viernes, 15 de agosto de 2008

LA SIESTA DEL PERRO (CIFU)

Los músicos en gira siguen su deambular agostí, sumergidos en la diversidad infinita que este país nuestro depara. Hoy estamos en Euskadi y al día siguiente en Andalucía, y así todos los días, kilómetro a kilómetro.
Pero a lo que iba. El ave nodriza nos lleva ahora a tocar a Gilena (Sevilla), y el sueño perdido lo recuperamos en un hotel de la localidad de Estepa, cuna de los mantecados, con un pasado tartesio y musulmán que se lee en sus calles. Un pueblo blanco de callejuelas estrechas que se deja caer por la ladera de una loma bien empinada coronada por su convento y su iglesia en lo alto, lo que te hace pensar en cuáles serían los pensamientos que tendrían los feligreses de la zona baja o media del pueblo en aquellos tiempos en que la misa era un acto social obligatorio, a la hora de subir para ir por ese calvario de sol justiciero en su momento cenital, porque aquí lo de la calorina no es comparable a la nuestra castellana, a pesar de que a veces se den la mano. Aquí forma parte de la cultura tradicional que cuando el sol está en lo alto el mundo y la vida se paraliza, y la vida sólo es de puertas para adentro cuya máxima actividad si acaso es hacer la siesta.
Dando un paseo por el pueblo, se fija uno en los perros que duermen a la sombra y tienen una laxitud de cadáver. Si les coges de una pata y se la sueltas cae con una gravedad tanto de ley como de muerte. Ni un guau ni nada.
Así que la vida y el mundo no funciona hasta que el sol se aplaca, y en el entretanto sin cerveza fría no hay tu tía. Esto me lleva a pensar que el avance del cambio climático, antes de que haga desaparecer definitivamente a la especie humana, poco a poco nos irá haciendo pasar por una mutación intermedia que nos convierta definitivamente en 'aves nocturnas', que para cierto sector de la población será muy celebrado, léase el crapuleo diverso y todo el entorno del R&R. Quizá sea ésta una ventaja para acabar con la crisis de la música, porque normalmente es de noche cuando se trabaja...
Me he quedado un poco preocupado, no vaya a ser que el perro estuviera en realidad muerto. La semana que viene se lo cuento.
Jesús Cifuentes - el norte de Castilla