Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 7 de octubre de 2011
Este artículo analiza la
evolución de las políticas fiscales en Estados Unidos y en España así
como de la concentración de las rentas de capital que tales políticas
fiscales han determinado. El artículo señala que a no ser que se
revierta este proceso a base de políticas fiscales progresistas y amplia
expansión del gasto público la Recesión se puede convertir en Gran
Depresión.
Cuando el Presidente Obama propuso
incrementar los impuestos de aquellos ciudadanos cuya renta deriva
primordialmente de los beneficios del capital –es decir, de los ricos y
súper ricos- los republicanos pusieron el grito en el cielo indicando
que el Presidente Obama estaba practicando la lucha de clases,
penalizando a los sectores de la población que estaban creando riqueza y
empleo, y lo estaban haciendo –según ellos- a fin de contentar a la
mayoría de la población (cuyas rentas derivan de su trabajo), envidiosa y
resentida de lo que consideraban –según los republicanos- errónea e
injustamente como una clase privilegiada. El Partido Republicano no
quiere que se aumenten los impuestos de los súper ricos y ricos, pues
–según tal partido- éstos son los que invierten y crean riqueza.
Algo semejante ocurre en España.
Tradicionalmente, los partidos conservadores y neoliberales (que en
Europa se definen como liberales), han sido los protectores de las
rentas superiores utilizando el mismo argumento. La narrativa del
conocimiento económico neoliberal (próximo a los intereses de tales
grupos sociales) afirma que la gravación de los ricos es
contraproducente pues ahuyenta al capital necesario para invertir (según
la Agencia Tributaria española, el 72% de las rentas más altas -600.000
euros y más- deriva de la propiedad de capital). Esta postura está
ampliamente generalizada en la Unión Europea, de manera que en los
últimos años, incluso los partidos socialdemócratas gobernantes han
reducido significativamente los impuestos de los ricos y súper ricos a
fin de conseguir mayor inversión y mayor producción de empleo.
Frente a esta postura, que ha alcanzado
el nivel de dogma en el pensamiento económico dominante y en la cultura
política y mediática hegemónica a los dos lados del Atlántico, hay que
mostrar varios hechos, todos ellos conducentes a la conclusión de que
tal dogma es erróneo. Está sostenido por un elemento irracional -la fe
neoliberal- y no por la evidencia. Veamos los datos.
¿CÓMO SE GENERÓ LA GRAN DEPRESIÓN Y LA GRAN RECESIÓN?
Cuando en los años veinte del siglo
pasado se alcanzó en EEUU una enorme concentración de las rentas con un
aumento exponencial de las rentas del capital a costa de una dramática
reducción de las rentas del trabajo, estalló en aquel país la Gran
Depresión, causada precisamente por tal polarización de las rentas. El
70% del crecimiento de PIB, entre 1923y 1929, fue al 1% de la población
más rica de EEUU, y sólo el 19% fue al 90% de la población. Era la
“época dorada” de los súper ricos (James Crotty, The Great Austerity
War. Political Economy Research Institute, 2011). Esta enorme mala
distribución de la creación de riqueza significó el descenso muy marcado
de las rentas del trabajo (que quiere decir básicamente descenso de los
salarios), lo cual significó un enorme descenso de la demanda de bienes
y servicios que creó una caída en picado del crecimiento económico y un
aumento del desempleo. Por otra parte, la desregulación de la banca
(que es la medida que los súper ricos y ricos siempre desean, pues
depositan su dinero en sus bancos y la desregulación les permite hacer
lo que quieran) había permitido a los ricos y súper ricos invertir en
actividades especulativas en lugar de las áreas de la economía
productiva (donde se crean los bienes y servicios).
Un fenómeno semejante ha ocurrido a los
dos lados del Atlántico desde los años ochenta cuando se comenzaron a
aplicar las políticas neoliberales con el Presidente Ronald Reagan en
Estados Unidos y la Sra. Margaret Thatcher en Gran Bretaña. Tales
políticas incluyeron bajada de salarios, disminución de la protección
social y del gasto público social, y desregulación de la banca (que
facilitó las actividades especulativas del capital financiero).
Consecuencia de ello, las desigualdades de renta alcanzaron en 2007 los
niveles existentes a principios del siglo XX, causando la Gran Recesión,
la cual, resultado de la aplicación de “soluciones” neoliberales de
mayor austeridad, que están acentuando todavía más la disminución de la
demanda doméstica, va en camino de traducirse en la II Gran Depresión.
El fracaso de tales medidas es previsible. En ambos casos, entonces
–principios del siglo XX- y ahora –principios del siglo XXI- la enorme
concentración de las rentas y mimo (expresión utilizada por el Sr.
Warren Buffet, uno de los ricos más súper ricos del mundo, en su
artículo en el The New York Times titulado “Dejen de mimar a los ricos”,
15.08.11, para definir el trato fiscal discriminatorio de los Estados a
favor de las rentas del capital) originó la Gran Recesión y, con ella,
una enorme destrucción de puestos de trabajo.
¿CÓMO SE SALIÓ DE LA GRAN DEPRESIÓN?
En EEUU el Presidente Roosevelt (que
todavía hoy es el Presidente más popular que EEUU haya tenido) salió de
la Gran Depresión a base de aumentar los impuestos de los ricos y súper
ricos, gravándolos hasta el 91% de su renta (sí, ha leído bien, el 91%
de su renta). Con estos fondos creó empleo (11 millones de puestos de
trabajo) mejorando la muy deteriorada infraestructura física y social
del país. El desempleo bajó de un 23% en 1993 a un 9% en 1937.
Estableció la Seguridad Social y ayudó a que se expandieran los
sindicatos a fin de estimular el crecimiento de los salarios. La
polarización de las rentas disminuyó espectacularmente, aumentando las
rentas del trabajo. Todo ello impulsó un enorme crecimiento de la
demanda y de la actividad económica, con gran crecimiento de puestos de
trabajo.
Por otra parte, el gobierno federal
frenó la especulación de la banca, separando los bancos comerciales de
los bancos de inversión, protegiendo los depósitos en los primeros. Se
establecieron también bancas públicas que garantizaron el crédito. Y al
Banco Central Estadounidense (Federal Reserve Board) se le asignó el
objetivo de, además de contener la inflación, estimular la economía para
conseguir el pleno empleo. Estas medidas, junto con los preparativos
para la II Guerra Mundial y consiguiente incremento de la inversión
pública, eliminó la Gran Depresión. Un indicador de que esta activa
intervención del estado federal fue la responsable de la recuperación
económica es que, cuando en el año 1937 el Presidente Roosevelt,
aconsejado erróneamente por algunos de sus asesores económicos, (que
creyeron que la Depresión se había ya resuelto) disminuyó el gasto
público, el desempleo inmediatamente creció de nuevo.
La gran expansión del gasto público,
entre otras medidas, fue una causa determinante de la salida de la Gran
Depresión. Un tanto semejante ocurrió después de la II Guerra Mundial en
Europa. Este continente se recuperó mediante una enorme expansión del
gasto público, estimulada en la Europa Occidental por el Plan Marshall,
hecho que, por lo visto, se ha olvidado en los establishments europeos
LA RESPUESTA DEL CAPITAL A LOS AVANCES DEL MUNDO DEL TRABAJO
El New Deal, que era el nombre de las
políticas llevadas a cabo por el gobierno Roosevelt, marcó las bases
para que se creara lo que se ha llamado la “época dorada” del
capitalismo, un capitalismo con una intervención pública activa que
redistribuía los recursos producidos por el crecimiento económico,
manteniendo un elevado nivel de demanda, basado en unas políticas de
pleno empleo, con salarios altos y elevado gasto público. El gasto
público federal pasó de ser equivalente al 3% del PIB en 1929 al 16% en
1950. Fue en esta época cuando el porcentaje de la población trabajadora
que estaba sindicalizada alcanzó mayores niveles.
Los ricos y súper ricos no aceptaron
aquella situación, y a través de su creciente influencia en los Estados
de los dos lados del Atlántico, intentaron recuperar su gran poder y lo
hicieron a costa de la mayoría de la población, que obtiene sus rentas a
costa del trabajo. Así, en EEUU, el impuesto de los ricos y súper ricos
bajó del 91% al 70% en los años setenta, y al 35% actual (en realidad,
esta es la cifra nominal. La real es incluso más baja, 17%). En
consecuencia, la procedencia de los ingresos al Estado cambió
dramáticamente. Durante la época del New Deal, cuando el Presidente
Roosevelt gobernaba EEUU, por cada dólar que el gobierno federal
ingresaba procedente del trabajo, había 1,50 dólares procedentes de las
rentas del capital. Hoy, por cada dólar que aporta un trabajador, el
capital aporta sólo 25 centavos. Y ello se ha conseguido a base de una
lucha frontal (Noam Chomsky la llama guerra en su introducción al libro
Hay alternativas, de Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón) en
contra de la clase trabajadora (a través de políticas públicas
encaminadas a reducir los salarios y el gasto público social) que está
alcanzando su máxima expresión estos días. Y cuando, resultado de las
protestas populares (que son más frecuentes e intensas de lo que publica
en los medios) los estados desarrollan tímidas propuestas de recuperar
los impuestos a los ricos y súper ricos, éstos y sus portavoces
neoliberales inmediatamente echan el grito al cielo (como ocurre en EEUU
y en España) protestando que “los gobernantes están estimulando la
lucha de clases”. Portavoces tanto del Partido Republicano en EEUU como
del Partido Popular en España han utilizado tales expresiones
últimamente.
Una última observación. Las prácticas
neoliberales que han mimado a los ricos y súper ricos, se han
justificado con el argumento de que los ricos y súper ricos son los que
crean riqueza y puestos de trabajo al invertir y estimular el
crecimiento económico. Tales argumento ignoran hechos elementales como
que la creación de puestos de trabajo fue mucho mayor en la época
1950-1975, cuando la carga impositiva de las rentas superiores era 91%,
que ahora es sólo el 17%
Y ello es fácil de entender. Si el
Estado crea empleo a través de sus fondos, la creación de empleo va a
ser mayor que si los ricos y súper ricos acumulan más y más dinero, que
dedican más a la especulación que a la inversión productiva. Hoy los
ricos y súper ricos (en los dos lados del Atlántico) han acumulado
enormes sumas de dinero, y en cambio se está destruyendo empleo. En
realidad, lo primero es la causa de lo segundo. Este capital no se ha
estado utilizando con fines productivos (creando empleo), sino
especulativos (destruyéndolo). Y ahí está el problema. La concentración
de las rentas en grupos sociales muy minoritarios, facilita el
endeudamiento de la gran mayoría de la población por un lado y la
actividad especulativa a los súper ricos por el otro. De ahí que tales
políticas sean el sueño de la banca, cuya excesiva influencia sobre los
Estados está llevando a los países de los dos lados del Atlántico a la
Gran Depresión.