viernes, 16 de diciembre de 2011

Por qué las decisiones propuestas por la reunión de Bruselas de los dirigentes de la Unión Europea llevarán de nuevo a la Gran Recesión (y posiblemente Depresión) - VICENÇ NAVARRO

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 16 de diciembre de 2011

Este artículo señala que la austeridad generalizada promovida por la reunión de los dirigentes de la Unión Europea en Bruselas llevará a Europa a una Gran Recesión e incluso Depresión.

Uno de los economistas que me influenció más en mi juventud cuando viví en Suecia fue Gunnar Myrdal, que tuvo una enorme influencia en el desarrollo de las políticas públicas en los países escandinavos. Recuerdo que en una ocasión, Myrdal, que fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1974, me dijo, en un tono muy crítico del pensamiento económico dominante en aquel momento, que los dogmas económicos son mucho más peligrosos que los dogmas religiosos. Ambos son impermeables a los datos, a la evidencia empírica y a la razón. Y lo que ha ocurrido en la última reunión de los dirigentes de la Unión Europea confirma esta observación.
Tras terminar tal reunión convocada para “salvar el euro”, ha habido una respuesta en los mayores medios de difusión, que considera positivos los acuerdos tomados, viéndose éstos como un paso adelante hacia la necesaria unión fiscal de tal comunidad económica, que facilite el desarrollo de una Europa más unida y más fuerte. La base de este optimismo es la creencia de que las medidas de gran austeridad (exigiendo equilibrios presupuestarios a todos los países) tomadas por los 26 representantes gubernamentales (todos excepto Gran Bretaña) recuperarán “la confianza de los mercados financieros” en los Estados y en su habilidad para pagar su deuda pública, exigiéndoles menos intereses. También se nos dice que tal confianza se afianzará con la ayuda del BCE a los bancos privados con lo cual éstos podrán ofrecer crédito a las empresas y a los ciudadanos para que pueda reavivarse así la economía un tanto paralizada por falta de crédito. Ayudando a esta reactivación –añaden- estará la medida ya adoptada por el BCE (que ha sido reafirmada en dicha cumbre) de que éste tendrá que condicionar la compra de deuda pública al refuerzo de la austeridad de gasto público social y su deuda pública, exigiendo también que el Estado presione para que se bajen los salarios y la protección social, y con ello facilitar el crecimiento de las exportaciones y la salida de la recesión. La devaluación doméstica –como la alternativa a la devaluación monetaria- se ve como la única manera de salir de la crisis.
Hasta aquí el dogma reproducido en la reunión de los máximos dirigentes de los países de la Unión Europa y promovido por los medios de mayor difusión. El único problema que tiene tal dogma es que toda la evidencia científica existente muestra el error de cada uno de sus supuestos. Vayamos por partes y veamos los datos para cada supuesto.
Las políticas de austeridad acordadas, consecuencia de la exigencia de equilibrar las cuentas del Estado (y que tendrán que ser escritas en piedra en la Constitución de cada país), no son nuevas. En realidad, han sido las que se han estado implementando durante estos años de crecimiento económico negativo, nulo, o casi nulo. Todos los países de la Unión Europea, comenzando por los de la Eurozona, han estado reduciendo su déficit público sin que haya tenido ningún impacto positivo en el crecimiento económico de tales países. Antes al contrario, lo ha ido empeorando. Es más, el argumento que señala que el déficit (y la supuesta exuberancia de gasto público) era la causa de la crisis, queda negada por el hecho de que España tenía un superávit en sus cuentas del Estado y una deuda pública mucho más baja que el promedio de la UE-15, cuando se inició la crisis en 2007. A pesar de esta evidencia, España y los otros países continúan recortando y recortando, con la consiguiente disminución del crecimiento económico. El resultado se ve muy claramente, primero en Grecia, después en Irlanda, posteriormente en Portugal, luego en España y finalmente en Italia. Y pronto lo veremos en Francia y en Alemania.
UNIFORMIDAD ES DESTINO A UNIDAD
Por cierto, tal como ha señalado el profesor Kevin O’Rourke, de la Universidad de Oxford (“A Summit to the Death”), la reunión de los 26 confunde uniformidad con unidad. En realidad, la demanda de que todos tengan que bajar el gasto público y equilibrar su presupuesto es un indicador de la inexistencia de una Unión, puesto que si la UE estuviera unida, querría decir que tendría que haber ahora, en momentos de recesión, una transferencia de fondos del centro a la periferia, como la hubo de la periferia al centro durante la época de bonanza. Exigirles a los países periféricos con grandes dificultades, que acentúen todavía más, su austeridad, adecuándola a la de los países céntricos, es un indicador de uniformidad y desunión, no de unión. Es una uniformidad impuesta por el centro a la periferia. Creerse que esta austeridad ayudará a la expansión económica de la periferia es cerrar los ojos a lo que ya está pasando en la Eurozona.
El otro supuesto falsificado por la evidencia es que la devaluación doméstica ayudará a la expansión de la economía de la Eurozona. De nuevo, como señala el profesor O’Rourke, la evidencia muestra precisamente lo contrario. La producción industrial en la Eurozona, incluyendo en Alemania, ha ido descendiendo desde 2009, con un declive notable de las exportaciones. Como consecuencia, el crecimiento de Alemania será casi imperceptible en 2012. País por país, el declive de los salarios y de la demanda doméstica, ha sido un factor determinante de esta disminución de la demanda, y con ello la disminución también de los ingresos al Estado, dificultando la reducción del déficit. Es suicida continuar enfatizando que la salida de la recesión exige una devaluación doméstica de los países de la Eurozona. Que los diseñadores de políticas continúen enfatizando estas medidas muestra la intensidad de su fe frente a la razón, como afirmaba Gunnar Myrdal.
Por último, es sorprendente que tras haberse consumido millones y millones de euros en mantener vivo el sistema financiero, sin que aumente la disponibilidad del crédito, la reunión de Bruselas alentara al BCE a que incrementara tal ayuda a la banca privada, con el fin de que aumentara el crédito. Si no ha ocurrido hasta ahora, ¿por qué creen que ocurrirá ahora? La respuesta se basa también en una creencia también de carácter religioso que el sector privado es más eficiente que el público y esto lo dicen con toda seriedad, incluso después del desastre creado por la banca privada. Y así estamos, yendo hacia la Gran Depresión.

Crítica teatral: Durban, del drama a la pantomima (IVAN DE TORRES)

ateneo naider
Acaba de caer el telón en Durban y, una vez más, los espectadores han quedado defraudados ante el estreno de una obra que, como viene siendo habitual en esta directora, no ha satisfecho las expectativas de gran parte de la crítica. El último trabajo de Naciones Unidas, COP17, (el cartel promocional ya dice muchas cosas...) ha dejado pasar otra oportunidad para que el teatro del clima adquiera la trascendencia que, desde el ámbito científico, se viene reclamando hace años.
Una vez más, el drama al que puede verse abocada gran parte de la humanidad se ha tornado en una comedia donde los actores principales, en vez de desenvolverse coralmente en un recital común, se enfrentan y sobreactúan para esconder su verdadera interpretación ante un público que empieza a estar cansado de esta serie de obras teatrales iniciada hace casi 20 años.
Naciones Unidas creó el movimiento Cumbre del Clima en 1992, iniciando una nueva línea de interpretación que, desde el principio, atrajo a multitud de actores interesados en combatir el cambio climático. Tras el estreno de COP1 en Berlín (1995) y COP2 en Ginebra (1996), COP3 supuso uno de los grandes hitos del género climático. Estrenada en Kioto (1992), el éxito de la obra fue tal que llegó a establecer un protocolo de reducción de emisiones que marcaría la tendencia a seguir por la comunidad de actores durante los siguientes años, condicionando además el guión y la trama del resto de obras que estaban por venir.
Aún sentando tales precedentes, para muchos COP3 es una obra sobrevalorada, pues a día de hoy es evidente que el protocolo de Kioto no ha logrado evitar que el incremento de emisiones desde 1990 se acerque al 50%. Entre bastidores, los escenógrafos del clima auspiciados bajo la marca IPCC llevan alertando años del riesgo que tal incremento conlleva, firmando hasta cuatro guiones centrados en esta temática (IPCC Assessment Report 1990, 1995, 2001 y 2007) que, por desgracia, apenas se han tenido en cuenta a la hora de interpretar las siguientes COP.
Tras el estreno sin trascendencia de obras como COP7 (Bonn, 2001) o COP10 (Buenos Aires, 2004), la prolífica carrera de Naciones Unidas se llevó su mayor batacazo en Copenhague (2009), donde se estrenó COP15. Esta obra, considerada como un auténtico fracaso, venía en principio a renovar y reforzar el protocolo de Kioto, pero los más de 34.000 asistentes, record histórico de público de todas las COP, vieron como los actores no fueron capaces de dar la vuelta a un texto no vinculante, sin objetivos cuantitativos, y sin plazos definidos.
La decepción de público y crítica generada por COP15 provocó que en Cancún (COP16, 2010) se estrenara una mera obra de transición que ha acabado por trasladar toda la atención a Durban, aunque sin generar tanta expectación como en Copenhague: este año la afluencia de público se ha reducido a casi la mitad, unos 15.000 espectadores. Muchas voces hablan del fin de un ciclo, de la necesaria renovación de Naciones Unidas, una directora teatral cuya credibilidad se ve cada vez más minada puesto que no es capaz de apropiarse de la autoridad que ejercen los principales actores de su compañía a la hora de hacer teatro.
Los grandes emisores como Estados Unidos o China, actores muy influyentes pero rebeldes, adheridos al movimiento climático de Naciones Unidas pero que nunca siguieron Kioto, apenas se han sentido a gusto en las obras de Naciones Unidas, y en Durban han pasado de puntillas sin llegar a ejercer un papel tractor sobre el resto de actores participantes para establecer un acuerdo vinculante de reducción de emisiones.
Los actores de la escuela BRIC, con un destacable potencial interpretativo, van adquiriendo cada vez más relevancia pero en COP17 ha vuelto a quedar de manifiesto que no están dispuestos a interrumpir su desarrollo a cualquier precio. Por su parte la Unión Europea, actriz de método, ferviente defensora de Kioto, pierde caza vez más peso específico, aunque su estrategia de reducción de emisiones, casi una obligación por sus escasas reservas energéticas propias, está dando sus resultados.
Considerando el repaso expuesto sobre la carrera de Naciones Unidas en el género climático, podemos concluir que COP17 ha resultado ser, de nuevo, una obra presuntuosa que debe hacer recapacitar a su directora sobre el método bajo el cual se desarrolla la interpretación de los actores. Unos actores cuyo papel es realmente modelado por sus intereses en materia energética, hecho enmascarado al público en general provocando que, como espectadores, asistamos a la representación de una pantomima en vez de a una una obra dramática,seria y trascendente.

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