Los cinco millones de desempleados que
registran las estadísticas muestran el enorme fracaso de las políticas
neoliberales que se vienen aplicando en los últimos años. Las que ha
aplicado este gobierno y el anterior, que puso las bases para que se
generase la gran burbuja inmobilaria que al estallar se ha llevado por
delante millones de empleos.
Pero siendo eso un fracaso indiscutible del neoliberalismo, cabría pensar que es algo que lógicamente podría ocurrir cuando se produce una crisis internacional tan extraordinaria como la que vivimos. Se podría entender que una economía se viniese abajo por esta circunstancia. Pero lo que no es justificable desde ningún punto de vista es la torpeza en su gestión, la falta de previsión y el engaño.
En 2008 hubo elecciones generales y para esa fecha muchísimos economistas estábamos advirtiendo (es fácil comprobarlo en esta misma página) lo que se venía encima. Sin embargo, en los programas electorales del Partido Popular y del PSOE (es también fácil comprobarlo) nada se decía de ello. Nos ofrecían nada más y nada menos que pleno empleo en esta legislatura. ¿No veían nada? ¿eran torpes, torpes, torpes, torpes?
No creo que se trate de ninguna de esas cosas. Lo que se ha demostrado es algo diferente y así mismo muy importante: que no solo asistimos al fracaso de las políticas neoliberales impuestas frente a la crisis (es también fácil comprobar que lo que ha hecho el gobierno del PSOE ha sido aplicar obediente las directrices de los poderes económicos y financieros que las definen) sino también de los partidos políticos como instrumento de gobierno, de representación de las preferencias sociales y de participación en la vida política.
Si queremos salir del callejón de donde estamos necesitamos otra democracia, otra forma de participación, de decisión y de gobierno, otra forma de gestión de las cosas sociales, de las instituciones, del Estado, de las relaciones laborales y de las empresas y de ambas cosas a la vez y conjuntamente, de nuestra relación con la naturaleza. Se necesita otra forma de ser, de vivir y de relacionarnos con nosotros mismos. La democracia prostituida, sometida solo a la voluntad ya criminal de la gran puta universal de Shakespeare, del dinero, ya no da para más. O mejor dicho, solo da para llevarnos a un desastre que, a la vista de su punto de partido, puede ser dramático.
De todo esto habla mi próximo libro que saldrá en unos días con el título Contra la crisis, otra economía, otro modo de vivir.
Pero siendo eso un fracaso indiscutible del neoliberalismo, cabría pensar que es algo que lógicamente podría ocurrir cuando se produce una crisis internacional tan extraordinaria como la que vivimos. Se podría entender que una economía se viniese abajo por esta circunstancia. Pero lo que no es justificable desde ningún punto de vista es la torpeza en su gestión, la falta de previsión y el engaño.
En 2008 hubo elecciones generales y para esa fecha muchísimos economistas estábamos advirtiendo (es fácil comprobarlo en esta misma página) lo que se venía encima. Sin embargo, en los programas electorales del Partido Popular y del PSOE (es también fácil comprobarlo) nada se decía de ello. Nos ofrecían nada más y nada menos que pleno empleo en esta legislatura. ¿No veían nada? ¿eran torpes, torpes, torpes, torpes?
No creo que se trate de ninguna de esas cosas. Lo que se ha demostrado es algo diferente y así mismo muy importante: que no solo asistimos al fracaso de las políticas neoliberales impuestas frente a la crisis (es también fácil comprobar que lo que ha hecho el gobierno del PSOE ha sido aplicar obediente las directrices de los poderes económicos y financieros que las definen) sino también de los partidos políticos como instrumento de gobierno, de representación de las preferencias sociales y de participación en la vida política.
Si queremos salir del callejón de donde estamos necesitamos otra democracia, otra forma de participación, de decisión y de gobierno, otra forma de gestión de las cosas sociales, de las instituciones, del Estado, de las relaciones laborales y de las empresas y de ambas cosas a la vez y conjuntamente, de nuestra relación con la naturaleza. Se necesita otra forma de ser, de vivir y de relacionarnos con nosotros mismos. La democracia prostituida, sometida solo a la voluntad ya criminal de la gran puta universal de Shakespeare, del dinero, ya no da para más. O mejor dicho, solo da para llevarnos a un desastre que, a la vista de su punto de partido, puede ser dramático.
De todo esto habla mi próximo libro que saldrá en unos días con el título Contra la crisis, otra economía, otro modo de vivir.