lunes, 27 de septiembre de 2010

TRES VECTORES (JOSÉ SARAMAGO)

Se perfila una forma de entender el mundo definida por tres vectores muy claros: la neutralidad, el temor y la resignación.

“El paso del gran pesimista”, Semanario Universidad, San José de Costa Rica, 30 de junio de 2005

LA BATALLA QUE VALE LA PENA (JOSÉ SARAMAGO)

Los derechos humanos… ¿cuántos se cumplen?, ¿por qué no se cumplen?, ¿de quién es la responsabilidad de no cumplirlos? La batalla que vale la pena en el siglo que entra es la batalla por los derechos humanos, y la tendencia es a perderla si no reaccionamos a tiempo […] Hay una incompatibilidad radical entre globalización económica y derechos humanos.

“Saramago y la lucha por los derechos humanos”, Revista In Formación, Madrid, nº 8, julio de 2000

HISTORIA Y REVOLUCIONES (JOSÉ SARAMAGO)

Ni la historia ha llegado a su fin, ni se han acabado las revoluciones. Mi optimismo se contenta con estas certezas. El resto son dudas. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Eso no lo sé, pero sucederá.

“Soy un grito de dolor e indignación”, ABC (Suplemento El Semanal), Madrid, 7-13 de enero de 2001

FIERAS CONTRA FIERAS (JOSÉ SARAMAGO)

Hablo de un cambio que induzca a las personas a pensar que esto no es suficiente para vivir como seres humanos. No puede ser. Si nos convertimos en personas que sólo atienden sus propios intereses, vamos a convertirnos en fieras contra fieras. Por otra parte, esto es lo que está sucediendo.

“La literatura no cambia el mundo”, O Globo, Río de Janeiro, 14 de agosto de 1999

SER IMPACIENTE (JOSÉ SARAMAGO)

A la paciencia divina tendremos que oponer la impaciencia humana. Para cambiar las cosas, la única forma es ser impaciente.

“La única forma de cambiar las cosas es ser impaciente”, Clarín, Buenos Aires, 23 de octubre de 2005

LA HUMANIDAD SE HA OLVIDADO DE SER (JOSÉ SARAMAGO)

Mucha gente me dice que soy pesimista; pero no es verdad, es el mundo el que es pésimo. El ser humano se limita en la actualidad a “tener” cosas, pero la humanidad se ha olvidado de “ser”. Esto último da mucho trabajo: pensar, dudar, preguntarse sobre uno mismo…

“No soy pesimista, es el mundo el que es pésimo”, El Diario Montañés, Santander, 11 de julio de 2006

Una falacia (JOSÉ SARAMAGO)

Es una falacia hablar de una globalización en la que todas las culturas se mezclarían, dando paso a una situación multicultural. Lo que está sucediendo ahora es una laminación de las culturas pequeñas por una cultura imperial, que es la occidental, y sobre todo la norteamericana. ¿Qué ocurre? Que las culturas que se saben amenazadas se resisten.

Juan Arias, José Saramago: El amor posible, Barcelona, Planeta, 1998

¿NUEVO CAPITALISMO? (JOSÉ SARAMAGO Y OTROS)

Hace unos días varias personas de distintos países y posiciones políticas sucribimos el texto que copio a continuación. Es una llamada de atención, una protesta, la expresión de alarma que sentimos ante la crisis y las posibles salidas que se barajan.
No podemos ser cómplices.

"¿Nuevo capitalismo?"

Ha llegado el momento del cambio a escala pública e individual. Ha llegado el momento de la justicia.
La crisis financiera esta de nuevo aquí destrozando nuestras economías, golpeando nuestras vidas. En la última década sus sacudidas han sido cada vez más frecuentes y dramáticas. Asia oriental, Argentina, Turquía, Brasil, Rusia, la hecatombe de la Nueva Economía, prueban que no se trata de accidentes fortuitos de coyuntura que transcurren en la superficie de la vida económica, sino que están inscritos en el corazón mismo del sistema.
Esas rupturas que han acabado produciendo una funesta contracción de la vida económica actual, con el aumento del desempleo y la generalización de la desigualdad, señalan la quiebra del capitalismo financiero y significan la definitiva anquilosis del orden económico mundial en que vivimos. Hay pues que transformarlo radicalmente.
En la entrevista con el Presidente Bush, Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea, ha declarado que la presente crisis se debe conducir a "un nuevo orden económico mundial", lo que es aceptable, si éste nuevo orden se orienta por los principios democráticos - que nunca debieron abandonarse - de la justicia, libertad, igualdad y solidaridad.
Las "leyes del mercado" han conducido a una situación caótica que ha requerido un "rescate" de miles de millones de dólares, de tal modo que, como se ha resumido acertadamente, "se han privatizado las ganancias y se han socializado las pérdidas". Ha encontrado ayuda para los culpables y no para las víctimas. Es una ocasión histórica única para redefinir el sistema económico mundial en favor de la justicia social.
No había dinero para los fondos del Sida, ni de la alimentación mundial ... y ahora ha resultado que, en un auténtico torrente financiero, sí que había fondos para no acabar de hundirse los mismos que favoreciendo excesivamente las burbujas informáticas y de la construcció, han hundido el andamiaje económico mundial de la "globalización".
Por eso es totalmente desacertado que el Presidente Sarkozy haya hablado de realizar todos estos esfuerzos con cargo a los contribuyentes "para un nuevo capitalismo"! ... y que el Presidente Bush, como era de esperar en él, haya añadido que debe salvaguardarse "la libertad de mercado" (¡sin que desaparezcan los subsidios agrícolas!)...
No: ahora debemos ser "rescatados" los ciudadanos favoreciendo con rapidez y valentía la transición desde una economía de guerra a una economía de desarrollo global, en que esa vergüenza colectiva de inversión en armas de 3 mil millones de dólares al día al tiempo que mueren de hambre más de 60 mil personas, sea superada. Una economía de desarrollo que elimine la abusiva explotación de los recursos naturales que tiene lugar en la actualidad (petróleo, gas, minerales, coltán ...) y se apliquen normas vigiladas por unas Naciones Unidas refundadas - que incluyan al fondo monetario internacional, al Banco Mundial - "para la reconstrucción y el desarrrollo" y a la Organización Mundial del Comercio, que no sea un club privado de naciones, sino una institución de la ONU - que dispongan de los medios personales, humanos y técnicos necesarios para ejercer su autoridad jurídica y ética eficazmente.
Inversiones en energías renovables, en la producción de alimentos (agricultura y acuicultura), en la obtención y conducción de agua, en salud, educación, vivienda, ..., para que el "nuevo orden económico" sea, por fin, democrático y beneficie a la gente. ¡El engaño de la globalización y de la economía de mercado debe terminarse! La sociedad civil ya no será espectador resignado y, si es preciso, pondrá de manifiesto todo el poder ciudadano que hoy, con las modernas tecnologías de la comunicación, posee.

"¿Nuevo capitalismo?" No!

Ha llegado el momento del cambio a escala pública e individual. Ha llegado el momento de la justicia.

Federico Mayor Zaragoza
Francisco Altemir
José Saramago
Roberto Savio
Mario Soares
José Vidal Beneyto


Octubre 2008

EXPLICANDO LAS CRISIS DEL SISTEMA CAPITALISTA - EL SENTIDO DEL MARXISMO (PAUL D´AMATO)

Para el capitalismo, los ciclos de bonanza y crisis son inherentes a su funcionamiento. Son el producto de la descoordinación y anarquía con que el capitalismo opera, donde períodos de superinfladas inversiones, con incrementos en las ventas y en las ganancias son seguidas por períodos de sobreproducción que conducen a la caída de las tasas de ganancia y al aumento en el desempleo.
Marx hizo la distinción que esta sobreproducción es en relación a la capacidad de los capitalistas para vender a precios que generen gancias, y no en relación a las necesidades humanas. Un sistema racional basado en la planificación de la producción y la distribución podría hacer uso del excedente en infraestructura para mejorar la calidad de vida humana.
Bajo el capitalismo, el crecimiento puede sólo ser reasumido una vez que cierta cantidad de capital acumulado es destruido o drásticamente devaluado, un proceso que sólo acarrea miseria para las masas obreras. Así el ciclo comienza otra vez. En el seno de estos ciclos yace un patrón de mayor alcance, el que Marx identificó como "la tendencia de la tasa de ganancia de caer", de lo cual viene que las recesiones se intensifiquen y los años buenos sean cada vez más cortos e insignificantes.
Como todo sistema dinámico cíclico, los ciclos del capitalismo del siglo 19 fueron diferentes a los que está enfrentando ahora en su edad madura. Dos razones explican este fenómeno. La primera es que el capitalismo competitivo se ha convertido en lo contrario. La relativa libertad competitiva del capitalismo incipiente entre pequeñas unidades productivas cedió lugar a la concentración y centralización del capital en unidades cada vez más grandes.
Junto con este proceso existe la tendencia al incremento de la productividad laboral. La necesidad de abarcar más extensos mercados obliga a cada capitalista a invertir en tecnología que reduce la cantidad de trabajo y tiempo necesarios para la producción de un determinado bien, y por lo tanto también su costo.
El capitalismo que primero usa esta tecnología tiene una ventaja sobre sus competidores, al menos hasta que éstos adopten métodos similares. Este proceso, constituido por las carreras de capitalistas individuales por ganancias a corto plazo, conduce a largo plazo a la disminución del elemento que genera la plusvalía (ganancia) en el proceso productivo, la fuente de la ganancia ... el trabajo.
El trabajo es lo que produce valor, la cantidad de trabajo necesario para producir un producto es lo que determina su valor. La ganancia es la diferencia entre lo que el capitalista gasta en todos los elementos necesarios para la producción y lo que recibe cuando vende el producto.
Marx llamó a la diferencia entre el tiempo laboral necesario (el tiempo de trabajo necesario para igualar lo que gana de sueldo) y el tiempo laboral excedente (el tiempo de trabajo apropiado sin compensación por el patrono) la tasa de explotación. Esta tasa de explotación es constantemente incrementada bajo el capitalismo porque con el incremento de la productividad, la cantidad de tiempo necesario para satisfacer las necesidades de los trabajadores baja.
Pero los capitalistas miden su éxito no por la tasa de explotación, sino por la tasa de ganancias, esto es, cuánto valor extra obtienen sobre el total de sus gastos. Pero mientras la productividad crece, la mano de obra (capital vivo) se vuelve un componente cada vez más pequeño de la producción con relación a la maquinaria (capital inerte) que se torna en un componente más grande.
Así, las ganancias a corto plazo que un capitalista en particular obtiene por medio de inversiones en nueva maquinaria para mejorar su competitividad conducen a un mayor gasto en maquinaria comparada con el de la mano de obra. El resultado es que, a largo plazo, la tasa de ganancias cae. Pero el capitalismo es conducido por la obtención de ganancias. Irónicamente, el mismo proceso de acumulación que guía al capitalismo es también el proceso que lo debilita.

CITAS

"Las cosas no valen sino lo que se las hace valer".
Moliere