No hay día en que no aprendamos algo nuevo, aunque sea por error o por pura casualidad. Porque desde luego, si se tiene interés por aprender, la vida y el mundo por suerte no son otra cosa que un manantial de experiencias.
Hoy, sin querer, me he enterado de algo que no sabía y he confirmado a su vez algo que ya conocía. La que no sabía es la existencia de una de esas infinitas subestructuras de la Unesco llamada Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que, reunida por estos días en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), ha incluido en la 'Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad' a El Silbo gomero, el Tribunal de las Aguas de Valencia y al Consejo de Hombres Buenos de Murcia. No desdeño su buena intención ni la necesidad de proteger tantas cuestiones inmateriales, que siendo patrimonio de nuestro acerbo cultural humano viven en estos tiempos globalizados el peligro de la extinción o del olvido, pero mi duda metódica me lleva a pensar que el pastón que sustenta toda esta burocracia es fundido como casi siempre más en titulares, fotos y canapés que en los 'beneficiados' por tan insigne galardón.
Por contra, la cuestión que sí que sabía, es que el aparato burocrático del Estado y de las instituciones internacionales está tan repleto de comités, organismos, comisiones y subcomisiones que saber conducir entre tantas siglas de lo inútil se me antoja más complicado que el árbol genealógico de Adán y Eva.
Me da un poco de pena -pero a estas alturas también un poco igual- confirmar que en muchos sentidos vivimos en un mundo gobernado por lo absurdo y que, además, existe una escasa voluntad por hacer que esto se corrija. Es más, toda esas cantidad de comisiones y subcomisiones del aparato burocrático tienen en sí mismas un carácter corporativo y una normativa no escrita por la cual una de las principales misiones de todo su absurdo papel es seguir quemando presupuesto para que el problema para el que han sido creadas no alcance una solución satisfactoria en la vida, y así continuar chupando de ese bote.
Deberían hacer otra lista de patrimonio inmaterial absurdo, de la serie tan infinita de cosas que hay que erradicar como el maltrato animal, la ablación y este elenco de 'tradiciones'.
Hoy, sin querer, me he enterado de algo que no sabía y he confirmado a su vez algo que ya conocía. La que no sabía es la existencia de una de esas infinitas subestructuras de la Unesco llamada Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial que, reunida por estos días en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos), ha incluido en la 'Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad' a El Silbo gomero, el Tribunal de las Aguas de Valencia y al Consejo de Hombres Buenos de Murcia. No desdeño su buena intención ni la necesidad de proteger tantas cuestiones inmateriales, que siendo patrimonio de nuestro acerbo cultural humano viven en estos tiempos globalizados el peligro de la extinción o del olvido, pero mi duda metódica me lleva a pensar que el pastón que sustenta toda esta burocracia es fundido como casi siempre más en titulares, fotos y canapés que en los 'beneficiados' por tan insigne galardón.
Por contra, la cuestión que sí que sabía, es que el aparato burocrático del Estado y de las instituciones internacionales está tan repleto de comités, organismos, comisiones y subcomisiones que saber conducir entre tantas siglas de lo inútil se me antoja más complicado que el árbol genealógico de Adán y Eva.
Me da un poco de pena -pero a estas alturas también un poco igual- confirmar que en muchos sentidos vivimos en un mundo gobernado por lo absurdo y que, además, existe una escasa voluntad por hacer que esto se corrija. Es más, toda esas cantidad de comisiones y subcomisiones del aparato burocrático tienen en sí mismas un carácter corporativo y una normativa no escrita por la cual una de las principales misiones de todo su absurdo papel es seguir quemando presupuesto para que el problema para el que han sido creadas no alcance una solución satisfactoria en la vida, y así continuar chupando de ese bote.
Deberían hacer otra lista de patrimonio inmaterial absurdo, de la serie tan infinita de cosas que hay que erradicar como el maltrato animal, la ablación y este elenco de 'tradiciones'.
Jesús Cifuentes - el norte de castilla-