Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 2 de diciembre de 2012
Este artículo señala que, en
contra de lo que se ha indicado en los medios de mayor difusión en
Catalunya, los resultados de las últimas elecciones eran muy predecibles
tal como algunos autores indicamos. El establishment mediático en
Catalunya está muy centrado en sí mismo y comparte una percepción de la
realidad muy distinta a la que ocurre entre la gran mayoría de la
ciudadanía.
Uno
de los grandes perdedores de las elecciones del pasado domingo fue el
establishment mediático catalán (constituido por los columnistas y
tertulianos de los mayores medios radiofónicos, televisivos y escritos
en Catalunya) que establece, reproduce y promueve la sabiduría
convencional en Catalunya. Tales medios y las encuestas de predicción de
voto habían predicho que habría un gran crecimiento del partido
gobernante CiU, percibido como el máximo beneficiario del movimiento
definido como independentista que había presentado su máxima fuerza en
la manifestación del 11 de septiembre. Según tal visión de la realidad,
el candidato Mas iba a barrer e incrementar masivamente su apoyo
electoral, liderando el país hacia la independencia.
Este establishment mediático es lo que
en inglés se llama “clubish”, es decir, muy cerrado a sí mismo, con una
extracción social muy limitada (clase media profesional de renta alta),
que en su gran mayoría está poco conectada con las clases populares,
siendo su mayor audiencia la de perfil nacionalista conservador, muy
leal a los medios nacionalistas. Es, por lo general, de persuasión
liberal (en las esferas económicas, neoliberal) y profundamente
anti-izquierda. Utilizan los servicios privados (la mayoría van a la
medicina privada cuando caen enfermos y envían a sus hijos a las
escuelas privadas, subvencionadas por la Generalitat). Muchos de ellos
veranean en La Cerdanya o en el Ampurdán (la Toscana de Catalunya) e,
independientemente de su sensibilidad política, todos socializan en
círculos semejantes.
Tal establishment sufrió
un shock el pasado domingo. No esperaban que el partido CiU retrocediera
y, todavía menos, que perdiera tanto. Inmediatamente, tal establishment
se movilizó para intentar explicar tal sorpresa. Y ahora la explicación
dominante es que sus encuestas y sus predicciones eran válidas. Lo que
había ocurrido era, o bien un cambio a última hora del electorado, o un
aumento del voto procedente de la población normalmente abstencionista,
que habría expresado un voto de castigo al candidato Mas.
En realidad, era bastante
fácil de predecir lo que iba a ocurrir como señalé en mis artículos “La
gran estafa en Catalunya, parte I y parte II”, publicados en Público.
Las derechas, tanto catalanas como españolas, intentaron centralizar el
debate político en el tema nacional. Y los más beneficiados no fueron
CiU (como esperaban), sino ERC (que se percibió como la alternativa más
comprometida con el independentismo catalán), y Ciutadans, que era la
voz más extrema del españolismo, y que tuvo como único lema el de
defender la unidad de España. El PP tenía un bagaje más complejo,
identificándosele con el gobierno central y sus políticas de austeridad,
lo cual limitó su capacidad de movilizar el voto españolista de clase
trabajadora (ver el análisis detallado de las elecciones en Catalunya en
“¿Qué pasó en las elecciones catalanas?” (Publico. 29.11.12)
Pero además del eje
nacional, estaba el eje social, que explica el bajón de la derecha
catalana, responsable de las políticas más neoliberales que Catalunya
haya conocido. Y los partidos que más se beneficiaron de ello fueron
ICV-EUiA, que había hecho de su propuesta electoral la denuncia de
aquellas políticas, y una nueva fuerza, con gran posibilidad de
crecimiento, la CUP, con un mensaje radical anti establishment. Lo que
atrajo, principalmente entre la juventud, a tal opción política, era su
radicalismo social, más que su independentismo.
Los socialistas
continuaron descendiendo, resultado de que no han hecho una autocrítica
de las políticas neoliberales que los gobiernos socialistas catalán y
español habían realizado en su respuesta a la crisis. En realidad, las
políticas impuestas por Rajoy y Mas eran una continuación (y
considerable expansión) de las iniciadas por los socialistas. La
excesiva identificación del PSC con el PSOE contribuyó a esta sensación
de inmovilismo, resultado de la falta de conciencia existente en la
dirección del PSOE y del PSC de la impopularidad de sus políticas. Es
sorprendente que se eligiera como máximo portavoz económico del PSC a un
economista del establishment socialista basado en Madrid, que en
declaraciones en la prensa, se definió como un liberal. Parece que la
dirección del PSC no ha entendido el porque está descendiendo su apoyo
electoral. Su descenso no se debe, como los catalanistas le acusaban, a
no ser suficientemente soberanistas, sino a no haber hecho una
autocrítica y haber cambiado 180º muchas de sus propuestas económicas y
sociales.
Tres últimas
observaciones. Las derechas en España y muchas izquierdas han
interpretado el castigo a Mas como el fin de lo que llaman el
secesionismo, mostrando, una vez más, que no entienden la situación en
Catalunya. En primer lugar, el derecho a decidir no es homólogo al
independentismo. Una gran parte de la población que favorece el derecho a
decidir, no es intrínsecamente independentista. Como tampoco toda la
gente que fue a la marcha del 11-S eran independentistas. Que el voto a
favor del derecho a decidir lo sea o no dependerá más del establishment
político-mediático español que de la población catalana. Miles de
catalanes que no deseaban la separación de Catalunya de España, hoy lo
desean. Si tal establishment no varía y no acepta la plurinacionalidad
de España, Catalunya terminará siendo independiente.
El segundo punto es que el
movimiento a favor del poder de decisión está hoy más liderado por el
centro izquierda y por las izquierdas que antes, con lo cual, la
dimensión social adquirirá una mayor dimensión. Sería de desear que,
como he ido subrayando en varios artículos, el floreciente movimiento
anti establishment que existe a lo largo del territorio español
enfatizara la exigencia de democratizar España, demandando el derecho a
decidir del pueblo español, incluyendo el catalán, en cualquier tema que
la población desee. Los fundadores de la democracia española tenían
miedo a la ciudadanía. De ahí la nula capacidad, por ejemplo, de hacer
referéndums en España. La lucha por la España y por la Catalunya Social
pasa por el cambio profundo de la muy limitada democracia en ambos lados
del Ebro.
El tercer punto es que el
descrédito de las instituciones políticas es también extensivo a las
instituciones mediáticas, lo cual ocurre tanto en Catalunya como en el
resto de España. En Catalunya, su carácter ideológico, más que analista e
informativo, fue el que guió sus predicciones, encuestas y columnas.
Josep Ramoneda, miembro de tal establishment, con sensibilidad
progresista, escribía un artículo en El País “El paréntesis y la dura
realidad” (26.11.12), en el que se refería a la uniformidad de tal
establishment mediático en Catalunya, indicando que no había leído ni un
artículo que contemplara tal batacazo de CiU. Tal expresión habla de él
y del establishment mediático catalán de una manera elocuente. El hecho
de que ni él ni el establishment leyeran otros puntos de vista no
quiere decir –como él erróneamente asume- que no los hubiera. Algunos de
nosotros –con difícil acceso al establishment mediático- denunciamos lo
que estaba ocurriendo como La Gran Estafa, que se ha mostrado con toda
claridad en el resultado de las elecciones, elecciones realizadas bajo
unos términos y controles mediáticos que fueron insuficientes para que
la realidad pudiera mostrarse por lo que es (véase “La gran estafa en
Catalunya, Partes I y II” en Público). Hoy, más y más, las instituciones
del establishment, tanto político como mediático, están perdiendo
credibilidad al haber otra cultura mediática alternativa que cuestiona
la sabiduría convencional, y que está respondiendo con más sensibilidad a
los intereses de las clases populares. Éstas están mucho más
adelantadas y son mucho más progresistas que estos establishments
mediáticos y políticos, que están perdiendo su habilidad de mantener tal
sabiduría convencional, la cual es contrastada y contradicha por la
realidad del país, que muestra no sólo sus insuficiencias, sino también
su falsedad.