccionado los maestros y profesores a la propuesta?
Es una respuesta muy heterogénea, depende mucho de cada centro. Pero lo que hemos visto es que los centros que se implican, continúan. Y, además, su implicación ha ido creciendo curso tras curso. Sobre todo hay que tener claro que no se trata de vincular un solo maestro o un aula o grupo de alumnos en concreto, sino que el objetivo es ir impregnando la filosofía de todo el centro, implicando al claustro, pero también a los alumnos, conserjes, monitores de comedor y todo el personal que forma parte de la comunidad educativa. Y aunque quizás al principio les sonaba raro, lo cierto es que ahora tenemos más de veinte centros participando en el proyecto. Y todas las escuelas que empiezan, continúan.

¿Qué apoyo ofrece el ayuntamiento a las escuelas para aplicar la Agenda 21 escolar?
Desde el ayuntamiento, el programa Agenda 21 escolar ofrece apoyo, dinamización e intercambios de experiencias. Es decir, ofrecemos asesoramiento técnico y pedagógico continuado. También proporcionamos material de apoyo, sobre todo guías pedagógicas como la que se elaboró el año pasado, nada más aprobarse el decreto de la sequía, para poder trabajar este tema en clase. Hacemos reuniones de contacto con las escuelas, y cada año hacemos un curso de formación para maestros y profesores, a través del centro de recursos pedagógicos. Ya estamos en el cuarto año y son todo un éxito. Y también promovemos el intercambio de experiencias para que los centros no se sientan solos, sino que sean conscientes de que todas las escuelas del municipio están trabajando también por el medio ambiente; no sólo de su recinto escolar, sino de la ciudad y del mundo.

Además, cada escuela recibe una dotación económica para las acciones de ambientalización que hayan previsto y se les proporcionan materiales: contenedores de cartón para recoger el papel que aún se puede utilizar por la otra cara, papeleras para hacer la recogida selectiva de residuos, compostadores, etc.

¿Cuál es la participación de los estudiantes, más allá de participar en las acciones que los maestros proponen?
La participación es una de las bases de la Agenda 21 en general, y también de la escolar. En educación secundaria, por ejemplo, funcionan a través de los consejos de alumnos. Algún profesor lo dinamiza, pero la base son las ideas del alumnado. Por ejemplo, un centro hace una chocolatada a cambio de un objeto electrónico, para concienciar que hay cosas que no podemos tirar al contenedor que tenemos en la puerta de casa, sino que se deben reciclarse aparte. Otro instituto nos pidió hacer una plantada de árboles para aportar su grano de arena a la rebaja de emisiones. Otros investigan cómo reducir el consumo energético de los edificios escolares, como apagando algunas luces en cada clase. También organizan sesiones de intercambio de alumnos de secundaria donde exponen lo que hacen en sus centros para dar ideas a los demás.

El intercambio de experiencias entre maestros y profesores, o entre los estudiantes de secundaria, es una acción muy destacada de la Agenda 21 escolar. ¿Funciona? ¿Qué experiencias surgidas de unas escuelas se han aplicado en otras? Funciona, y mucho. Cuando un centro hace algo nuevo e interesante, son muchos los que lo quieren emular al curso siguiente. Uno de los ejemplos más evidentes es el huerto escolar, que ahora está presente en casi todos los patios. Otro es el intercambio de libros por Sant Jordi: en lugar de comprar libros nuevos para regalar ese día, los alumnos llevan uno que ya tienen en casa y lo cambian por otro. Es un mercado sin dinero, donde se prima la reutilización de lo que los niños ya tienen. Esto empezó en una sola escuela, y ahora lo hacen prácticamente todas.

Otra experiencia de éxito es la creación de una mascota en las escuelas, un personaje que explica un cuento sobre aspectos relacionados con la sostenibilidad, como la bruja Paperina, el elefante Reciclafan... Y esto se hace con la participación de los alumnos, que de esta manera lo sienten suyo. También se ha expandido por todos los centros la reutilización de materiales para adornar la escuela para navidad o la castañada, o para hacer los disfraces de carnaval. Es más, aquí que el carnaval es una fiesta muy importante, hemos visto que los últimos años, además de hacer disfraces con materiales reciclados, empieza a ser habitual que el tema elegido sea algún aspecto de la sostenibilidad: el agua, los bosques...

¿Qué impacto está teniendo esta educación ambiental en los estudiantes? Está claro que está teniendo un impacto real. Y se ve porque llegan a pedir nuevas medidas en el ayuntamiento, o en las empresas, saben que es importante. Por ejemplo, son estudiantes de la ciudad quienes han reclamado poder hacer recogida selectiva en otros espacios fuera de la escuela, como las bibliotecas o los centros cívicos. Nos dicen que si pueden hacerlo en el colegio, quieren poder hacerlo en todas partes.

¿Y qué efecto tiene la educación que reciben los niños y niñas a través del programa Agenda 21 escolar sobre los padres y madres? Es muy difícil evaluar el efecto real sobre las familias, aunque es la voluntad de todas las escuelas que lo que se aprenda en estos temas llegue al ámbito doméstico. Sabemos que hay muchos casos en que son los niños y niñas los instigadores en su casa para que se separen los residuos, o se sustituya el papel de plata de envolver los bocadillos por una fiambrera reutilizable, por poner un par de ejemplos, a partir de lo que se les ha explicado en la escuela. La educación ambiental en las escuelas es importante, pues, porque los niños de hoy son los padres y empresarios y profesores del mañana, pero también porque estos niños forman parte de las familias de ahora. La incidencia es también sobre los adultos que los rodean. Se podría decir que, en algunas familias, los niños están educando en sostenibilidad; educando a los niños, educamos las familias.

¿Se entiende la educación en el siglo XXI sin un programa de este tipo? No, taxativamente. Hoy en día educar para la sostenibilidad ya no es un 'lo tenemos que hacer' o 'está bien hacerlo ", sino que es una necesidad. Es necesario para asegurarnos un futuro mínimamente apto. O lo hacemos, o no iremos bien. No hay futuro sin una educación ambiental, si no conseguimos cambiar toda la estructura mental para adaptarnos a criterios sostenibles. La sostenibilidad debe impregnarlo todo.

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Cataluña. 325 bolsas de plástico al año por individuo

Las asociaciones de grandes y pequeños distribuidores se han comprometido a reducir a la mitad el número de bolsas no reutilizables que entregan a sus clientes en un plazo de tres años.
Tres meses después de haberse constituido una comisión de trabajo específica, la batalla por reducir el consumo de bolsas de plástico en Cataluña empieza a dar sus primeros resultados. Según publica El País, las asociaciones de grandes y pequeños distribuidores se han comprometido a reducir a la mitad el número de bolsas no reutilizables que entregan a sus clientes en un plazo de tres años. El objetivo es evitar que, ante las medidas impulsadas por la Generalitat, los comercios se vean obligados a cobrar a sus clientes por cada bolsa entregada o a hacer frente a nueva tasa por este concepto.

La noticia llega después de que ICV-EUiA propusiera a finales del año pasado el cobro de las bolsas a los clientes, una medida que desató la polémica i provocó el rechazo de los comerciantes catalanes. Como consecuencia, el gobierno de la Generalitat creó una comisión de trabajo presidida por la Agencia de Residuos de Cataluña y que incorporaba a todas las partes -Gobierno autónomo, empresas, consumidores y ecologistas- en la búsqueda de una solución. Seis meses después, los distribuidores han acordado un documento en el que garantizan medidas para reducir el 30% las bolsas hasta el 31 de diciembre de 2011 y el 50% hasta 2012 de forma voluntaria, según informa el rotativo.

Usar y tirar


Ya en marzo, el conseller de Medio Ambiente y Vivienda catalán, Francesc Baltasar, aseguraba en un artículo publicado en el diario El Periódico de Catalunya que "la bolsa de plástico se ha convertido en un símbolo de la sociedad de consumo y al mismo tiempo en paradigma de la cultura de usar y tirar, del consumo sin control", por lo que "desde el Departamento de Medio Ambiente y Vivienda, a través de la Agencia de Residuos de Cataluña, estamos trabajando para formalizar acuerdos voluntarios con el sector de la distribución alimentaria catalana y estatal, que es uno de los grandes distribuidores de bolsas de plástico del país".

En este sentido, y según un informe encargado por la Generalitat, cada catalán consume una media de 325 bolsas de plástico al año, lo que supone más de 2.300 millones de bolsas en toda Catalunya. Sin embargo, hasta la fecha el ejecutivo catalán sólo había conseguido firmar convenios de reducción de consumo con uno de los principales grupos de supermercados de Cataluña y con la asociación de farmacias XarxaFarma, en los que también participó la industria productora de plástico y una entidad que promueve el reciclaje de este material.

Por otro lado, el objetivo de reducir el 50% este consumo de bolsas en tres años cumple con la exigencia de la Directiva Europea de Residuos, que ha sido transpuesta en España al plan Nacional de Integración de Residuos, de ámbito estatal, y al Programa de Gestión de Residuos Municipales de Cataluña 2007-2012.

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