viernes, 12 de febrero de 2010

LASAÑA (THERMOMIX)

 
Hoy me decidí a hacer la lasaña con la Thermomix, quedó muy rica!! 
Anina

El último de su raza (CIFU)

Aunque nos matéis, aquí seguiremos viviendo pacíficamente». Así se expresa una bella mujer de la etnia india Dondria Kondh en un reportaje difundido por la organización Survival Internacional en el que se relata cómo Vedanta Resources, una empresa británica, tiene la intención de excavar una mina de bauxita a cielo abierto en la montaña Niyamgiri de la India.
La montaña Niyamgiri es de una belleza incólume, y es en su entorno donde esta comunidad indígena lleva habitando durante miles de años, viviendo armónicamente con su medio de lo que cultivan y recolectan de la selva, generosa con ellos desde que existen. Los medios de comunicación han dado en establecer la comparación de lo que le está sucediendo a este pueblo con lo que se relata en la película 'Avatar', pero la diferencia es que ante esta 'película' de la realidad se cierne la sombra de un final poco feliz. Aquí tiene toda la pinta de que van a ganar los malos.
La empresa Vedanta Resources, que cotiza en la Bolsa de Londres, tiene previsto desplazar de manera forzosa a los 8.000 miembros de la tribu de la montaña en la que han habitado durante siglos, lo que destruirá su modo de vida y cultura. Y todo esto con el consentimiento del Tribunal Supremo de la India, que autorizó a la compañía a que siguiera adelante con sus actividades, o sea, expoliar y desertizar, desplazar y sumir en la absoluta pobreza a los habitantes aborígenes que ocupan los territorios, a los que les están robando legalmente la riqueza de las entrañas de su tierra para cotizar impunemente en los mercados internacionales.
Es curioso cómo se mezclan y justifican sentimientos encontrados cuando lo que hay por medio es un gran negocio. Pero el pueblo Dondria Kondh piensa hacerles frente y resistir aunque les cueste la vida. De nuevo David contra Goliat, pero eso sí, bajo la mirada del mundo entero, que debe hacerse solidario con esta causa que refleja el fin de nuestros días como habitantes solidarios de nuestra madre tierra. Les animo a que se informen y colaboren desde la página de Survival Internacional, una organización que ayuda a los pueblos indígenas a defender sus vidas, proteger sus tierras y decidir su propio futuro. Pueden conocer el lugar en http://www.survival.es/peliculas/lamina. Merece la pena.
Jesús Cifuentes - el norte de castilla -

Calefacción de distrito: ciudades que generan su propio calor

Un sistema de calefacción central como la de cualquier comunidad de vecinos, pero a lo grande. En el caso de la calefacción urbana o de distrito (District Heating), una ciudad o un barrio dispone de una instalación que produce el calor y se canaliza por sus calles para que llegue a todos los hogares, al igual que el agua o el gas. Diversas ciudades y barrios de países de todo el mundo, incluida España, cuentan con este tipo de redes.

La producción del calor se basa, en general, en centrales de cogeneración, pero cada vez más se usan energías renovables como la biomasa, la energía solar y hasta el calor sobrante de las centrales nucleares y de las incineradoras de residuos urbanos.

 La calefacción de distrito se basa en una central cercana a los consumidores que produce calor. Mediante un sistema de tubos aislados, por lo general subterráneos, el calor se distribuye a los edificios de un barrio o de una ciudad que forman parte de la red. El medio más común para distribuir el calor es el agua, pero también se puede utilizar vapor.

Para cubrir situaciones de demanda más intensa, se cuenta con sistemas de acumulación que almacenan energía en momentos de menor consumo. El calor distribuido no sólo se puede utilizar para calefacción, sino también para producir agua caliente y para climatizar y enfriar en verano.

 La central más común es la de cogeneración. Estas instalaciones utilizan combustibles fósiles, gas natural sobre todo, pero al producir y aprovechar de forma conjunta electricidad y calor, logran un considerable ahorro energético. No obstante, cada vez más se utilizan centrales basadas en energías renovables, como la biomasa, la geotérmica o la solar, e incluso la energía nuclear.

Frente a los sistemas de calefacción individual, la de distrito o urbana destaca por varias ventajas. La producción del calor es más eficiente ya que se desperdicia menos y, por lo tanto, la contaminación también es menor. Según un estudio del grupo de investigación Claverton Energy, la calefacción de distrito basada en cogeneración es el método más barato de reducir el uso del carbón y tiene una de las huellas de carbono más bajas de todas las plantas de generación basadas en combustibles fósiles. Por su parte, los consumidores ahorran dinero en la energía y las instalaciones que deberían destinar a sus propios sistemas de calefacción.

En cuanto a los inconvenientes, la puesta en marcha de la central productora de calor y la red de tuberías requiere una gran inversión inicial, si bien se amortiza a largo plazo. Por sus características, no es un sistema idóneo para zonas con baja densidad demográfica o para comunidades con muchos pequeños edificios.

La distribución con vapor es más aconsejable para procesos industriales que requieren una temperatura más alta, pero debido a ello pierde más cantidad de calor. Además, esta modalidad puede resultar peligrosa si la red de tuberías no se encuentra bien cuidada.

Por ello, antes de pensar en instalar un sistema de calefacción de distrito, conviene realizar un estudio para conocer si es la mejor solución. Un experto debería analizar cómo instalarlo de la manera más óptima y económica, de manera que la oferta de calor se adecue a la demanda a lo largo de los distintos meses del año.
Calefacción de distrito en el mundo

Diversas localidades españolas cuentan con pequeños sistemas de calefacción de distrito. En Barcelona, la compañía Districlima ha puesto en marcha una red para más de 50 edificios. Por su parte, Nova Energía ha instalado varios de estos equipamientos, como en Oviedo para la Fundación del Orfanato Minero de Asturias, en Bellver de Cerdanya (Lleida) para varios edificios públicos a partir de combustible de astilla, o en Guadalajara para la Fundación Apadrina un Árbol. En Madrid, la Consejería de Medio Ambiente planea poner en marcha una red dentro del ecobarrio de Puente de Vallecas. El sistema agrupará calefacción y agua caliente para unos 30 edificios.

Factores como la climatología, la cercanía a las fuentes energéticas o el desarrollo tecnológico han supuesto que la mayor implantación de la calefacción de distrito se haya producido en los países nórdicos, Rusia y Europa del Este.

 Islandia lidera la utilización mundial de calefacción urbana. El 95% de todos los hogares, la mayoría de ellos en la capital, Reykjavik, disfrutan de este sistema. La mayor parte del calor proviene de las tres principales plantas geotérmicas de este país.

Tras Islandia, los países escandinavos son los mayores consumidores de calefacción de distrito. En Dinamarca, más del 60% de la producción de calor y agua caliente se basa en este sistema. La mayoría de las grandes ciudades danesas tienen importantes redes de calefacción urbana. Copenhague cuenta con la red más amplia: 275.000 hogares (casi el 95% de las zonas pobladas) reciben calor mediante una red de 54 kilómetros. Su fuente energética se basa en un 80% en instalaciones de cogeneración, mientras que el 20% restante proviene del aprovechamiento del calor recuperado en las incineradoras de residuos urbanos.

 En Finlandia, el 50% de las necesidades de calefacción se cubren con este sistema. En gran parte, se basa en la tecnología de la cogeneración, pero también utiliza energías renovables como biomasa y la energía recuperada de la incineración de los residuos sólidos municipales.

Suecia tiene una larga tradición de aprovechamiento del calor de distrito. El 90% de la energía utilizada para tal fin tiene origen renovable, y también se aprovecha la basura como combustible (la legislación sueca prohíbe los vertederos), o la energía nuclear, como el caso de la central de Agesta. Gracias a un sistema de calefacción urbana basado en biomasa, la eco-ciudad de Växjö ha reducido el uso de energía de origen fósil en un 30% en los últimos años y espera alcanzar el 50% en 2010.

Rusia es otro importante consumidor de este tipo de calor. En la mayoría de sus ciudades, las plantas de cogeneración producen más del 50% de la electricidad del país y de forma simultánea se suministra agua caliente para los ciudadanos.

En el resto de Europa, países como Estonia, Polonia, Eslovaquia, Hungría, Austria o Alemania también aprovechan de manera importante este sistema de calefacción. Los ejemplos son muy diversos: en Viena da servicio a más de 250.000 hogares, con una parte importante basada en el calor de las tres principales incineradoras del municipio; en Flensburg (Alemania) cubre el 90% de las necesidades de sus vecinos; en Suiza, la central nuclear de Beznau suministra calor a unas 20.000 personas; en Italia, ciudades como Bergamo, Ferrara o Turín tienen este tipo de redes; etc.

Fuera del continente europeo, la calefacción de distrito también es utilizada en diversos países. En Estados Unidos y Canadá, diversas empresas privadas han hecho de este sistema su modo de vida. Algunas de las principales ciudades canadienses, y urbes estadounidenses como Nueva York, San Francisco, Minneapolis, San Diego o Pittsburgh disponen de estas redes. Varios campus universitarios estadounidenses también basan su calefacción en este sistema, como el de la Universidad de Notre Dame o la de Maryland.

Alex Fernández Muerza - www.consumer.es - EROSKI

El “síndrome químico” sale del armario en España

Fatiga permanente, dolor de articulaciones, disfunción mental o dolor de garganta. Le llaman síndrome químico o intolerancia química múltiple y es una severa dolencia que condiciona toda la vida de millones de pacientes, cada vez más, pese a lo cual, en España, la Administración ni siquiera reconoce la enfermedad. Ahora, afectados de toda España han decidido “salir del armario” y han redactado un manifiesto cívico sobre el derecho a exigir protección y el “no uso de ciertos productos contaminantes” en lugares de trabajo, escuelas o edificios residenciales.

En Estados Unidos, se calcula que el 16% de la población sufre intolerancia a los químicos de uso común. En nuestro país, no se sabe cuántas personas sufren esta dolencia o síndrome porque la Administración sanitaria no ha hecho ninguna estadística ni estudio epidemiológico ni presta una atención especial a estas personas. La Fundación Alborada está preparando un estudio sobre la incidencia en España, pero seguramente tardará años en concluirlo dadas las limitaciones económicas de esta entidad privada y la complejidad de la enfermedad y de los enfermos.
Ana Cárdenas es una de esas “víctimas de la química”. Trabajaba en la Seguridad Social de Sabadell (Barcelona) y su oficina, como otras muchas, fue fumigada con un cóctel contra plagas compuesto, básicamente, por pesticidas organofosforados, según ella y otros compañeros, “sin tener en cuenta las malas condiciones de ventilación de la oficina”. Aunque en 1999 cesaron las fumigaciones, la contaminación del ambiente era tal que, dos años después del último rociado, un estudio medioambiental llegó a la conclusión de que la instalación seguía contaminada. “En cinco o seis oficinas –explica la afectada- empezó a haber problemas de salud con la gente de nuestra oficina, de las cuales, dos están incapacitadas y otras dos han muerto sin que se les haga siquiera una autopsia para ver cuantos contaminantes había en su cuerpo”. Ana tiene más suerte: sus dolores y disfunciones “sólo” la tienen incapacitada. para trabajar.
El manifiesto redactado por enfermos como ella, que será enviado a numerosas instituciones públicas y privadas, reivindica su derecho a respirar aire sano y libre de productos nocivos, así como saber, “de forma clara y detallada”, qué tipo de productos de limpieza, ambientadores, pinturas y demás químicos se han utilizado o se van a utilizar en los lugares de trabajo, las escuelas de sus hijos, los centros administrativos o cualquier otro lugar público “para poder enterarme de sus componentes y potenciales peligros para mi salud antes de inhalarlos irremediablemente”. “Se nos ha tachado de enfermos, demasiado sensibles, débiles, simuladores, exagerados o incluso faltos de “cordura” -lamenta la doctora Pilar Muñoz Calero, presidenta de la Fundación Alborada, y afectada ella misma de sensibilidad química-. Todo ello por no ser capaces de adaptarnos a múltiples venenos que por innecesarios y excesivos no tendrían ni siquiera que existir”. “Ya somos demasiados afectados –advierte-. Médicos, químicos o biólogos ya sabemos las múltiples vías de derivación que recorren los productos químicos que introducimos en nuestro organismo desencadenando cáncer, depresiones, alteraciones hormonales, agresión, hiperactividad y otras múltiples manipulaciones”.

Rafael Carrasco / ECOticias.com