miércoles, 5 de septiembre de 2012

El desempleo es incluso mayor de lo que se indica (VICENÇ NAVARRO)


Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 4 de septiembre de 2012

Este artículo señala que el desempleo real es mucho mayor que el que indican las cifras oficiales, debido en parte a la metodología de cómo se define desempleo en España. El artículo subraya la necesidad de que el Estado intervenga activamente para resolver el problema humano, social y económico más grave que tiene el país.

La manera como se calcula la tasa de desempleo es mirando cuánta gente desea trabajar y no encuentra trabajo. El porcentaje que este número representa sobre el primero se llama tasa de desempleo. Se dice que en España es ya casi el 23% (lo cual quiere decir que el 23% de la población que quiere trabajar no encuentra trabajo) y no se descarta que se aumente el año próximo a un 26% (e incluso algunas instituciones más pesimistas hablan del 29%).
El problema con esta tasa de desempleo es que es un indicador muy sencillo que no refleja suficientemente la naturaleza del problema del desempleo. Tal tasa incluye a la gente que ha estado buscando trabajo activamente en las últimas cuatro semanas. Pero hay muchísima gente que ya ha abandonado el intento de encontrar trabajo, pues lo han estado buscando por mucho tiempo sin encontrarlo. Tales cifras no son siempre fáciles de encontrar. Y tal número no aparece reflejado en las cifras de la tasa de desempleo.
Otro problema es que encontrar trabajo no dice nada sobre el tipo de trabajo que la persona ha encontrado. En realidad, puede que una persona tenga un trabajo parcial, por solo unas horas, cuando verdaderamente le hubiera gustado trabajar a tiempo completo. O puede tenerlo por un periodo muy corto, cuando le hubiera gustado tener un trabajo por un periodo más largo o indefinido. La tasa de desempleo no nos dice nada del tipo de empleo que el trabajador ha conseguido. Estas situaciones, de abandono de búsqueda de trabajo o de tener un trabajo muy temporal, son situaciones muy generalizadas que la tasa de desempleo no clarifica.
En EEUU, la agencia estatal equivalente al Ministerio de Trabajo del gobierno español recoge cifras creíbles de la situación del mercado de trabajo y calcula que la tasa de desempleo que incluye a las personas que desean trabajo pero que, al no encontrarlo, se han desmotivado y han dejado de buscarlo, así como a las personas que están trabajando parcialmente, por no encontrar trabajo a tiempo completo, es un 16%, un  porcentaje que es casi el doble de la tasa de desempleo oficial (9%). En España, aplicando el mismo criterio, la tasa de desempleo sería mucho mayor. Y podría casi doblar el porcentaje de personas desempleadas.
Otro indicador también importante es el que recoge el porcentaje de la población que está trabajando. En este caso, el denominador es toda la población que podría trabajar. La importancia de este indicador es que nos orienta hacia saber cuanta gente está empleada, tanto a nivel de toda la población, como entre las mujeres y entre los jóvenes. Este indicador nos informa de cuanta población está creando riqueza, está contribuyendo a la seguridad social y está pagando impuestos. Muestra también la capacidad de producir puestos de  trabajo en una sociedad. Gran parte de la mayor riqueza que tienen los países nórdicos escandinavos sobre los países del sur de Europa se debe a que el porcentaje de la población adulta que trabaja es mucho mayor en aquellos países que en éstos y ello como consecuencia de la mayor integración de la mujer al mercado de trabajo, mediante una red de servicios públicos que permiten y facilitan tal integración.

¿Por qué el desempleo en España es elevado?

Las causas son varias. Pero una de las más importantes es que la economía está en baja forma. En realidad, en España, la economía, medida por el tamaño del PIB, está decreciendo en lugar de creciendo. No hay suficiente demanda de bienes y servicios, con lo cual, las empresas han dejado de producir. Y, si pueden, han estado despidiendo a más y más trabajadores aumentando con ello el desempleo. Este aumento del desempleo contribuye, a su vez, a que disminuya más y más la demanda, generándose así un círculo vicioso, en el que España está metida.
Este aumento del desempleo afecta también a la población empleada, temerosa de que pueda también perder el trabajo, lo cual hace que acepte rebajas de salario que contribuyen también a que disminuya la demanda. Esto es también lo que está ocurriendo en España donde los salarios están bajando y bajando dificultando con ello la recuperación económica que requiere un aumento y no un descenso de la demanda.
Otro factor que contribuye al descenso de los salarios es la respuesta de los empresarios a la crisis que además de reducir el número de trabajadores y disminuir salarios exportan también parte de la producción a otros países que tienen menores costes salariales y peores condiciones de trabajo.

¿Qué debería hacer el gobierno?

La respuesta es clara: crear empleo a fin de recuperar la demanda. Debería hacer lo opuesto a lo que está haciendo. Hoy está destruyendo puestos de trabajo en el sector público y facilitando que tal destrucción ocurra también en el sector privado. Y sus sucesivas reformas laborales tienen como objetivo disminuir los salarios, en parte mediante el crecimiento del desempleo. Esto raramente se dice pero es obvio que es lo que tales reformas deseaban pues no podían llevar a otro resultado que al que han llegado: el bajón salarial. Es lo que llaman “devaluación doméstica”, es decir que los salarios bajen, en teoría para hacer “al país más competitivo”. Lo que están logrando es acentuar más y más la recesión, como consecuencia del descenso de la demanda.
El gobierno puede facilitar la creación de empleo de muchas maneras. Una de ellas es invirtiendo en sectores que necesitan mucho empleo. Y entre ellos, los más deficitarios son los servicios públicos del estado del bienestar, tales como sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, servicios sociales y otros. En España, sólo un adulto de cada diez trabaja en tales servicios. En Suecia, en cambio, es uno de cada cuatro. Si en España tuviéramos uno de cada cuatro habrían 5 millones más de puestos de trabajo, (con lo cual, se eliminaría el desempleo). No existe plena conciencia en el establishment político y mediático del país del enorme déficit de personal en tales servicios, en parte porque tales establishments no utilizan los servicios públicos. Utilizan más los servicios privados y no son conscientes (no lo viven en su propia carne) de las enormes insuficiencias que tienen tales servicios públicos, insuficiencias que están acentuándose con los recortes de gasto en tales servicios, los cuales tienen un papel esencial en garantizar el bienestar y calidad de vida de las clases populares.
Tampoco la estructura de poder, la mayoría hombres (y algunas mujeres) de la burguesía, pequeña burguesía, y de la clase media de renta alta profesional, son conscientes del enorme impacto positivo que tales inversiones sociales tienen sobre la economía española, aumentando su productividad. El único sector que ven que tiene utilidad económica es la educación sin cerciorarse de que los otros servicios públicos del estado del bienestar (desde la sanidad a las escuelas de infancia) tienen un enorme valor no solo humano y social (aumentando la cohesión social) sino también económico. El Estado puede obtener los ingresos que permitirían financiar tales inversiones, tal como hemos señalado Juan Torres, Alberto Garzón y yo, en Hay Alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España. Otro sector que genera gran cantidad de empleo son las inversiones verdes. Está bien documentado que estos sectores crean gran número de empleos, sobre todo en España donde tal sector está todavía poco desarrollado.
Otra medida que el estado podría tomar para facilitar la creación de empleo es garantizar el crédito, a base primero de establecer bancos públicos y cooperativas de crédito, en lugar de las excesivas ayudas que se han dado a la banca privada que han tenido resultados muy insuficientes para cubrir las necesidades de las pequeñas y medianas empresas, así como de las familias súper endeudadas. Tal medida debería ir acompañada de medidas más contundentes para estimular el mercado inmobiliario (hoy paralizado por el sector bancario), gravando enormemente las casas vacías, impidiendo su existencia.
Ni que decir tiene que tales medidas serían facilitadas, con otro marco europeo diferente al existente. Por ejemplo, facilitaría la recuperación económica que el Banco Central Europeo fuera un Banco Central, que como otros bancos centrales tuviera como misión no solo controlar la inflación sino también estimular el crecimiento económico, mediante la bajada de intereses que facilitaría el acceso al crédito, y que comprara deuda pública de los Estados, impidiendo que los mercados financieros especularan sobre los intereses de su deuda pública. Pero la ausencia de tales cambios, no debería paralizar al gobierno y éste tendría que tomar las medidas brevemente citadas en este artículo y expandidas en otros escritos (ver Lo que España necesita que hemos escrito Juan Torres, Alberto Garzón y yo).

La receta de Rajoy no funciona (JUAN TORRES LÓPEZ)


Publicado en Sistema Digital el 5 de septiembre de 2012
Rajoy ha tratado de hacer frente a la crisis mediante una receta que contiene tres ingredientes principales.
El primero es una gran dosis de disimulo para tratar de ocultar las mentiras, los incumplimientos programáticos y los juegos de manos que está habituado a hacer. Todo el mundo sabe que el presidente es un consumado especialista en mirar a otro lado cuando se presenta un problema para tratar de solucionarlo por el simple expediente de dejar que se pudra o que desparezca solo. Un procedimiento, sin embargo, que ya no le funciona por la sencilla razón de que no es lo mismo ser ministro o incluso principal líder de la oposición que presidente del gobierno, una posición desde la que, como siempre se ha dicho, no se puede engañar a todos y al mismo tiempo. Y, sobre todo, porque ha cometido el mismo error garrafal que hundió a José Luis Rodríguez Zapatero y a su partido: creer que la crisis era domesticable, no solo con dejar pasar el tiempo sino, en el caso de Rajoy, pensando que la llegada al gobierno del PP sería suficiente para modificar el signo de los acontecimientos (“Que caiga España, que ya la levantaremos nosotros”, decía Montoro, no en vano, uno de sus hombres de confianza).
El segundo ingrediente de la receta Rajoy es un prontuario ideológico muy elemental y en su caso desarrollado con una retórica bastante pobre pero que contiene todos los principios ideológicos del neoliberalismo. Sea por convicción, por conveniencia o por necesidad, Rajoy forma parte de esa cohorte de políticos y economistas que se ha creído que los primitivos dogmas neoliberales que recitan de memoria, y cuya eficacia nadie ha conseguido demostrar, son realmente capaces de resolver los problemas que tienen por delante. Se creen que liberalizando el mercado de trabajo, reduciendo salarios y haciendo reformas orientadas a dar más poder a los empresarios se creará más empleo y aumentará la competitividad de la economía; que las políticas de austeridad, la disminución del gasto y los impuestos reducen el déficit y la deuda en etapas de recesión; que eliminando sector público se estimula la actividad privada; o que se logra más equilibrio y estabilidad dando plena libertad a las fuerzas del mercado y a los grandes grupos financieros y empresariales.
Tampoco le funciona ya este ingrediente porque la realidad es terca, incluso más terca que el propio Rajoy, y demuestra que esos prejuicios ideológicos no funcionan cuando se llevan a la práctica: ni se crea empleo con reformas liberales cuando lo que le falta a las empresas es demanda y financiación, ni se reduce la deuda cuando la austeridad reduce aún más la actividad económica, ni se estabiliza la economía con un mercado dominado por fuerzas oligopolistas que solo responden a lógicas muy improductivas y puramente especulativas.
La terca realidad indica que en ningún país ni en circunstancias parecidas a las nuestras han funcionado esas recetas que la Unión Europea, Rajoy y sus equipos defienden como la adecuadas para poder salir de la crisis.
El tercer ingrediente es una estrecha alianza con las clases dirigentes, con las élites profesionales, económicas, mediáticas y financieras que vienen dominando a la sociedad española desde hace decenios y, principalmente, gracias a la libertad de acción que le concedió la dictadura fascista durante cuarenta años y que la democracia no ha sabido o querido eliminar.
Esa alianza se traduce (como hemos analizado Vicenç Navarro, Alberto Garzón y yo en nuestro libro Lo que España necesita. Una réplica con propuestas alternativas a los recortes del PP) en la adopción de medidas que solo conllevan mucho más poder y riqueza para esos grupos privilegiados pero que son incapaces de sacarnos del estancamiento económico.
Todos esos grupos clamaron en su día por la llegada al poder de Rajoy y lo jalearon durante un buen tiempo, pero no han tardado mucho en darle la espalda casi por completo.
Conceder más privilegios a los privilegiados es un remedio, pero muy efímero cuando la situación económica es tan agobiante. Los empresarios se alegran cuando una reforma laboral les da más poder pero pronto comprueban que eso no les sirve de mucho cuando lo que les falta son clientes en la puerta y créditos que los bancos no les conceden. Los banqueros agradecen los apoyos de las sucesivas reformas financieras diseñadas a su favor, pero comienzan a dudar cuando comprueban que el apoyo gubernamental se hace a costa de trapichear con sus socios europeos, que ya comienzan a estar hartos de ese juego y de tantas trampas. Incluso los grandes medios de comunicación comienzan a darle la espalda a un gobierno que ha batido todos los record de desafección política y que, por tanto, puede tener los días contados.
La conclusión es evidente: solo con mentiras, con un prontuario ideológico de Todo a cien que está bien para espantar a ingenuos pero que es completamente inútil para solucionar problemas económicos reales, e incluso con cada vez menor apoyo de los grupos oligárquicos no se va a ningún sitio, dada la situación a la que ha llegado nuestra economía y nuestra sociedad, harta ya de incompetencias, de improvisaciones y de excusas.
España (de la mano del PP y del PSOE) cayó hace tiempo en la trampa que supuso la política monetaria expansiva que el Banco Central Europeo adoptó (sin tener en cuenta su efecto sobre los demás países) para facilitar la recuperación de Alemania cuando su economía corría peligro de estancamiento. El exceso de ahorro y capital que gracias a ello obtuvo Alemania se tradujo en un flujo ilimitado de capital que nos inundó provocando un déficit exterior casi simétrico al superávit alemán, una burbuja inmobiliaria y un endeudamiento fatal de nuestro sector bancario del que se derivó el de las empresas y familias. Mientras que nos llegaba financiación barata casi nadie puso objeciones (ganando tanto dinero como estaban ganando los grupos que influían en las decisiones de los sucesivos gobiernos) y todos se jactaban de dirigir la mejor de las situaciones posibles. Pero cuando España dejaba de tener financiación externa y tuvo que dedicarse a hacer frente a la deuda exterior, las empresas y los consumidores dejaron de tener acceso al crédito, la demanda agregada (sobre todo el gasto dedicado a bienes y servicios nacionales y no tanto a los de fuera) se vino abajo, el negocio de la construcción saltó por los aires, se desbocó el paro… y empezó el llanto y crujir de dientes.
Casi inmediatamente aumentaron los gastos fiscales (desempleo y ayudas de todo tipo) y los públicos extraordinarios dedicados a evitar el colapso, cayeron los ingresos y el déficit se disparó, aumentando una deuda pública que se añadía a una privada mucho mayor aún.
Como no se podía acudir a la financiación fácil y barata de un banco central y como los financiadores privados no son tontos y sabían que, en esas condiciones, la situación necesariamente iba a ir a peor, comenzaron a apretar las tuercas y así hemos llegado al abismo en el que estamos.
A mí me parece que a estas alturas es una completa estupidez que los españoles y los europeos nos sigamos engañando. La realidad indiscutible es que la deuda (no solo española sino la que se ha acumulado en el conjunto europeo) es materialmente impagable. No hay posibilidad alguna de que España o Italia, por no hablar de Grecia, Irlanda o Portugal, puedan pagar todo lo que deben, y mucho menos en las condiciones impuestas y en las que van a ir imponiendo los financiadores privados.
Solo hay dos soluciones posibles (aparte, claro está, de dejar que los deudores se declaren en bancarrota, de desencadenar una inflación galopante o de provocar una guerra dramática y se empantane toda Europa y la economía mundial) para absorber la deuda que se ha acumulado.
La primera, que se la cobren los acreedores a base de adquirir a bajo coste el patrimonio que queda de los deudores. Es posiblemente lo que se busca con el diseño que los alemanes han hecho del banco malo (para poder quedarse con la mayor parte posible de la riqueza inmobiliaria que pueda salvarse), lo que seguramente trata de sondear Merkel en la visita que estos días nos hace, y lo que organizarán los hombres de negro (con privatizaciones de todo tipo) cuando seamos intervenidos tras un rescate que en cualquier caso no servirá para arreglar la situación.
La segunda alternativa es llegar a un acuerdo general de reestructuración y quita de la deuda (algo que Alemania trató de evitar obligando a la reforma constitucional de hace un año) para abordar un plan de regeneración económica bien organizado y consensuado desde principios de justicia social, solidaridad y compromiso con los intereses generales.
Los españoles deberíamos decidir pronto si queremos entregarnos o salvar y rescatar de verdad a España.

OTRA MUJER CONDENADA A LAPIDACIÓN EN SUDÁN - AMNISTÍA INTERNACIONAL -

Hace unas semanas, con tu ayuda, conseguimos parar la lapidación de la joven sudanesa Intisar Sharif Abdallah. Hicieron falta casi 80.000 firmas. Ahora, Sudán ha vuelto a condenar a morir apedreada a otra mujer, Layla Ibrahim Issa Jumul, de 23 años. Acusada de adulterio, no contó con la asistencia de abogado alguno, y su condena, hecha pública en julio, se basó únicamente en su confesión.

La sentencia, además, contraviene la Constitución del país, que prohíbe la condena a muerte de mujeres embarazadas o lactantes. Además, Amnistía Internacional, basándose en el derecho internacional, se opone a que nadie pueda ser condenado a muerte por mantener relaciones sexuales consentidas entre adultos. Layla espera la ejecución a pedradas, encadenada con grilletes junto a su hijo de seis meses. Nuestra organización considera a las personas detenidas por esta razón como presas de conciencia.

Otra vez la vida de una joven sudanesa requiere de nuestro compromiso. Por eso, te pedimos que firmes y exijas a las autoridades de Sudán que detengan la ejecución y liberen a Layla.

Recuerda que una sencilla e insignificante acción para nosotros y nosotras, puede suponer un halo de vida para alguien. Miles de firmas salvaron a Intisar. Ahora Layla espera atada a que las piedras no le roben su vida.

Agradeciéndote tu apoyo, permíteme que te pida que reenvíes este mensaje a tus contactos y nos ayudes, más si cabe, en esta lucha.

Recibe un cordial saludo.

Esteban Beltrán
Director Amnistía Internacional - Sección Española (@amnistiaespana)

EL TIPO DE AL LADO (Teatro Bergidum, Ponferrada)



Esta vez fue Bea la que dijo a ver si ibamos al Teatro a ver a Maribel Verdú y Antonio Molero, y también se animaron mis padres y Elena, así que para allá que fuimos los cinco. 
La obra está bien, divertida, pero bueno, me pareció un poco floja.
Anina