Publicado en Mundo Obrero nº 248, mayo de 2012
La presentación de los primeros Presupuestos Generales del Estado del
Partido Popular ha puesto de relieve bien a las claras la amenaza tan
grande que se cierne sobre las clases trabajadoras.
Puesto que se hace un análisis más detallado de sus diversas partidas
en otras páginas me limitaré aquí a señalar algunas cuestiones
generales que me parece que hay que tener en cuenta para
contextualizarlos y valorarlos.
En primer lugar, son unos Presupuestos oportunistas. Muestran a las
claras que el Partido Popular posterga los intereses nacionales cuando
de defender los suyos se trata, como así confirma el que se retrasara su
presentación hasta justo después de que se celebraran las elecciones en
Andalucía y Asturias. Tratar de lograr réditos electorales ocultando
sus verdaderas intenciones a costa de retrasar medidas que el propio
gobierno consideraba urgentes indica por qué tipo de dirigentes
políticos estamos siendo gobernados.
En segundo lugar, son unos Presupuestos improvisados y muy poco
rigurosos. Diversas circunstancia lo prueban. Entre ellas, la
sobrevaloración del presupuesto de ingresos como consecuencia del
optimismo en la estimación de recaudación y de reducir la magnitud que
va a tener el efecto recesivo del recorte de gastos. Y por el lado del
gasto, se infravalora sobre todo el gasto a realizar en pensiones y en
protección al desempleo. Esto último es especialmente claro si se tiene
en cuenta que el propio ejecutivo prevé un aumento del paro en 600.000
personas.
Y, además de ello, la falta de rigor de los presupuestos quedó
indisimuladamente de evidencia cando una semana después de presentarlos
se anunció un recorte adicional de 10.000 millones de euros en áreas
estratégicas y que, por ello mismo, se supone que deberían haber sido
objeto de un tratamiento mucho más atento y cuidadoso en la primera
versión de los Presupuestos.
En tercer lugar, los Presupuestos son claramente recesivos y, como
decimos los economistas, procíclicos, es decir que en lugar de corregir
el rumbo de nuestra economía sacándonos de la recesión nos van a hacer
que profundicemos en ella. Eso es así por varias razones. Una, que
reducen el gasto total en gran cantidad y cuando la economía está en
gran atonía, sin impulso, sin demanda ni actividad suficiente, lo que se
necesita es incrementar el gasto que la dinamice y no al revés. Al
recortarlo, se vendrá aún más abajo. Otra es que, para mayor
abundamiento, se recortan gastos que son los motores de la actividad a
corto, medio y largo plazo. Recortar más de un 30% la inversión en
ciencia es hipotecar nuestra economía y nuestro desarrollo social
durante años, como también lo es reducir el gasto en educación o en
formación de los desempleados
(todos los cuales son ya de por sí mucho más bajos que los de otros
países europeos). E igual podría decirse del recorte en infraestructuras
que además afecta sobre todo a las que podrían tener un impacto más
favorable mientras que se salvan en mayor medida otras realmente
improductivos y despilfarradores como las del AVE (solo en un tramo
gallego se gasta prácticamente lo mismo que se recorta en I+D).
En cuarto lugar, los Presupuestos son falsamente de austeridad. No se
aprovechan para acabar con gastos fiscales que solo benefician a las
rentas más elevadas o a las grandes empresas. Incluso se ha recuperado
la deducción a la vivienda que es injusta, inflacionista y un incentivo
del peor modelo productivo de nuestra economía. Muchos recortes se
realizan acompañados de medidas que suponen gasto a favor de servicios
privados y en ningún caso se ha realizado previamente al recorte un
estudio de optimización del gasto. Primero se ha dado el hachazo y luego
se ha tratado de justificar diciendo que se hace para mejorar. Una
excusa falsa y a veces acompañada de mentiras, datos erróneos y
explicaciones vergonzosas por su falta de rigor como las que ha
proporcionado el indocumentado Ministro de Educación.
En quinto lugar, los Presupuestos son un atentado gravísimo al
bienestar de la mayoría de la población. Se mire por donde se mire los
recortes suponen una pérdida de poder adquisitivo, de derechos sociales y
de recursos. Su efecto, como ya se ha podido comprobar en otros países,
será sin lugar a dudas el incremento de la desigualdad que está en la
base de las más graves perturbaciones económicas, y de la pobreza, la
pérdida de cobertura sanitaria y educativa, la mayor desatención a las
personas que necesitan cuidados, la caída en la esperanza de vida y,
como consecuencia de todo ello, la pérdida de potencial humano y de
motores para el progreso.
En sexto lugar, los Presupuestos para nada se proponen modificar un
modelo de crecimiento que es insostenible. Hacen buena la afirmación del
eterno candidato a la Junta de Andalucía y tercero en la cúpula
dirigente del PP, Javier Arenas, cuando dijo que la economía sostenible
es “una milonga”. Ya se pudo comprobar que así piensa también el
gobierno cuando acordó acabar con la ayuda al desarrollo de las
renovables y que su voluntad es la de seguir apoyando las energías
sucias y más caras con tal de beneficiar a las grandes empresas y grupos
financieros que las participan.
En séptimo lugar, se trata también de unos Presupuestos reaccionarios
en el pleno sentido de la palabra. A pesar de que se trataba en la
mayoría de los casos de partidas poco cuantiosas, se ha optado por hacer
desaparecer o dejarlos reducidos a su mínima expresión conceptos muy
significativos como los fondos de integración a los inmigrantes, de
apoyo a la igualdad, lucha contra la violencia de género, o cooperación
al desarrollo.
Y, finalmente, también son unos Presupuestos impuestos y sometidos a
intereses extranjeros puesto que es evidente que se hacen al dictado de
“los mercados” y del gobierno alemán (que se encargó de dar su
vergonzoso visto bueno antes que nadie). Y también ilegítimos por cuanto
que asumen sin más el pago de intereses de una deuda que lo es, al ser
el resultado de la complicidad del Banco Central Europeo con la banca
privada y de la manipulación artificial de los mercados por los grandes
especuladores y que es necesario repudiar por odiosa. Como ha reconocido
el propio Ministro de Economía son los presupuestos de una economía
intervenida.
En definitiva, los Presupuestos que ha presentado el gobierno del
Partido van a empeorar la situación económica a corto, medio y largo
plazo, deterioran las estructuras y servicios de bienestar y la
capacidad de generar actividad y empleo de las pequeñas y medianas
empresas, empeoran las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la
población, mantienen gastos superfluos e improductivos a favor de las
grandes empresas, de los bancos y de la industria armamentística o de la
Iglesias católica, cuando tanto se habla de austeridad, no avanzan en
ningún caso hacia un nuevo tipo de modelo productivo y confirman que
nuestros gobiernos carecen de dignidad y de patriotismo para defender
los intereses generales de España. Como he dicho en otro lugar, vienen a
ser una simple traición puesto que someten a nuestra ciudadanía a la
voluntad de los mercados y de los poderes financieros.