Greenpeace asegura que el 80% de los bosques ya ha sido destruido o alterado y el 20% restante se encuentra en peligro.
Varias asociaciones ecologistas denuncian la rapidez de la destrucción de las extensiones de los bosques vírgenes o primarios. Greenpeace asegura que el 80% ya ha sido destruido o alterado y el 20% restante se encuentra en peligro. Diversas amenazas se ciernen sobre estas masas de árboles vírgenes, aunque la explotación maderera insostenible destaca entre las demás. Los ciudadanos pueden asumir unos hábitos de consumo sostenibles y reclamar mayores medidas a las instituciones para combatir esta situación.
Los bosques conservados en su estado original sin que hayan sido alterados desaparecen a gran velocidad en todo el mundo. Conocidos como bosques primarios, cubren un 10% de la superficie terrestre, aunque se estima que cada año se pierden o modifican unos seis millones de hectáreas.
En la actualidad, según Greenpeace, sólo se conservan el 20% de los bosques primarios originarios. Por su parte, la organización World Watch asegura que sólo ocho países (Brasil, Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana Francesa) conservan grandes porciones de sus bosques originales en inmensos bloques ininterrumpidos. El gran tamaño de Indonesia, Estados Unidos o Congo permite a estos países albergar todavía bosques originarios, aunque la destrucción también ha sido importante. Peor suerte han corrido los bosques primarios de 76 países donde han desaparecido por completo, mientras que en 11 están a punto de hacerlo.
La destrucción de estas masas boscosas perjudica notablemente el devenir de la vida en el planeta, incluida la humana. Además de ser el hogar de muchos pueblos indígenas, albergan las dos terceras partes de la biodiversidad terrestre, por lo que al alterarlos o destruirlos se pone en peligro la supervivencia de millones de personas y de especies. Gestionados de forma sostenible, proporcionan madera y otros productos forestales, y son fundamentales para mantener las condiciones naturales del entorno, al evitar la erosión y regular el ciclo hidrológico. Y son también importantes en la lucha contra el calentamiento global: según un reciente estudio publicado en la revista Nature, constituyen importantes sumideros de carbono. Esta investigación cuestiona la idea asumida hasta la fecha de que estos bosques vírgenes tienen un balance de carbono neutro.
Los autores de este trabajo, un equipo internacional de científicos, concluían que los bosques primarios del hemisferio norte retienen hasta el 10% neto de dióxido de carbono (CO2) absorbido en todo el mundo. Por ello, si estas masas de bosque son destruidas, liberarían este CO2, acelerando "la pescadilla que se muerde la cola" del cambio climático: a más calentamiento global, más destrucción de los bosques, lo que conlleva a su vez más cambio climático. En este sentido, un reciente estudio del Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR en sus siglas en inglés) sostiene que, si no se toman medidas inmediatas, el cambio climático podría destruir grandes áreas forestales, afectando a la biodiversidad y las poblaciones humanas que dependen de ellas.
Por qué están desapareciendo
Los expertos señalan diversas causas del retroceso acelerado de estos bosques, si bien destacan la voracidad de la industria maderera, que tala estos bosques para producir papel o los sustituye por plantaciones de árboles de rápido crecimiento con los que cubrir la demanda de pasta celulósica. Por ejemplo, Greenpeace afirma que el 17% de la fibra virgen utilizada por la industria papelera mundial procede de bosques primarios, especialmente de Canadá, Finlandia, Rusia e Indonesia. Asimismo, denuncia que Europa mantiene un mercado interno responsable directo de la explotación forestal destructiva e ilegal en países como Indonesia, Brasil y Camerún.
Por su parte, WWF/Adena asegura que en la pasada década se destruyeron bosques naturales para trasformarlos en plantaciones agrícolas y forestales a un ritmo de 16,1 millones de hectáreas al año, el 94% en zonas tropicales. Los responsables de World Watch recuerdan también que el consumo de leña en las regiones tropicales secas ejerce un impacto importante.
Además de la presión maderera, diversas amenazas, provocadas directa o indirectamente por el ser humano, ponen en riesgo el futuro de los bosques primarios: las explotaciones mineras y petrolíferas, la construcción de embalses y carreteras, la expansión agrícola y ganadera, las especies invasoras, los incendios forestales, los cultivos para agrocombustibles, la fragmentación de los ecosistemas y la contaminación atmosférica.
Qué pueden hacer los consumidores
Varias asociaciones ecologistas denuncian la rapidez de la destrucción de las extensiones de los bosques vírgenes o primarios. Greenpeace asegura que el 80% ya ha sido destruido o alterado y el 20% restante se encuentra en peligro. Diversas amenazas se ciernen sobre estas masas de árboles vírgenes, aunque la explotación maderera insostenible destaca entre las demás. Los ciudadanos pueden asumir unos hábitos de consumo sostenibles y reclamar mayores medidas a las instituciones para combatir esta situación.
Los bosques conservados en su estado original sin que hayan sido alterados desaparecen a gran velocidad en todo el mundo. Conocidos como bosques primarios, cubren un 10% de la superficie terrestre, aunque se estima que cada año se pierden o modifican unos seis millones de hectáreas.
En la actualidad, según Greenpeace, sólo se conservan el 20% de los bosques primarios originarios. Por su parte, la organización World Watch asegura que sólo ocho países (Brasil, Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana Francesa) conservan grandes porciones de sus bosques originales en inmensos bloques ininterrumpidos. El gran tamaño de Indonesia, Estados Unidos o Congo permite a estos países albergar todavía bosques originarios, aunque la destrucción también ha sido importante. Peor suerte han corrido los bosques primarios de 76 países donde han desaparecido por completo, mientras que en 11 están a punto de hacerlo.
La destrucción de estas masas boscosas perjudica notablemente el devenir de la vida en el planeta, incluida la humana. Además de ser el hogar de muchos pueblos indígenas, albergan las dos terceras partes de la biodiversidad terrestre, por lo que al alterarlos o destruirlos se pone en peligro la supervivencia de millones de personas y de especies. Gestionados de forma sostenible, proporcionan madera y otros productos forestales, y son fundamentales para mantener las condiciones naturales del entorno, al evitar la erosión y regular el ciclo hidrológico. Y son también importantes en la lucha contra el calentamiento global: según un reciente estudio publicado en la revista Nature, constituyen importantes sumideros de carbono. Esta investigación cuestiona la idea asumida hasta la fecha de que estos bosques vírgenes tienen un balance de carbono neutro.
Los autores de este trabajo, un equipo internacional de científicos, concluían que los bosques primarios del hemisferio norte retienen hasta el 10% neto de dióxido de carbono (CO2) absorbido en todo el mundo. Por ello, si estas masas de bosque son destruidas, liberarían este CO2, acelerando "la pescadilla que se muerde la cola" del cambio climático: a más calentamiento global, más destrucción de los bosques, lo que conlleva a su vez más cambio climático. En este sentido, un reciente estudio del Centro Internacional de Investigación Forestal (CIFOR en sus siglas en inglés) sostiene que, si no se toman medidas inmediatas, el cambio climático podría destruir grandes áreas forestales, afectando a la biodiversidad y las poblaciones humanas que dependen de ellas.
Por qué están desapareciendo
Los expertos señalan diversas causas del retroceso acelerado de estos bosques, si bien destacan la voracidad de la industria maderera, que tala estos bosques para producir papel o los sustituye por plantaciones de árboles de rápido crecimiento con los que cubrir la demanda de pasta celulósica. Por ejemplo, Greenpeace afirma que el 17% de la fibra virgen utilizada por la industria papelera mundial procede de bosques primarios, especialmente de Canadá, Finlandia, Rusia e Indonesia. Asimismo, denuncia que Europa mantiene un mercado interno responsable directo de la explotación forestal destructiva e ilegal en países como Indonesia, Brasil y Camerún.
Por su parte, WWF/Adena asegura que en la pasada década se destruyeron bosques naturales para trasformarlos en plantaciones agrícolas y forestales a un ritmo de 16,1 millones de hectáreas al año, el 94% en zonas tropicales. Los responsables de World Watch recuerdan también que el consumo de leña en las regiones tropicales secas ejerce un impacto importante.
Además de la presión maderera, diversas amenazas, provocadas directa o indirectamente por el ser humano, ponen en riesgo el futuro de los bosques primarios: las explotaciones mineras y petrolíferas, la construcción de embalses y carreteras, la expansión agrícola y ganadera, las especies invasoras, los incendios forestales, los cultivos para agrocombustibles, la fragmentación de los ecosistemas y la contaminación atmosférica.
Qué pueden hacer los consumidores
Los consumidores pueden llevar a cabo diversas acciones para reducir la destrucción de los bosques primarios. Por una parte, pueden presionar a las instituciones para que emprendan medidas que defiendan a estos árboles, como la creación de espacios protegidos y corredores entre dichas áreas; el uso de estos bosques mediante prácticas eficientes y una gestión forestal sostenible; o la repoblación con especies autóctonas de las zonas deforestadas.
Por otra parte, los consumidores pueden asumir hábitos de consumo que eviten la utilización insostenible de estos bosques. Así por ejemplo, se puede empezar con las tres erres (reducir el consumo, reutilizar los productos y finalmente reciclarlos) tanto de los productos procedentes de la madera como de los que están involucrados en la deforestación, como los combustibles o los productos agroganaderos. También se pueden consumir productos que lleven etiquetas ecológicas (en el caso de la madera el sello FSC); o realizar actividades de ecoturismo.
Los últimos bosques primarios del planeta
El Instituto World Watch señala que más del 75% de los bosques primarios del mundo se encuentra en tres grandes áreas: Canadá y Alaska; Rusia; y la Amazonia y las Guayanas. En el caso de Europa, esta organización recuerda que sólo queda el 0,3% del bosque original en Suecia y Finlandia, en grandes áreas ininterrumpidas.
Por su parte, Greenpeace enumera los siete últimos grandes bosques primarios del planeta: el bosque tropical amazónico, la jungla del sudeste asiático, las selvas tropicales de África central, los bosques templados de Sudamérica, los bosques primarios de Norteamérica, los últimos bosques primarios europeos y los bosques de la taiga siberiana.
fuente: Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA - www.consumer.es - Eroski