Publicado en Sistema Digital el 24 de noviembre de 2011
La funesta gestión de la crisis que ha
hecho el gobierno del Partido Socialista, el silencio de su militancia y
de sus parlamentarios y su completa falta de fidelidad a sus
compromisos electorales ya han pasado factura, una factura que ahora no
solo van a pagar los dirigentes que actuaron convencidos de las ventajas
de obedecer sin más a los grandes poderes o de la sabiduría de sus
asesores neoliberales sino la población trabajadora y la parte más
necesitada de la sociedad española.
Pero eso es ya agua pasada. Ahora lo
preocupante es que todo indica que el Partido Popular se encamina a
cometer los mismos errores.
Las declaraciones de Rajoy pidiendo
algo de tiempo a los mercados son de una ingenuidad pasmosa, solo propia
de quien de verdad se ha creído la mentira que día a día le ha ido
trasladando a la sociedad: que el culpable de todo lo que pasaba era
Zapatero y que cuando éste se fuese las aguas volverían a la calma.
Como anticipé en otros artículos, los
especuladores que dominan los mercados no dan cuartelillo precisamente
porque sus ataques a las economías no tienen que ver ni con la ideología
de quien las gobierna y ni siquiera con las políticas que llevan a
cabo. ¿O es que acaso el gobierno español no ha sido un fiel cumplidor
de sus exigencias en los últimos tiempos?
El primer error del Partido Popular, a
tenor de esas declaraciones de Rajoy, o la primera nueva mentira (si es
que no se lo creían y lo dicen) es creerse que los especuladores iban a
dar un respiro y esperar tranquilos a que el nuevo gobierno empezase a
actuar como un nuevo alumno, amigo y aún más disciplinado.
Lo que sabíamos que con toda
probabilidad iba a ocurrir es todo lo contrario, que los especuladores
aprovechen justamente esta etapa de interinidad para forzar los ritmos,
para tratar de marcar nuevos máximos de exigencias y sacar mayores
ventajas, sabiendo que lo que ahora está en juego no es la estúpida idea
de cambiar a los malos por los buenos, como pregonan todos los medios
de la derecha cavernícola, sino la prontitud con que se hace evidente la
situación real del sistema financiero español, la forma en que los
acreedores europeos tratarán de cobrar cuanto lo que les deben y el modo
en que esa factura se le va a pasar a los españoles.
Por eso es mucho más que previsible
que, en lugar de bajar, como decían los demagogos tertulianos de
derechas en las últimas semanas, la prima de riesgo española suba más e
incluso que fuerce la suscripción de ayudas (como la ya anunciada del
Fondo Monetario Internacional) que no harían sino reforzar la posición
negociadora de los bancos internacionales, que es lo que se busca.
Y este efecto, llamémosle de tránsito,
va a estar posiblemente agudizado y se va a materializar casi con toda
seguridad en las próximas semanas y meses en otro aún más grave porque
el segundo error que está manifestando el Partido Popular es creerse que
la solución al problema que tiene la economía española viene solamente
del cambio de gobierno.
Una simpleza, porque lo único que de
verdad nos podría sacar del problema no es quitar a Zapatero y poner a
Rajoy sino un cambio de políticas (que fue justamente lo que no quiso o
no se atrevió a hacer el partido socialista paralizado por el cesarismo
que lo domina) y lo que está anunciando el PP es todo lo contrario:
fortalecer las que se venían aplicando.
Aumentar los recortes, reducir el
gasto y poner en marcha con más fuerza aún las llamadas políticas de
austeridad (que, como he repetido varias veces en realidad no lo son
porque no implican, austeridad en sentido estricto ya que no combaten
los verdaderos despilfarros y no hacen nada por aumentar los ingresos
fiscales), solo va conseguir que disminuya aún más la capacidad de
generación de ingresos de nuestra economía y, por tanto, que a medio
plazo (e incluso a corto si son muy radicales) sea más difícil que
España pueda hacer frente a sus compromisos de pago. Y como los
especuladores no son tan tontos ni ingenuos como los políticos, sino
mucho más realistas, como tienen menos anteojeras ideológicas y actúan
con mucho más pragmatismo saben perfectamente que eso es lo que va a
pasar, de modo que lo que harán será acelerar su presión y reforzar sus
posiciones a corto plazo, estrangulando aún más las condiciones de
financiación de la economía española y haciendo así mucho mayor negocio
inmediato.
Lo que se dispone a hacer el Partido
Popular no es sino más de lo mismo que ha hecho el gobierno de Zapatero
(con el resultado político que hemos visto y con la ineficacia económica
fácilmente comprobable cuando estamos de nuevo al borde de la recesión)
solo que más rápido y, si hace falta, sin anestesia.
Las declaraciones de los dirigentes
populares y la guerra de posiciones que venimos observando en los
últimos días creo que no dejan lugar a dudas.
Los mercados apretarán las tuercas. Su
presión a base de rumores y prisas irá subiendo la prima de riesgo. Los
gobiernos de Alemania y Francia y las autoridades del Banco Central
Europeo se limitarán a dar palmadas en las espaldas y a exigir con
celeridad nuevas y más profundas reformas estructurales (ese eufemismo
vergonzante que simplemente equivale a quitar ingresos de las rentas más
bajas para dárselos a las más altas). Presionarán para poner de
evidencia la situación patrimonial de la banca española, que es, junto a
una elevación muy alta de la prima de riesgo, lo que justificaría la
concesión de un préstamo internacional voluminoso a España. Con el se
cerraría el círculo pues sería la excusa perfecta para que la población
termine por entender que los recortes ahora mucho más fuertes son
imprescindibles y la forma de que los bancos alemanes y franceses cobren
lo más pronto posible. Algo cada vez más urgente porque los
especuladores ya empiezan a apuntar a Alemania, la pieza mayor que tarde
o temprano terminarán abatiendo en esta temporada de caza que las
irresponsables autoridades europeas no han querido cerrar para ir
dándole poco a poco el poder a los llamados tecnócratas que no son en
realidad sino ex directivos de los bancos más tramposos del mundo.
Entonces se pondrá en marcha la
segunda fase de reformas que Zapatero no ha llevado a cabo, las los que
tienen que ver con la privatización de los servicios públicos que es, en
realidad, lo que se viene buscando conseguir desde hace años.
Las voces que en el interior se irán
elevando para echar la culpa de todo esto a la herencia recibida (una
vez que se vaya produciendo el traspaso de poderes, aunque algunos ya lo
anuncian incluso sin verlos) y en este caldo de cultivo me temo que la
población se va a encontrar tan desconcertada como desasistida.