Acabo de salir de la segunda sesión del juicio en Copenhague por nuestra acción el 17 de diciembre de 2009 reclamando un acuerdo contra el cambio climático en la cena de los jefes de Estado que se celebraba en el Palacio de Christianborg. Aquí os dejo lo que ha sido mi declaración final ante el juez:
“Mi nombre es Juan López de Uralde. En la actualidad soy Director de la Fundación EQUO, cuyo objetivo es la construcción en España de un movimiento social y político que trabaje para que las cuestiones de ecología y equidad estén en el centro de la agenda política. Desde muy joven estoy involucrado en en la defensa del Planeta, y he visto con el paso de los años como la situación empeora, y a los líderes políticos no les importa. O al menos no lo sufuciente. Por eso he trabajado dura los últimos 30 años para cambiar esta situación.
Vine a Copenhague para participar en una reunión muy importante: la COP15. Cuando venía, pensaba que íbamos a ser testigos de un momento histórico, en el que los líderes mundiales tomarían finalmente la decisión de hacer frente al cambio climático. Que firmarían un acuerdo ambicioso, justo y vinculante. Vine a Copenhague como delegado de Greenpeace en la COP15. Mi trabajo era asegurar la comunicación entre el equipo en el Bella Center y las oficinas nacionales de Greenpeace.
Muy pronto fui consciente de que la COP15 iba en mala dirección. En vez de trabajar en favor de un acuerdo ambicioso que frenara el cambio climatico, los políticos buscaban la manera de eludir un acuerdo real. Las negociaciones iban rematadamente mal.
Sólo una semana después de empezar la COP15 recibimos un mensaje de los responsables de NNUU, diciendo que no habia espacio para la sociedad civil y que nuestra delegación tendría que reducirse a un grupo pequeño. Fue un signo claro de que las cosas iban muy mal: los políticos no querían testigos. De los 21.000 representantes de ONGs que paricipaban en la reunión, el jueves 17 sólo se permitió la entrada a 300, y su entrada a reuniones fue muy limitada.
Los mismos políticos y los científicos eran los que decía sobre la COP15: “Ahora o nunca. Si no se llega a un acuerdo ahora no se llegará nunca”. Era obvio que había que hacer algo para cambiar la dinámica de la reunión cuando llegaran los jefes de estado.
Ahora, sólo un año y medio después del final de aquella reunión, hemos conocido los datos de la Agencia Internacional Energía (AIE) que muestran cómo las emisiones de gases aumentaron un 5% en 2010. Este dato es una consecuencia directa del fracaso de la reunión de Copenhague en 2009. La falta de acuerdo en Copenhague envió la señal dramática a todo el mundo de que el cambio climático no era politicamente importante.
Las emisiones aumentan, y se está haciendo muy tarde.
Cada día es mayor la evidencia científica de que el cambio climático está agravandose. La Tierra se calienta, el nivel del mar aumenta; millones de personas se enfrentan a las consecuencias de la catástrofe climática.
La situación hoy es peor de lo que era en diciembre de 2009 cuando hicimos aquella protesta. Y ya entonces era mala.
Hoy nos sentamos ante este tribunal porque les dijimos algo muy simple a los líderes mundiales: “los políticos hablan, los líderes actíuan”, porque todavía teníamos esperanza de que hicieran algo. No teníamos donde hacerlo y nos acercamos al lugar donde cenaban. ¿Es la esperanza un crimen?
Si los líderes hubieran leído nuestra pancarta, hoy no estaríamos haciendo frente a un aumento de las emisiones.
Vine a CPH con la esperanza de que aqui se tomara una decisión para salvar la Tierra. Nunca pensé que acabaría en prisión o expulsado del país.
Estuve 20 días en prisión por hacer una protesta pacífica, pero efectiva para llamar la atención de los líderes, y para que la COP15 fuera un éxito. Todo fue absolutamente pacífico. No pusimos a nadie en riesgo, pero el mensaje llegó claro y alto. Nosotros cumplimos nuestro objetivo, los líderes NO.
Sea lo que sea lo que se decida sobre nosotros, el hecho es que las emisiones globales siguen aumentando; el cambio climático continúa emporando, y los líderes mundiales no hacen nada sobre ello. ¿No será ese el verdadero crimen?”
“Mi nombre es Juan López de Uralde. En la actualidad soy Director de la Fundación EQUO, cuyo objetivo es la construcción en España de un movimiento social y político que trabaje para que las cuestiones de ecología y equidad estén en el centro de la agenda política. Desde muy joven estoy involucrado en en la defensa del Planeta, y he visto con el paso de los años como la situación empeora, y a los líderes políticos no les importa. O al menos no lo sufuciente. Por eso he trabajado dura los últimos 30 años para cambiar esta situación.
Vine a Copenhague para participar en una reunión muy importante: la COP15. Cuando venía, pensaba que íbamos a ser testigos de un momento histórico, en el que los líderes mundiales tomarían finalmente la decisión de hacer frente al cambio climático. Que firmarían un acuerdo ambicioso, justo y vinculante. Vine a Copenhague como delegado de Greenpeace en la COP15. Mi trabajo era asegurar la comunicación entre el equipo en el Bella Center y las oficinas nacionales de Greenpeace.
Muy pronto fui consciente de que la COP15 iba en mala dirección. En vez de trabajar en favor de un acuerdo ambicioso que frenara el cambio climatico, los políticos buscaban la manera de eludir un acuerdo real. Las negociaciones iban rematadamente mal.
Sólo una semana después de empezar la COP15 recibimos un mensaje de los responsables de NNUU, diciendo que no habia espacio para la sociedad civil y que nuestra delegación tendría que reducirse a un grupo pequeño. Fue un signo claro de que las cosas iban muy mal: los políticos no querían testigos. De los 21.000 representantes de ONGs que paricipaban en la reunión, el jueves 17 sólo se permitió la entrada a 300, y su entrada a reuniones fue muy limitada.
Los mismos políticos y los científicos eran los que decía sobre la COP15: “Ahora o nunca. Si no se llega a un acuerdo ahora no se llegará nunca”. Era obvio que había que hacer algo para cambiar la dinámica de la reunión cuando llegaran los jefes de estado.
Ahora, sólo un año y medio después del final de aquella reunión, hemos conocido los datos de la Agencia Internacional Energía (AIE) que muestran cómo las emisiones de gases aumentaron un 5% en 2010. Este dato es una consecuencia directa del fracaso de la reunión de Copenhague en 2009. La falta de acuerdo en Copenhague envió la señal dramática a todo el mundo de que el cambio climático no era politicamente importante.
Las emisiones aumentan, y se está haciendo muy tarde.
Cada día es mayor la evidencia científica de que el cambio climático está agravandose. La Tierra se calienta, el nivel del mar aumenta; millones de personas se enfrentan a las consecuencias de la catástrofe climática.
La situación hoy es peor de lo que era en diciembre de 2009 cuando hicimos aquella protesta. Y ya entonces era mala.
Hoy nos sentamos ante este tribunal porque les dijimos algo muy simple a los líderes mundiales: “los políticos hablan, los líderes actíuan”, porque todavía teníamos esperanza de que hicieran algo. No teníamos donde hacerlo y nos acercamos al lugar donde cenaban. ¿Es la esperanza un crimen?
Si los líderes hubieran leído nuestra pancarta, hoy no estaríamos haciendo frente a un aumento de las emisiones.
Vine a CPH con la esperanza de que aqui se tomara una decisión para salvar la Tierra. Nunca pensé que acabaría en prisión o expulsado del país.
Estuve 20 días en prisión por hacer una protesta pacífica, pero efectiva para llamar la atención de los líderes, y para que la COP15 fuera un éxito. Todo fue absolutamente pacífico. No pusimos a nadie en riesgo, pero el mensaje llegó claro y alto. Nosotros cumplimos nuestro objetivo, los líderes NO.
Sea lo que sea lo que se decida sobre nosotros, el hecho es que las emisiones globales siguen aumentando; el cambio climático continúa emporando, y los líderes mundiales no hacen nada sobre ello. ¿No será ese el verdadero crimen?”
Juantxo López de Uralde
http://www.juantxo.org/2011/08/19/la-esperanza-no-es-un-crimen/