sábado, 17 de septiembre de 2011

NO SÓLO DE IMPUESTOS VIVEN LOS INGRESOS PÚBLICOS

Está muy bien y es importante que por fin haya debate sobre los impuestos no centrado sólo en bajarlos. España tiene una presión fiscal impropia de un país que dice querer tener un Estado social. Cuando comparan la economía pública con las economías domésticas para decir que éstas no gastan más de lo que ingresan (evidentísima mentira, por otro lado) se olvidan de que, mientras un trabajador no puede decretar la subida de su nómina, el Estado sí decide si aumenta o no sus ingresos por lo menos vía fiscal. En eso, puestos a comparar con seres humanos, el Estado sería como un miembro de un consejo de administración de una gran empresa (¿he escrito que son seres humanos?), con la diferencia de que siempre coincide que éstos decretan un gran aumento de sus ingresos cada vez que el Estado decreta la disminución de los suyos.
Bienvenido, pues, el debate de los impuestos. Y que sea en serio: no un pequeño impuesto de patrimonio o sólo una elevación de tramos de la renta de fortunas que imaginamos gracias a programas televisivos de casas de lujo. Hágase una reforma fiscal  (y de la inspección de Hacienda) de verdad para acercar el volumen de ingresos públicos vía fisco al de los países de nuestro famoso entorno. Para ello falta subir un 10% de nuestro PIB y hacerlo mucho más progresivo y eso no se hace sólo con un nuevo impuesto sin, por ejemplo, cambiar el control que hay sobre las rentas y patrimonios ocultos.
Puestos a iniciar el debate de los ingresos no puede olvidarse aquellos de los que hoy carecemos por decisiones políticas que comenzaron hace veinte años y no acaban de terminar. ¿Por qué diantres hemos privatizado (y seguimos haciéndolo) casi* todas las empresas públicas que dan beneficios al Estado? ¿Introducimos en el debate de los ingresos públicos a largo plazo la urgente paralización de la privatización de la Lotería Nacional, de AENA y de los dos aeropuertos más rentables? ¿Le daría también esa orden Rubalcaba a Zapatero o sólo aquellas que Rajoy pueda deshacer en unas semanas y que sólo sirvan para tres mítines? ¿Echamos cuentas de cuánto dinero dejamos de ingresar todos cada año por aquellas privatizaciones de Telefónica, de las energéticas, de Argentaria (la A del BBVA)… ?
Con la de golpes que nos sacuden nadie puede calificar ninguna propuesta económica de excesivamente drástica: el desmantelamiento de lo público llega ya a la educación y la sanidad y el desmantelamiento de la soberanía popular llega a la constitución. Hagamos reformas profundas, de acuerdo, pero discutamos en qué dirección habida cuenta del consolidado fracaso de la dirección emprendida desde hace mucho tiempo pero en aceleración hacia el abismo en el último año y medio.
¿Reformas estructurales? ¡Adelante! Empecemos por no privatizar las cajas y bancos que saneamos. Copiemos con los bancos el modo en que Alemania, Bruselas y Washington rescatan países: quedándoselos. Nada de sanear y privatizar con un lacito la Caja de Ahorros del Mediterráneo: saneémosla y hagamos de ella, junto con Caja Castilla-La Mancha y Cajasur el embrión de una banca pública rentable y que además modifique para bien las economías de la ciudadanía realmente existente. Convirtamos en acciones en propiedad del Estado cada uno de los euros dados por el FROB para rescatar bancos (problema: de una vez tendrían que decirnos a qué bancos hemos dado dinero público). Y usemos la presencia pública en la banca para facilitar la recuperación de un sector empresarial público en todos los sectores estratégicos pero también en aquellos que puedan ser rentables y que permitan construir democráticamente un país mejor.
Nada hay más moderado (por puramente sensato) que el ensayo y error. Constatado el fracaso de un camino en una dirección, ¿qué tal cambiar de dirección y abrir, de verdad, el debate sobre los ingresos públicos?
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*Hay una empresa pública que da beneficios y cuya privatización nunca nadie ha planteado: Paradores Nacionales. Será, quizá, que sus usuarios suelen ser gente pudiente y con ellos no se juega: quieren que los paradores sigan siendo estupendos y para ello lo mejor es que sigan siendo públicos. Que sus niños no irán a un colegio público, pero al parador sí.

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