Artículo publicado por Vicenç Navarro, 11 de abril de 2012
Este artículo critica la postura
ampliamente generalizada en círculos económicos, incluidos
progresistas, que asumen que las políticas fiscales de austeridad han
sido necesarias en los países de la Eurozona para salvar el euro.
Existe una impresión generalizada de que
estuvimos al borde de que el euro desapareciera y de que la Unión
Europea se desmembrara. Josep Oliver, Catedrático de Economía Aplicada
de la Universidad Autónoma de Barcelona, y uno de los economistas a los
que leo en El Periódico siempre con
gran interés y, a menudo, como ahora, con desacuerdo, repite esta
percepción en un artículo “Los Estados Unidos de Europa”, publicado en
tal rotativo el último 01.03.12, señalando que parece que estamos
saliendo del peligro de colapso del euro y desmantelamiento de la UE,
pero tenemos que ir todavía con mucho cuidado y cautela porque estamos
lejos de haber salido de la crisis actual.
Del artículo parece
deducirse que, según el profesor Oliver, la causa de que nos estemos
alejando del precipicio se debe a las políticas de rectitud fiscal,
promovidas por el gobierno de la canciller Angela Merkel y aplicadas a
todos los otros países. Parecería, pues, que el Profesor Oliver atribuye
lo que considera una mejora a la política de ortodoxia fiscal que nos
ayuda a salir del atolladero en que nos encontramos. Últimamente el
Profesor Josep Oliver ha indicado su apoyo a las políticas de recortes
de gasto público, aún cuando ha protestado por la manera indiscriminada e
injusta de tales recortes.
Con el gran respeto
que le tengo al profesor Oliver, tengo que indicar que estoy en profundo
desacuerdo con él. Soy consciente de que esta lectura de la realidad es
la más común, pero ello no la hace más creíble o certera. En primer
lugar, el euro nunca estuvo en peligro. Si hubiera estado en peligro,
hubiera caído en picado el valor de tal moneda, cosa que no ha ocurrido.
Aunque se devaluó frente a otras monedas, como el dólar estadounidense,
el euro jamás bajó más en el valor que tenía cuando se estableció (ver
mi artículo “El euro no está en peligro. El bienestar de la población sí
que lo está”. El Plural. 26.12.11). En realidad, el descenso del euro
fue un cambio positivo para la economía real productiva, pues facilitó
la mejora de las exportaciones a zonas que comercializan con los países
de la Unión Europea. El que la banca y el establishment europeo clamaran
que había que implementar políticas de austeridad a fin de salvar al
euro, no quiere decir que el euro estuviera en peligro. La Banca y el
Banco Central Europeo (BCE) perdieron credibilidad desde hace mucho
tiempo.
En cuanto al descenso
de los intereses de la deuda pública, ello tiene poco que ver con las
políticas de austeridad. El hecho más importante que ha ocurrido para
explicar tal bajada no es la reducción del déficit del Estado español,
sino la decisión del Banco Central Europeo de comprar deuda pública
española en los mercados secundarios. Esta decisión ha sido la que ha
determinado la bajada de tales intereses. En realidad, el nivel de los
intereses es modificable y depende de causas políticas. Contra lo que el
profesor Oliver indica, no son los mercados financieros los que
determinan el nivel de los intereses de la deuda pública. Este nivel es
más una variable política que económica. Y puede modificarse fácilmente
mediante la intervención del BCE. Éste, que es en la práctica un lobby
de la banca, modula sus intervenciones con el objetivo de alcanzar lo
que desea, como la privatización de los servicios, la desregulación de
los mercados laborales, la eliminación de los convenios colectivos y
otras medidas que, en realidad, tienen poco que ver con la fortaleza del
euro, y mucho que ver con los intereses empresariales de la banca y
otros elementos del capital financiero. Baste sólo con leer las
declaraciones del Presidente del BCE, Mario Draghi (que había sido
Vicepresidente del Banco Goldman Sachs) a la revista Wall Street Journal
(24.02.12) en el que, con toda claridad y contundencia, indica que “la
Europa Social es inviable”, señalando que la era de la Europa Social ha
terminado. Todas las condiciones que el BCE está poniendo a España para
que intervenga es que reduzca más y más el Estado del Bienestar,
instrucciones que el gobierno Rajoy está cumpliendo a pies juntillas.
Creerse que bajar tal gasto público hará recuperar “la confianza de los
mercados” es de una ingenuidad que queda claramente en evidencia con lo
que está ocurriendo en España. Por desgracia, pocos fuimos los autores
que denunciamos estas políticas fiscales cuando se presentaron como la
solución a la gran recesión. Hoy, los hechos nos han dado la razón.
Sería de desear que economistas como Josep Oliver, que sin lugar a dudas
piensan en sus propuestas mejorar la calidad de vida de las clases
populares, se dieran cuenta de ello lo más pronto posible.