Artículo publicado en SISTEMA DIGITAL por Vicenç Navarro, 2 de marzo de 2012.
Este artículo está basado en la
presentación del libro Hay Alternativas en el Auditorio Marcelino
Camacho de CCOO en Madrid el día 23 de febrero. El artículo acentúa la
enorme necesidad y urgencia de que la ciudadanía sea consciente de que
hay alternativas a las políticas públicas que se están imponiendo a la
población.
Cuando Juan Torres, Alberto Garzón y yo
estábamos trabajando en el libro Hay alternativas. Propuestas para crear
empleo y bienestar social en España, Juan Torres me sugirió que llamara
a mi amigo Noam Chomsky para ver si podría escribir el prólogo. Y así
lo hice. Le conté a Noam Chomsky que el libro intentaba presentar
alternativas distintas –en realidad, opuestas- a las que el
establishment financiero, empresarial y político estaba llevando a cabo
en España, políticas que estaban dañando a la población y que, con la
ayuda de los mayores medios de información y persuasión, poseídos y/o
influenciados por tales establishments, estaban siendo aceptadas como
las únicas posibles. España -le conté a Chomsky- tenía una escasísima
diversidad ideológica en sus medios, resultado de la Transición
inmodélica de la dictadura a la democracia que ocurrió en nuestro país,
una transición que modificó, pero no rompió, con el enorme dominio en la
vida política que las fuerzas conservadoras –la banca y la gran
patronal, cohesionadas por la ideología de la Iglesia católica y
defendidas por el Ejército, la policía y la judicatura- habían tenido
durante la dictadura y que (aunque en menor grado) continuaron teniendo
durante el periodo democrático. Como consecuencia de este enorme poder,
había un dominio casi absoluto del dogma neoliberal –la ideología de la
banca y de la gran patronal- en los mayores medios de información y de
persuasión, los cuales promovían el argumento de que tales políticas de
austeridad y reducción salarial eran necesarias e inevitables. Según tal
establishment, no había otra alternativa.
La realidad, sin embargo, era muy
diferente. Existían políticas públicas alternativas que se habían
experimentado en otros países, o incluso en nuestro propio país en
periodos democráticos anteriores, políticas públicas que eran distintas,
casi opuestas, a las que se estaban realizando. Y podían documentarse y
mostrarse fácilmente, como pretendíamos con este libro. Nuestro
objetivo era denunciar la falsedad de los supuestos que alimentaban las
políticas neoliberales, presentando a la vez alternativas. Era urgente
que a la ciudadanía se le facilitaran los datos objetivos para que, con
esta información, pudieran defenderse, movilizarse y rebelarse frente a
un brutal ataque hacia sus beneficios sociales y laborales por los que
sus antepasados habían luchado y conseguido.
Noam Chomsky lo comprendió enseguida y
me envió el prólogo en unos días. Entendió perfectamente qué es lo que
intentábamos hacer con este libro que titulamos Hay alternativas.
Propuestas para crear empleo y bienestar social en España. Era y
continúa siendo claro que información es poder. Había que dar
información (poder) a la población para que pudiera conocer que hay
alternativas y responder a tanta agresividad, intrínseca en aquellas
políticas neoliberales. De ahí que centró el prólogo a nuestro libro en
el tema que definió como la Guerra de Clases Unilateral, guerra que las
plutocracias –las élites dominantes- están llevando a cabo en muchos
países frente a las clases populares, que son la mayoría de la
población. En España, tal guerra de clases existía en bases diarias, en
que las elites financieras, empresariales (el mundo de las grandes
empresas) y mediáticas y sus instrumentos políticos ganaban cada día tal
lucha. En realidad, tal guerra se estaba acentuando incluso más con el
nuevo gobierno del Partido Popular.
Tal guerra de clases está escalando
rápidamente y expresándose con toda su crudeza estos días, en la
represión a golpe de porra de las manifestaciones en protesta por tales
políticas neoliberales como son, por ejemplo, los recortes de gasto
público en sanidad y en educación. Esta guerra la vimos la semana pasada
en Valencia, donde la policía atacó salvajemente a los estudiantes que,
con razón, se rebelaron frente a los recortes del gasto público
educativo. La policía intento reprimirlos a base de golpes, alcanzando
un nivel de agresividad y hostilidad que era un claro indicador de cómo
la policía veía a tales estudiantes y a sus padres, que se movilizaron
para ayudarles. Como indicó el jefe de la policía, una persona de claras
simpatías fascistas, los veía como los “enemigos”, los enemigos del
orden que sustenta a la plutocracia, una minoría frente a la gran
mayoría de la población. Tal orden no podía tolerar que se cuestionaran
sus políticas.
Las movilizaciones de los estudiantes
¿Y cuál fue la respuesta de los
estudiantes? Con enorme dignidad, herederos de todas las generaciones
que lucharon por la democracia antes que ellos, respondieron levantando
libros como armas, subrayando “éstas son nuestras armas”. Querían
mostrar que el conocimiento de lo que ocurre en España y de cómo
resolver los enormes problemas que tienen las clases populares, les daba
gran poder, permitiéndoles denunciar aquellas políticas, presentando
otras alternativas. ¡Qué bello gesto el suyo, y cuánta razón tenían!
Frente a la fuerza, presentaron la razón. Frente a la impostura, la
verdad silenciada y reprimida. Miles de veces, durante nuestra historia,
las calles de nuestros pueblos y de nuestras ciudades han visto como
esta guerra de clases unilateral se convierte en bilateral, cuando la
población se rebela frente a aquella opresión, que requiere tal
brutalidad para mantenerla. Y los jóvenes estudiantes en Valencia se
rebelaron. Respondieron a aquella agresión, no con armas de fuego o a
base de golpes (“nuestras armas son estos libros” decían), sino con
libros, porque sabían y saben que la razón es más poderosa que la fuerza
física, que la convicción es más eficaz que la represión.
Repito que miles de veces ha tenido
lugar en la historia de España tal confrontación, habiendo alcanzado su
máxima expresión en el famoso grito del General José Millán-Astray en la
Universidad de Salamanca de “abajo la inteligencia, viva la muerte”.
Los sucesores de aquel grito terrorista gobiernan de nuevo en España,
oponiéndose, incluso, a que los monumentos a tal criminal desaparezcan
de nuestro paisaje monumentalista. Pero, como bien respondió Unamuno, el
Rector de tal Universidad, “venceréis porque tenéis la fuerza, pero no
convenceréis”. Y convencer, basados en razón, es más poderoso que
reprimir. Y de ahí la falta de diversidad en los medios de mayor
difusión en España, donde continúa existiendo un orden oprimente para
grandes sectores de nuestra población. El establishment tiene miedo
porque la razón puede llegar a movilizar a millones de personas. Y los
estudiantes de Valencia, más tarde de Madrid y de otras partes de
España, eran conscientes de ello. Un libro puede ser más poderoso que
los miles y miles de policías que golpean “a sus enemigos”. Esta
posibilidad tiene amedrentados a los establishments financieros
económicos, mediáticos y políticos del país. Si a la mayoría de la
población se le presenta información que muestre que, en contra de lo
que se le ha dicho, hay alternativas, alternativas factibles, que
expandirían en lugar de reducir su bienestar y calidad de vida, podría
haber una respuesta organizada y movilizadora, que cuestionaría y
amenazaría su dominio y hegemonía.
Nunca deberemos olvidad que la historia
de España está llena de movilizaciones que fueron exitosas. El ejemplo
más claro son las movilizaciones –dirigidas por el movimiento obrero-
durante el periodo 1974-1978, y que forzaron el fin de la dictadura.
Recordemos lo que deliberadamente se ha olvidado. Franco murió en la
cama, pero la dictadura terminó en la calle, y ello como resultado de
las movilizaciones populares. Y esto es lo que teme más la estructura
del poder. De ahí la brutalidad de la policía frente a unos jóvenes cuya
única arma eran los libros. Los que mandan en el país saben, son
conscientes, de que la movilización popular puede llevar al traste toda
la estructura de beneficios y privilegios que han estado gozando, y que
sus políticas neoliberales intentan promover y defender. De ahí su
enorme represión intelectual e ideológica, con escasísima diversidad en
los medios (que automáticamente excluye a las voces críticas de tales
políticas neoliberales que causan tanto dolor). Y de ahí su brutal
represión en contra de lo que ven como “el enemigo”.
La cultura alternativa a la cultura dominante
Como era de esperar, las manifestaciones
se extendieron por toda España. Y en la Puerta del Sol de Madrid hubo
una gran protesta, en que los estudiantes agitaban (como ahora está
ocurriendo a lo largo del territorio español) libros contra las porras
policiales, exigiendo libertad de expresión. Y cuál fue mi enorme
alegría, cuando entre los libros que agitaban destacaba Hay
alternativas. Juan Torres me envió la fotografía que aparecía en El País
en que en la delantera de la manifestación estaban los estudiantes
frente a la policía enarbolando el libro (ver fotografía adjunta).
¡Qué alegría me causó! Esta alegría era en parte debido al orgullo de
ver que había sido útil a aquellos estudiantes, y que lo evaluaban como
un buen instrumento para informar a la ciudadanía y así darle poder y
facilitar su respuesta a lo que mi amigo Noam Chomsky había definido en
el prólogo como “guerra de clases unilateral”. Tenía que convertirse en
bilateral. Y para ello se necesitaba que la ciudadanía supiera que sí,
que en contra de lo que le habían dicho, había alternativas.
Pero había otro motivo de gran alegría.
Una causa muy importante era que la agitación social de aquellos
estudiantes, utilizando aquel libro, mostraba la existencia de una
cultura alternativa a la dominante. En realidad, el libro Hay
alternativas ha tenido muchas dificultades para salir. La editorial
Aguilar, que se había comprometido a publicarlo, habiéndolo incluso
anunciado en Amazon, lo retiró como consecuencia de presiones políticas y
financieras. Y el libro no ha tenido ninguna otra promoción por parte
de los grandes medios. En realidad, hasta hoy ningún rotativo de gran
difusión lo ha comentado o dado noticia de él. Y, sin embargo, su
difusión ha sido enorme. Mucha gente lo conoce, lo lee y lo distribuye. Y
así salió en las manifestaciones. Ello quiere decir que hay una España
alternativa, a través de la red que moviliza a millones de personas. Y
ahí está la fuente de miedo e inestabilidad que tiene atemorizado al
establishment.
La exigencia democrática
Existe, pues, una cultura alternativa
fuera de los canales altamente controlados por el establishment. Esto es
un hecho evidente. Y el excelente movimiento 15-M se basa en ello. Y de
las demandas de éste y otros movimientos, incluyendo el sindical (hoy
brutalmente atacado), surgen peticiones concretas, alternativas a las
que impone el establishment. Y la más amenazante para este último es la
exigencia de que cada ciudadano en este país tenga la misma voz y
capacidad de influencia en la gobernanza del país. Ello exigirá enormes
cambios, que van desde el cambio radical de la Ley Electoral (que
discrimina sistemáticamente a las izquierdas) exigiendo que el voto de
cada ciudadano valga lo mismo, a cambios en los sistemas de información y
difusión para garantizar igualdad de oportunidades mediáticas,
incluyendo también la eliminación de la financiación privada (abierta u
oculta) del proceso político y de los partidos, exigiendo también
cambios y la democratización de tales partidos.
Resultado de la enorme influencia que
las derechas tenían, y continúan teniendo sobre el Estado, la democracia
en España es enormemente limitada. Es la menos proporcional en la UE, y
la menos participativa. Es una democracia en la que los escasamente
representativos gobernantes tienen miedo a la población, habiéndose
establecido una enorme distancia entre gobernantes y gobernados. Esta
distancia ha facilitado la captación de los supuestos representantes de
la población –los gobiernos- por los grandes lobbies financieros y
patronales, tanto europeos como españoles, que hoy gobiernan y dominan
nuestro país. Tales minorías están dictando políticas que favorecen sus
intereses a costa de los intereses de la gran mayoría de la población.
Lo que los compañeros indignados de EEUU (el movimiento Occupy Wall
Street) llaman el 1% que gobierna el país –su vida económica,
financiera, mediática y política- también se pueda aplicar aquí a
España. Y todo ello legitimado, argumentando que ellos son “los que
representan al pueblo” que, para mayor ofensa, están implementando
políticas altamente impopulares aduciendo un inexistente mandato
popular, ocultando que, en realidad, la mayoría de la población no les
votó e, incluso entre la mayoría que los votó, tales políticas –que no
estaban en su programa electoral- no son populares.
Las soluciones
Esta presentación no puede terminar sin
algunas observaciones inmediatas. El libro ofrece alternativas de cómo
alcanzar la democracia por la cual tantas generaciones han luchado en
España y que todavía no hemos alcanzado. Pero hay otra dimensión que
creo importante, y que aparece también en el libro. Y es la necesidad de
movilizarse activamente, convergiendo las distintas sensibilidades
hacia, no sólo la defensa de los derechos sociales y laborales que hoy
están siendo recortados dramáticamente, sino también el desarrollo de
nuestra democracia, enormemente limitada, responsable de que nuestro
bienestar sea tan insuficiente. Esto último no se resolverá sin haber
conseguido lo primero. Y se requiere la convergencia de todas las
fuerzas democráticas en este proyecto. Hay que democratizar nuestras
instituciones mal llamadas democráticas, hay que democratizar los medios
de información, y hay que democratizar la economía. En el libro tocamos
todos estos temas y ofrecemos propuestas específicas.
Y hay que movilizarse para conseguirlo. Y
ahora más que nunca, pues, estamos gobernados por las derechas de
siempre, que ahora gobiernan en mayoría aunque, como acabo de decir, la
mayoría de la población no les ha votado. Se necesita la movilización de
las izquierdas, todas las izquierdas, para evitar que ganen también en
Andalucía y Asturias.
Pero lo más fundamental, no es el
proceso electoral (por muy importante que éste sea, que lo es), sino la
agitación social. Es importante que el 15-M y los movimientos sociales
como los sindicatos, extiendan la agitación social por toda España y que
su radicalidad contagie a los instrumentos tradicionales de las
izquierdas, para que esta España alternativa, que es la real, vaya
convirtiéndose en la España que las fuerzas progresistas hemos deseado.
La mayoría de la población simpatiza con estas demandas, entre las
cuales la democratización del país ocupa un lugar preferente. Espero que
el libro continúe siendo una ayuda para ello.
* Notas basadas en la presentación del
libro “Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social
en España”, el dia 23 de febrero, en el Auditorio Marcelino Camacho, de
CCOO en Madrid