jueves, 16 de agosto de 2012

CONCIERTO MUOM Y BILAS (Teatro de Villafranca del Bierzo)

Ayer mi madre se enteró de que había un concierto en el Teatro de Villafranca del Bierzo, de una coral de cantos armónicos y de campanas planas de altas frecuencias vibratorias, os dejo el enlace a las páginas de los dos grupos que actuaron, para el que le interese: 
Les llamó la atención, así que para allá que nos fuimos Elena, mis padres y yo. 
No soy objetiva porque a mi este tipo de música no me gusta, aunque reconozco que son buenísimos y consiguen unos sonidos increibles. A mis padres les encantó el concierto.
Anina

¿Cuáles son la bandera y el himno españoles? (VICENÇ NAVARRO)

Artículo publicado por Vicenç Navarro, 17 de agosto de 2012

Este artículo señala la distinción entre lo que instruye la Constitución Española (resultado de una Transición Inmodélica) y lo que un elevado número de españoles sienten sobre la representatividad de sus símbolos, tales como la bandera borbónica y la Marcha Real.

A raíz de las declaraciones a un rotativo catalán, ARA, del deportista catalán Àlex Fàbregas, participante en las Olimpiadas de Londres, en las que declaraba que no sentía el himno nacional español, ni tampoco, consecuentemente, la bandera nacional española, como suyos, y sí en cambio sentía la bandera catalana, La Senyera, y el himno catalán, els Segadors como suyos, se movilizaron las predecibles voces insultantes en las que todo tipo de epítetos se dirigieron a tal deportista y a sus defensores.
Tal reacción muestra, una vez más, la escasísima cultura democrática que existe en algunos círculos nacionalistas españoles que han expresado siempre gran hostilidad hacia cualquier proyecto que difiera del suyo. En vez de establecer un diálogo, la respuesta es siempre la misma. El insulto tanto verbal como físico, incluido el militar. No en vano, la Constitución española atribuye a las Fuerzas Armadas la garantía de lo que llaman la Unidad de España, artículo de la Constitución que entra en claro conflicto con el principio democrático de que la soberanía radica en la ciudadanía. Por lo visto, bajo esta Constitución, si el pueblo catalán decidiera separarse de España, ello sería impedido por el Ejército, aun cuando el resto de la población española así lo aceptara. En realidad, en tal Constitución no existe espacio para considerar tal posibilidad. En otros países en los que he vivido por muchos años durante mi largo exilio, tal posibilidad sí que existe. Así, en EEUU, el Estado de Texas tiene la potestad, si así lo desea, de separarse de EEUU, posibilidad que, por cierto, muchos estadounidenses de persuasión progresista favorecerían debido a las posturas profundamente conservadoras que tal Estado suele sostener y promover. En otro país donde viví muchos años, Suecia, se vivió a principios del siglo XX, en 1905, una separación de parte de su territorio, Noruega, sin que hubiera conflicto alguno. Un acuerdo sin más respondiendo al deseo de Noruega y aceptado por Suecia.
En España, el enorme y asfixiante centralismo del nacionalismo español, más presente en las fuerzas conservadoras que en las progresistas (aun cuando estas últimas comparten frecuentemente elementos importantes de este centralismo que caracteriza el nacionalismo español), ha siempre respondido con hostilidad y agresión (incluida la militar) a todo intento de redefinir tal Estado, aceptando la descentralización (el llamado Estado de las autonomías) precisamente para no reconocer la plurinacionalidad del Estado español. Es ese nacionalismo español el que también ha mostrado la Transición española de la dictadura a la democracia como módelica, presentando la Constitución como un documento ejemplar que era mejor no cambiar (excepto en nocturnidad y alevosía para obedecer el dictado del gobierno alemán en aprobar el pacto fiscal).

Las consecuencias de la Transición Inmodélica

Como he escrito en varias ocasiones, la Transición dejó mucho de ser modélica (ver mi libro Bienestar insuficiente, Democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país). Se hizo en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado español. Había un enorme desequilibrio entre las fuerzas políticas que se sentaron en la mesa para diseñar tal Transición. Por un lado, las conservadoras, herederas de la dictadura, que continuaban teniendo un gran poder, controlando, además del Estado, la mayoría de medios de información y persuasión, mientras que las izquierdas, que lideraban las fuerzas democráticas, acababan de salir de la prisión o de volver del exilio. Ni que decir tiene que las movilizaciones obreras jugaron un papel esencial en finalizar aquella horrible y sangrienta dictadura. Pero los partidos políticos de izquierda que se sentaron en la mesa, tenían muy poco poder. Ello dio como resultado una Transición y una Constitución inmodélicas. El sistema democrático al cual dio lugar, fue muy limitado, produciendo un bienestar muy insuficiente. Lo que está pasando con las víctimas de lo que se llama en España “el franquismo” (que debería llamarse fascismo) es un claro ejemplo de ello. Una juez de Argentina tendrá que proteger sus derechos –respondiendo al Derecho internacional- debido a que los que tenían que haberlo hecho en España no lo hicieron. Y, España continua siendo el país con el gasto público social por habitante más bajo de la UE.
En tal Constitución aparece la bandera borbónica como la bandera española, y la Marcha Real como himno nacional, frente al cual los súbditos tienen que cuadrarse en silencio. Tales símbolos definen bien la España de la Transición. Pero para millones de españoles –que perdieron la mal llamada Guerra Civil (que fue un golpe militar fascista frente a un sistema democrático) y sus sucesores, herederos que luchamos durante la dictadura por la democracia-, ni la bandera ni el himno son los nuestros. Lo es por ley, pero no lo sentimos nuestro. En realidad, aquel himno fue el himno de los golpistas, y la bandera borbónica (con cambios mínimos) fue la que los golpistas enarbolaron en su victoria en aquella rebelión antidemocrática (que no hubiera ocurrido sin la ayuda militar de Hitler y Mussolini). Este rechazo es muy acentuado en Cataluña (cuya cultura fue brutalmente reprimida por los golpistas) y no solo entre los independentistas (cuyo proyecto no comparto pero respeto) sino entre gran parte de la población.

La bandera republicana

Mi bandera española (tan querida como La Senyera), es la bandera por la cual mis padres y su generación lucharon (perdiendo una guerra) y es la bandera que las fuerzas democráticas, también en Catalunya, defendimos durante la dictadura. La bandera republicana, que, por cierto, me alegra ver que aparece cada vez más en las manifestaciones de protesta a lo que está ocurriendo en nuestro país. Esta bandera liga las demandas presentes de un mundo mejor con nuestras luchas y las de nuestros antepasados para establecer otra España, la España de los distintos pueblos y naciones de España, frente a esta España del establishment, cuyas políticas están causando un enorme dolor sin que tengan ningún mandato popular para llevarlas a cabo pues nunca estuvieron en sus ofertas electorales. En esta España, que un número creciente sentimos que no es la nuestra, hemos visto el intento desesperado de tal establishment liderado por la Monarquía, de utilizar los Juegos Olímpicos, para movilizar el sentimiento de apoyo a la Marcha Real y a la bandera borbónica, presentándolas como las españolas (porque así lo dice la Constitución), con la presencia activa de la Familia Real para conseguir crédito político de las merecidas victorias de los deportistas españoles. Todo ello como indicador de la necesidad que tal establishment siente de legitimar su poder que está perdiendo apoyo popular rápidamente.
Mientras todo ello ocurre, en España está prohibida la exhibición, incluso en las competiciones deportivas, de la bandera española que mejor representa la España democrática, ansiosa de libertad y solidaridad, por la cual millones de españoles lucharon, siendo fusilados, encarcelados, torturados y/o exilados por ello. A la vez que la Familia Real intentaba oportunísticamente promover su imagen en los Juegos Olímpicos, apareciendo siempre en los medios de información junto a los equipos españoles vencedores, en Alicante, días después, un ciudadano era sancionado en el estadio donde se jugaba el partido de balonmano entre la selección española y la argelina, por querer mostrar su apoyo al equipo español enarbolando la bandera española republicana. El gobierno español justificó tal sanción bajo el argumento que tal gesto “incitaba a la violencia” (Público, 16.08.12). Ello muestra, no solo el nivel de intolerancia antidemocrática de las derechas en España sino su enorme temor e inseguridad, conscientes de que hay la otra España que derrotaron que, no solo continúa existiendo, sino que está creciendo.

La necesidad de recuperar nuestra bandera y nuestra cultura republicana

Se me dirá que estoy despertando sentimientos que estarían mejor guardados a fin de facilitar la convivencia. Pero los que utilizan tal argumentación ignoran que el lado vencedor nunca adoptó ninguna medida conciliadora, que exigiría un cambio radical en su comportamiento con los vencidos. El caso citado de las víctimas de la dictadura es un ejemplo bochornoso de ello. Reconciliarse con esta actitud es olvidar nuestro pasado, que es lo que la izquierda nunca debería haber hecho. Fueron primordialmente las izquierdas las que lucharon por la democracia y fueron primordialmente las derechas  las que primordialmente la destruyeron, como ahora están destruyendo los pocos derechos sociales y laborales que se habían conseguido en el periodo democrático.
Una última nota. Es muy importante que en las manifestaciones de protesta luchando por otra España, la España auténticamente democrática, se recupere esta memoria, entre otras razones, para que la juventud sepa que son continuadores de otras generaciones que lucharon y a veces vencieron. Y parte de ello es no solo recuperar la bandera republicana, sino la cultura democrática que caracterizó a las izquierdas, incluyendo las canciones de resistencia antifascista. Sorprende que la multitud no cante en las movilizaciones de protesta en España, una situación que es casi única a los dos lados del Atlántico donde he vivido. En Italia y en Francia, las canciones de la resistencia antifascista aparecen una y otra vez en las manifestaciones. Y en EEEUU, los cantos de los movimientos sociales de protesta son la norma, cantándose con frecuencia lo que es, en la práctica, el himno de las izquierda americano, This Land is your Land. En España, tenemos muchas canciones que millones de voces cantaron en el pasado incluso en condiciones de clandestinidad y en su lucha por la democracia canciones que también se están olvidando como parte de este olvido histórico que las izquierdas han practicado. Reforzarían las posibilidades de tener un futuro, si tales canciones y tal cultura estuvieran también ahora presentes en tales manifestaciones que exigen –con razón- otra España.

Sí que había y hay alternativas (VICENÇ NAVARRO)

Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 16 de agosto de 2012

Este artículo documenta que una de las causas más importantes del descenso de los ingresos al Estado desde que se inició la recesión, 2007, se debe a la notable reducción de impuestos que tuvo lugar durante el periodo anterior. El artículo señala que si no se hubieran hecho tales reducciones impositivas, que beneficiaron primordialmente a las rentas del capital y a las rentas superiores, se podrían haber evitado gran número de los recortes actuales. 

El Estado español (tanto a nivel central como autonómico) se ha caracterizado por su pobreza, pobreza que también ha caracterizado a los otros Estados intervenidos (Grecia, Portugal e Irlanda). Los ingresos al Estado en España, al final del periodo de expansión económica, en el año 2007, representaban el 41% del PIB, un porcentaje menor que el promedio de la UE-15 (45% del PIB), el grupo de países más desarrollados económicamente de la UE. Es importante contrastar este bajo porcentaje con los porcentajes en los países escandinavos: Noruega 58%, Dinamarca 56%, Suecia 55% y Finlandia 53%, porcentajes mucho más elevados que los de España y los otros países intervenidos, hecho que se debe al contexto político que ha determinado históricamente la evolución de tales Estados. En aquellos países escandinavos los partidos progresistas han gobernado la mayoría de años desde el fin de la II Guerra Mundial. En los países intervenidos, sin embargo, han sido las fuerzas conservadoras las que han gobernado la mayoría de años durante tal periodo, reflejando un gran poder e influencia sobre sus Estados. Los escasos ingresos al Estado es un indicador de ello. Estos países, con la excepción de Irlanda, estuvieron gobernados durante muchos años por dictaduras de ultraderecha caracterizadas por su escasa sensibilidad social, junto con un gran desarrollo de su aparato represivo. Irlanda no tuvo una dictadura pero sí que estuvo gobernada durante la mayoría del citado periodo por gobiernos profundamente conservadores. Y aunque en todo ellos, los periodos democráticos que siguieron sus regímenes dictatoriales o autoritarios consiguieron corregir parte de sus déficits de ingresos al Estado, su heredado retraso todavía lastra y explica sus escasos recursos públicos. Esta realidad es raramente citada en los análisis económicos de tales Estados, poco conscientes de la importancia del contexto político para explicar el fenómeno económico.

La situación en España

Los ingresos al Estado incrementaron sustancialmente durante el periodo democrático alcanzando su máximo nivel al final de su último periodo expansivo. En 2007, los ingresos al Estado per cápita fueron de 9.654 euros. Ahora bien, a partir de entonces, tales ingresos descendieron, de manera que en el año 2011, habían bajado a 8.175 euros, siendo tal cifra el 62% del promedio de la UE-15, que era 13.126 euros. Esta bajada se ha interpretado como resultado del descenso de la actividad económica, lo cual, es cierto solo en parte (y una parte relativamente menor). Veamos los datos, provenientes en su mayoría del Informe Anual de Recaudación Tributaria del Estado Español y que han sido analizados en detalle en el informe Cambio en las políticas fiscales en el periodo 2007-2011 de Pilar Castellà, publicado por el Observatorio Social de España.
En el año 2007 los ingresos al Estado alcanzaron la cifra de 200.676 millones de euros. En el año 2008 tales ingresos bajaron de una manera muy marcada, recaudándose 173.453 millones de euros, descenso que se ha atribuido al descenso de la actividad económica, lo cual no es del todo cierto. En realidad, aquel año 2008 fue el año de la aplicación de la Ley 35/2006 que conllevó una bajada generalizada de impuestos, con el consiguiente descenso de los ingresos al Estado (un 14% en 2008 y un 17% en 2009). En solo tres años se pasó de ingresar más de 200.000 millones de euros en 2007 a 144.023 millones en 2009, una reducción del 28%, un descenso muy considerable. Ello respondía a aquella actitud generaliza en la primera década del siglo XXI, época de plena hegemonía del pensamiento liberal en los círculos económicos, incluidos en los del partido socialdemócrata gobernante en España, en los que se asumía que la reducción de impuestos era una medida positiva y deseable, postura descrita claramente en el famoso eslogan del entonces presidente del gobierno, el Sr. Zapatero, que afirmaba “que bajar los impuestos es de izquierdas”. En realidad voces discordantes con este pensamiento fuimos ignoradas, cuando no insultadas, definiéndonos como “anticuados” (o la manera amable de decirlo, “socialdemócratas tradicionales”) tal como apareció en la respuesta de Jordi Sevilla a mi crítica a su libro De nuevo socialismo, donde se proponía tal bajada de impuestos, siendo tal libro el punto de referencia del pensamiento de la Nueva Vía que gobernó España durante la mayoría del periodo de gobierno Zapatero  (ver este debate en mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y Consecuencias).
Según el informe de recaudación tributaria del año 2008 elaborado por el Servicio de Estudios Tributarios y Estadísticas del Ministerio de Economía y Hacienda, tal rebaja generalizada de impuestos significó la pérdida de recaudación en 2008 de nada menos que 19.540 millones, que era el 72% de la pérdida total de ingresos al Estado. Solo un 28% (7.683 millones) se debía al impacto de la crisis. Este dato, de una enorme importancia, apenas ha aparecido en los medios de información, incluidos los económicos.
Otro ejemplo del impacto de los cambios fiscales en los ingresos al Estado es que, en 2010, los ingresos al Estado subieron (pasando de 144.023 millones en 2009 a 159.536 en 2010), una subida de un 11%, a pesar de que la economía continuaba en crisis y en recesión. Ello fue consecuencia de la reforma tributaria de aquel año, que aumentó los impuestos generando más ingresos.

La bajada de impuestos como causa del descenso de ingresos públicos

Cuando se analiza donde hubo una mayor disminución de los ingresos al Estado durante el periodo 2007-2010 resultado de estos recortes de impuestos se observa que el mayor descenso procedió de la rebaja del impuesto de sociedades que bajó un 63,9%. El segundo fue el impuesto sobre el consumo, el IVA, que bajó un 12,1%, seguido del IRPF que descendió un 7,8%. Repito de nuevo, una causa importante de estos descensos correspondió a las reformas fiscales, y no solo a la disminución de la actividad económica. Según el Ministerio de Economía y Hacienda los ingresos derivados del impuesto de sociedades disminuyeron en 17.521 millones de euros en solo un año, lo cual supuso un descenso de ingresos del 39,1%. Pues bien, según el mismo informe, el 46% de este descenso de debió a las reformas fiscales del 2007 (un descenso de 5 puntos en tal impuesto) y un 54% al descenso de la actividad económica. En otras palabras, las rebajas de impuestos de sociedades significaron un recorte de 8.120 millones de euros.
Un tanto semejante ocurrió en cuanto al IRPF. Las reformas (la mayoría, regresivas) del IRPF, incluido el aumento de deducciones, significaron un descenso del 10,5% en 2008 (respecto a 2007) de los ingresos al Estado procedentes de este impuesto, lo cual significó una merma de 8.620 millones de euros. Este impuesto se reformó más tarde en 2009, eliminándose la deducción de 400 euros por contribuyente, aumentándose los impuestos de la sección rentas del capital, dentro del IRPF (un aumento del 19% del gravamen del capital de 6000 euros o menos y 21% para ingresos mayores), corrigiéndose, aunque muy ligeramente, el enorme sesgo existente en los impuestos IRPF a favor del capital a costa del trabajo. En realidad, si las rentas del capital tributaran igual que las rentas del trabajo, los ingresos al Estado (a través del IRPF) aumentarían en 4.354 millones, es decir un 64% (datos del 2008). Resultado de estas reformas del 2009, los ingresos al Estado subieron a pesar de que la crisis continuó.
El que ha estado más afectado por la crisis es el impuesto sobre el consumo, el IVA. Los ingresos cayeron un 12% durante el periodo 2007-2010, incrementándose de nuevo, al subir tal impuesto en 2010, en 2.010 millones en 2010.
Estos datos confirman que los recortes de la carga impositiva, que beneficiaron más a las rentas del capital que a las rentas del trabajo, fueron una de las causas mayores de la caída de los ingresos al Estado, acentuada todavía más, por la caída de la actividad económica. Retrospectivamente se puede concluir que, tal como unos poco predijimos, estos recortes de impuestos tuvieron un impacto mucho más negativo que positivo sobre la eficiencia económica del país. Muchos de los recortes realizados ahora podrían haberse ahorrado si no se hubieran hecho aquellos recortes en los momentos de aparente bonanza. La congelación de las pensiones, por ejemplo, con la que se intenta un ahorro de 1.500 millones de euros, se podría haber ahorrado si no se hubiera reducido el impuesto de sucesiones que mermó en 2.552 millones a las arcas del Estado. El argumento tan promovido por las elites gobernantes en este periodo de austeridad 2007-2012, de que “no había alternativas”, no puede sostenerse en base a la evidencia existente. Sí que las había y las continúa habiendo, en estos momentos de incluso mayores recortes y cambios de impuestos que sistemáticamente afectan más negativamente a las clases populares –tanto en su consumo como en sus rentas- que a las rentas superiores y a las rentas del capital.