Llegará por fin el día de la ira,
vestirás de abril las calles y las plazas,
construirás tu nido en mis manos de encina,
desharemos el camino y la cama.
Llegará por fin el día en que despiertes,
temblarán por fin los templos de la usura,
todo será incierto, todo menos tu vientre,
nuestros dioses sonreirán si me desnudas.
Escribid poemas de amor en cada muro,
flores en el pelo para el funcionario,
señalemos sin piedad al rey desnudo,
levantadme tarde y vístete despacio.
Somos el rumor en el silencio,
un estruendo de aves que se acerca,
domingo soleado en los inviernos,
el abrazo en cada borrachera,
el verso inconcluso de tu rabia,
una risa en plena madrugada.
Somos la alegría que regresa,
el día de la furia en primavera.
Para defender tu paz y tu alegría,
vestirás de abril los grandes bulevares.
Llegará por fin el día de la ira:
un otoño de cenizas y bigbanes.
Y la hiena financiera y su dinero
sacarán sus garras de los hospitales.
Curarás el ala rota del maestro
te dirán que no te vayas los juglares.
Llegaré hasta a ti como agua hasta la cuenca,
con pasión se besarán los generales,
planearemos nuestra huida en asamblea.
Todo está pasando justo en este instante.
Tú y yo conspiraremos en los bares,
nadie podrá decidir sobre tu vientre,
epitafios para obispos sin amante,
besos para cada princesa durmiente.
Somos el rumor en el silencio,
un estruendo de aves que se acerca,
domingo soleado en los inviernos,
el abrazo en cada borrachera,
el verso inconcluso de tu rabia,
una risa en plena madrugada.
Somos la alegría que regresa,
el día de la furia en primavera.
Ismael Serrano