miércoles, 21 de abril de 2010

EL OTRO PADRE HOYOS (CIFU)

Con respeto, pero desde la prudente distancia que uno observa en este mundo lleno de trampas en la realidad cotidiana, observé con asombro el poder de convocatoria que levantó la beatificación del padre Bernardo Francisco Hoyos la semana pasada, en un macroevento organizado por toda la curia eclesial en la acera recoletos. El milagro atribuido al tipo, jesuita fallecido en 1735, fue que un 22 de abril de 1936 cuando la joven Mercedes Cabeza, enferma de un tumor, entró en agonía y parece que se vio curada según moría. La curación milagrosa fue entonces atribuida al padre Hoyos. La familia de Mercedes había iniciado la tercera novena al primer apóstol del Corazón de Jesús cuando sanó “de repente”. Sus rezos respondían a la propuesta que un jesuita amigo de la propia enferma le había hecho: «Te va a curar». Uno no sale de su asombro con qué clase de cosas ve la gente si es lo que quieren ver, pero más asombroso es el carromato de faldumentos y sotanas traídos en autobuses de todas partes del estado, que financiados entre otros dineros por el suyo y el mío sin que nos hayan preguntado, tuvieron el domingo pasado el acto orgiástico de encumbrar al prelado a las mieles de la beatitud. Ustedes valorarán.
La coña comparativa viene de la desmemoria histórica que gastamos, y que hoy quiero desempolvar, porque otro jesuita, más contemporáneo y más de carne y hueso si cabe, un humanista cultivado hijo también de una notable familia de esta ciudad, fue asesinado en la lucha guerrillera que se desarrolló en Guatemala en los años 80, etapa en la que la dictadura bananera de Rios Montt acabó con la existencia de decenas de miles de indígenas guatemaltecos de la manera más brutal y sangrante que nos podamos imaginar. Hablo de asesinatos y descuartizamientos a machetazos de hombres niños y mujeres, violaciones y despiezamientos de mujeres embarazadas…..el horror más salvaje que y rocambolesco que la raza humana se regala de vez en cuando, cuando pierde por completo sus papeles de humanidad.
El 9 de septiembre de 1980 el “otro padre Hoyos” escribió: Dentro de las exigencias de la lucha revolucionaria actual, hoy doy el paso de integrarme más a la lucha revolucionaria donde lo exige la situación: en un lugar de la montaña de Guatemala. Pienso que es lo que de mí exige la lucha revolucionaria en este momento. Mi fidelidad es a ese pueblo en el que Dios está presente y lo demás son instrumentos para esa lucha. Mi decisión está tomada después de pensarlo suficientemente, es el resultado de un proceso de evolución y el fruto de la exigencia del momento de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo. No es una decisión fácil, y, en todo caso, la menos cómoda, pero hoy es en ese puesto concreto donde pienso que debo estar y doy este paso con toda la decisión, alegría y esperanza con la que siempre he procurado dar los pasos decisivos en mi vida. En 1982 murió luchando contra Efrain Rios Montt.

Jesús H. Cifuentes - el norte de castilla-