El volcán islandés Eyjafjalla ha paralizado el tráfico aéreo europeo durante los últimos días. La decisión ha sido polémica porque algunos la han considerado exagerada, mientras otros recuerdan que se ha seguido el protocolo para evitar posibles catástrofes. En cualquier caso, los científicos señalan que la nube de cenizas ha disminuido hasta niveles "insignificantes". Los vulcanólogos añaden que la del Eyjafjalla es pequeña en comparación con otras grandes erupciones y advierten de sus efectos sobre la salud y el medio ambiente, algunos devastadores y otros positivos.
Eyjafjalla, un pequeño volcán
El volcán del glaciar Eyjafjallajokull entró en erupción por primera vez en 200 años el pasado 20 de marzo. Su magnitud ha sido pequeña en relación a otras erupciones y, como indica Ramón Ortiz, cada mes ocurren más de diez erupciones mayores que la de Islandia. En este caso, la circulación de ceniza se ha producido en un espacio aéreo muy transitado, que ha llevado a tomar la decisión de cerrarlo. No ocurre lo mismo en Alaska, Kamchatka (Rusia) o Indonesia. En estas zonas de gran actividad volcánica, no es frecuente que se cierre su espacio aéreo.
Volcanes: consecuencias sobre la salud y el medio ambiente
Según Joan Martí, la evolución de la nube de ceniza del Eyjafjalla hasta el momento hace pensar que no causará ninguna catástrofe ambiental. Su mayor impacto se registrará en sus aledaños, en un área de unos 100 kilómetros, y, por lo tanto, no afectará al continente europeo. Se evacuó a la población más cercana al volcán para evitar que entrase en contacto directo.
En general, las partículas de ceniza volcánica pueden provocar en las personas que se encuentren bajo su radio de acción diversos problemas de salud. Al contener partículas y gases nocivos, dañan el sistema respiratorio, la piel y los ojos. Los niños y las personas con alergias y problemas en estas partes del cuerpo son los más afectados.
La ceniza de un volcán puede inducir incendios forestales, contaminar el agua y dañar las cosechas, la vegetación y el ganado. El sílice de la ceniza tiene una alta cantidad de flúor que se puede depositar en el pasto. Las ovejas que ingieran este alimento pueden perder los dientes y tener problemas de vista. Las avalanchas de barro y los ríos de lava arrastran todo lo que encuentran a su paso. A su vez, puede provocar otros desastres naturales, como inundaciones o deformación del paisaje. El volcán emite gases tóxicos capaces de ocasionar problemas de lluvia ácida en un área que puede alcanzar los 30 kilómetros e, incluso, tormentas eléctricas.
Impacto de los grandes volcanes
El Eyjafjalla es una pequeña sombra en comparación con los grandes volcanes que han destacado por su actividad. En 1815, el volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción de manera violenta y causó la muerte de 50.000 personas. Es el más letal hasta la fecha. La ceniza se extendió por todo el planeta y redujo la exposición al Sol: en la Península Ibérica la temperatura no subió de 15 grados centígrados durante aquel verano.
La propagación masiva de ceniza volcánica en la atmósfera puede provocar pequeños cambios climáticos de varios años de duración. Hace unos 74.000 años, en lo que ahora es Sumatra, el volcán Toba entró en erupción y sus cenizas oscurecieron el cielo en todo el planeta. Las temperaturas se desplomaron hasta en 21 grados en latitudes más altas, y las tres cuartas partes de las especies vegetales en el hemisferio norte perecieron. Esta erupción pudo producir una masacre en la humanidad de la época, de la que sólo sobrevivirían unos pocos miles. Este hecho podría explicar por qué el ADN de todos los seres humanos actuales es similar, según Stanley Ambrose, un antropólogo de la Universidad de Illinois.
En 1783, la erupción del volcán islandés Laki provocó un pequeño cambio del clima que afectó a Europa. Algunos expertos sostienen que la hambruna y el aumento de la mortalidad posterior fue uno de los acicates que llevó a la Revolución Francesa.
Y podría ser incluso peor. Un informe de la Sociedad Geológica de Londres advierte de que tarde o temprano ocurrirá una súper erupción volcánica en algún punto del planeta que alterará el clima y podría acabar con la civilización actual. Los responsables de informe reconocen que no se puede predecir cuándo sucederá y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Una de estas posibles súper erupciones podría ocurrir en el Parque Nacional de Yellowstone, en EE.UU. En 2001, un estudio de la revista 'Earth and Planetary Science Letters' señalaba que cubriría la mitad del país con una capa de ceniza de un metro de espesor.
La actividad volcánica también contribuye al deshielo de los casquetes de hielo en la Antártida, según un artículo publicado en la revista 'Nature' en 2008.
El volcán del glaciar Eyjafjallajokull entró en erupción por primera vez en 200 años el pasado 20 de marzo. Su magnitud ha sido pequeña en relación a otras erupciones y, como indica Ramón Ortiz, cada mes ocurren más de diez erupciones mayores que la de Islandia. En este caso, la circulación de ceniza se ha producido en un espacio aéreo muy transitado, que ha llevado a tomar la decisión de cerrarlo. No ocurre lo mismo en Alaska, Kamchatka (Rusia) o Indonesia. En estas zonas de gran actividad volcánica, no es frecuente que se cierre su espacio aéreo.
Volcanes: consecuencias sobre la salud y el medio ambiente
Según Joan Martí, la evolución de la nube de ceniza del Eyjafjalla hasta el momento hace pensar que no causará ninguna catástrofe ambiental. Su mayor impacto se registrará en sus aledaños, en un área de unos 100 kilómetros, y, por lo tanto, no afectará al continente europeo. Se evacuó a la población más cercana al volcán para evitar que entrase en contacto directo.
En general, las partículas de ceniza volcánica pueden provocar en las personas que se encuentren bajo su radio de acción diversos problemas de salud. Al contener partículas y gases nocivos, dañan el sistema respiratorio, la piel y los ojos. Los niños y las personas con alergias y problemas en estas partes del cuerpo son los más afectados.
La ceniza de un volcán puede inducir incendios forestales, contaminar el agua y dañar las cosechas, la vegetación y el ganado. El sílice de la ceniza tiene una alta cantidad de flúor que se puede depositar en el pasto. Las ovejas que ingieran este alimento pueden perder los dientes y tener problemas de vista. Las avalanchas de barro y los ríos de lava arrastran todo lo que encuentran a su paso. A su vez, puede provocar otros desastres naturales, como inundaciones o deformación del paisaje. El volcán emite gases tóxicos capaces de ocasionar problemas de lluvia ácida en un área que puede alcanzar los 30 kilómetros e, incluso, tormentas eléctricas.
Impacto de los grandes volcanes
El Eyjafjalla es una pequeña sombra en comparación con los grandes volcanes que han destacado por su actividad. En 1815, el volcán Tambora, en Indonesia, entró en erupción de manera violenta y causó la muerte de 50.000 personas. Es el más letal hasta la fecha. La ceniza se extendió por todo el planeta y redujo la exposición al Sol: en la Península Ibérica la temperatura no subió de 15 grados centígrados durante aquel verano.
La propagación masiva de ceniza volcánica en la atmósfera puede provocar pequeños cambios climáticos de varios años de duración. Hace unos 74.000 años, en lo que ahora es Sumatra, el volcán Toba entró en erupción y sus cenizas oscurecieron el cielo en todo el planeta. Las temperaturas se desplomaron hasta en 21 grados en latitudes más altas, y las tres cuartas partes de las especies vegetales en el hemisferio norte perecieron. Esta erupción pudo producir una masacre en la humanidad de la época, de la que sólo sobrevivirían unos pocos miles. Este hecho podría explicar por qué el ADN de todos los seres humanos actuales es similar, según Stanley Ambrose, un antropólogo de la Universidad de Illinois.
En 1783, la erupción del volcán islandés Laki provocó un pequeño cambio del clima que afectó a Europa. Algunos expertos sostienen que la hambruna y el aumento de la mortalidad posterior fue uno de los acicates que llevó a la Revolución Francesa.
Y podría ser incluso peor. Un informe de la Sociedad Geológica de Londres advierte de que tarde o temprano ocurrirá una súper erupción volcánica en algún punto del planeta que alterará el clima y podría acabar con la civilización actual. Los responsables de informe reconocen que no se puede predecir cuándo sucederá y que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Una de estas posibles súper erupciones podría ocurrir en el Parque Nacional de Yellowstone, en EE.UU. En 2001, un estudio de la revista 'Earth and Planetary Science Letters' señalaba que cubriría la mitad del país con una capa de ceniza de un metro de espesor.
La actividad volcánica también contribuye al deshielo de los casquetes de hielo en la Antártida, según un artículo publicado en la revista 'Nature' en 2008.
¿Cómo se crean los volcanes?
La superficie de la Tierra no es ni mucho menos estática. Está compuesta de varias placas tectónicas unidas unas a otras que, al entrar en fricción, fusionan las rocas dentro de la corteza. Los volcanes se crean al ascender estos materiales diversos (lava, polvo, cenizas, etc.) a la superficie y acumularse en la misma. Se estima que en todo el mundo hay unos 600 volcanes en marcha, aunque su nivel de actividad es muy variable.
Efectos positivos de los volcanes
Algunos científicos creen que las grandes erupciones más recientes, como las ocurridas en el monte San Helens en 1980 y en el monte Pinatubo en 1991, han paliado el calentamiento global a corto plazo. La emisión de cenizas por todo el planeta habría hecho de pantalla para los rayos solares.
Los volcanes emiten dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera, pero su contribución al calentamiento global actual es mucho menor que la provocada por las actividades humanas. Según un estudio de la Organización Geológica de EE.UU. (USGS), el conjunto de los volcanes mundiales generan unos 200 millones de toneladas anuales de CO2, frente a los 24.000 millones causados por los automóviles y la industria.
Por ello, la interrupción durante estos días de los vuelos en Europa a causa del Eyjafjalla habría resultado beneficiosa. La aviación europea genera 344.109 toneladas de CO2 diarias, mientras que el volcán islandés habría emitido unas 150.000 toneladas.
Un artículo publicado en 2009 en la revista 'Earth and Planetary Science Letters' señalaba que la interrupción de la actividad volcánica, hace 250 millones de años, habría convertido a la Tierra en una bola de nieve cubierta de glaciares. Y también habría ayudado a dar lugar a la atmósfera rica en oxígeno, esencial para la mayoría de los seres vivos.
Los depósitos de ceniza pueden ser beneficiosos para el entorno porque mejoran la fertilidad del suelo. Así lo pudieron comprobar los agricultores de León (Nicaragua). En abril de 1992, hizo erupción el volcán del Cerro Negro y la mezcla de la tierra y las cenizas volcánicas dio lugar a unas buenas cosechas en los meses posteriores.
Algunos científicos incluso buscan aprovechar la energía de los volcanes. Adam Simon, geoquímico de la Universidad de Nevada en Las Vegas, forma parte de un equipo internacional de investigadores cuyo objetivo es conocer mejor cómo funcionan para generar a partir de ellos energía geotérmica. Simon también estudia las posibilidades de producir oro, plata, platino y paladio a partir de los depósitos volcánicos.
El Teide, un volcán activo en observación
El Teide se ha reactivado a partir de 2004, y aunque no se espera una erupción inmediata, los equipos de investigación no le quitan ojo, según Ramón Ortiz. En tal caso, los efectos de la nube de cenizas serían mucho mayores que los del volcán Eyjafjalla. Ortiz afirma que el volcán tinerfeño avisaría con el tiempo suficiente para poner en marcha un plan de actuación para tal eventualidad.
Alex Fernández Muerza - www.consumer.es - EROSKI