Este artículo critica los
argumentos utilizados por Gregorio Peces Barba en contra del movimiento
15-M, acusándole de carecer de sensibilidad democrática, de dificultar
el pluralismo político y de ignorar el consenso establecido entre las
derechas y las izquierdas que creó la democracia existente. El artículo
señala que la democracia española es muy incompleta, limita y
obstaculiza la participación ciudadana, favorece un bipartidismo y
reproduce el enorme poder de las fuerzas fácticas que dominaron el
proceso de la Transición inmodélica. El artículo felicita al movimiento
15-M por exigir una segunda Transición, de la democracia limitada que
existe hoy en España, a una democracia participativa, auténticamente
plural, en la que sea la ciudadanía la que decida sobre los quehaceres
del Estado.
Por lo visto, Gregorio Peces Barba se
encuentra incómodo e incluso se siente amenazado por el movimiento 15-M,
pues en menos de cuatro semanas ha escrito dos artículos en El País (el
último titulado “Los indignados y la democracia” 13.09.11)
insultándoles y llamándoles de todo. En cierta medida su reacción es
predecible, pues Gregorio Peces Barba (a partir de ahora GPB) es una de
las figuras más prominentes del establishment político del país,
centrado en Madrid, que ha gozado de gran poder y protagonismo en las
instituciones políticas y académicas del país, habiéndose convertido en
el portavoz de la sabiduría convencional que está siendo cuestionada por
el movimiento 15-M, caracterizado precisamente por su postura
anti-establishment.
En sí, este enfrentamiento podría ser enriquecedor, pues podría haber
sido la base para establecer un intercambio que podría haber alcanzado
las dimensiones de un debate entre el establishment y sus oponentes, si
GPB hubiera expresado mayor control en su respuesta. Pero no ha sido
así. Abusando de su poder y de las enormes cajas de resonancia puestas a
su disposición, ha escogido la vía insultante que caracteriza a la
estructura del poder cuando se siente amenazada. Como bien decía Jean
Paul Sartre, el insulto (tanto intelectual como físico) es parte de la
represión sobre la cual está basado el poder. El movimiento 15-M no goza
de gran acceso a los medios, lo cual GPB utiliza a su favor.
En su primer artículo (“Un balance electoral y algunas ideas” 25.06.11)
acusaba a los indignados del 15-M de ser desagradecidos por haber
abucheado al Sr. Botín, el Presidente del Banco Santander, en un acto
académico. Tal señor ha dado fondos a la Universidad Carlos III, de la
cual GPB es Rector, para proveer becas a los estudiantes, razón
suficiente –según él- para que los estudiantes universitarios existentes
en el seno del movimiento 15-M le aplaudieran. Como señalé
recientemente en un artículo publicado en El Plural (“El establishment,
la Banca y el Movimiento 15-M”. 11.07.11) es sorprendente el grado de
desconocimiento (que tal protesta de GPB implica) de lo que representa
el Sr. Botín en España y el impacto del sistema bancario (que tal señor
representa) ha tenido en la creación de la crisis. Por lo visto, los
estudiantes tendrían que haber aplaudido a tal señor por los fondos para
las becas recibidos, ignorando el rol que la banca ha tenido en la
crisis, en el desahucio de las personas que no pueden pagar sus
hipotecas y en su sustracción de fondos que son debidos al Estado (que
tiene el gasto en educación más bajo de la UE-15), debido al fraude
fiscal que la banca ha favorecido. El hecho de que los estudiantes de la
Carlos III antepusieran los intereses de España, expresando su
desaprobación a tales comportamientos, a sus intereses particulares de
tener becas procedentes de tal señor, es algo noble y digno de aplauso.
Lamento que GPB antepusiera los intereses particulares de la Carlos III
(los fondos que recibe del Sr. Botín) a los intereses generales del país
(protestando por el comportamiento de la banca, que ha afectado muy
negativamente el bienestar de la mayoría de las clases populares, lo
cual no hizo)
La acusación a los indignados de ser escasamente democráticos
En este nuevo artículo GPB insulta al 15-M de tener escasa sensibilidad
democrática. Para llegar a tal conclusión tergiversa la postura de tal
movimiento. Acusa, por ejemplo, al movimiento 15-M de ver la democracia
actual como una mera continuación de la dictadura, una especie de
franquismo camuflado. Le acusa también de no respetar el pluralismo,
atribuyendo su protesta a su ignorancia, resultado de su desconocimiento
de los hechos, consecuencia de no haber participado en la lucha contra
el franquismo. De ahí que proteste de la arrogancia que, según él,
supone la crítica del movimiento 15-M a él y a otros que como él
“peleamos a pecho descubierto frente al franquismo”, subrayando a la vez
que el 15-M está equivocado en no agradecer “la participación de los
personajes procedentes de la dictadura, como Martín Villa, entre otros,
“que lucharon lealmente, y nosotros con ellos, para tener la
Constitución”. Estas citas –entre otras- resumen correctamente su
postura, que es muy representativa del establishment político que
configuró la transición de la dictadura a la democracia. Veamos ahora
los datos.
Creo conocer bien el movimiento 15-M, al cual tengo gran simpatía. Me he
leído todos sus documentos, que expresan sus posturas, y no he leído en
ninguno de ellos que la democracia existente sea un franquismo
camuflado. Esta tergiversación de la postura del adversario es un truco
de mal debatiente impropio de un académico. Ni que decir tiene que en un
movimiento tan rico en sensibilidades como el 15-M pueda incluir
posturas que sostengan tal tesis. Pero la mayoría del movimiento 15-M
nunca ha escrito o sostenido lo que GPB le atribuye.
Lo que sí ha dicho y que yo comparto (Véase mi libro Bienestar
Insuficiente, Democracia Incompleta. De lo que no se habla en nuestro
país) es que la transición de la dictadura a la democracia se hizo en
términos muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban los
aparatos del Estado y que, como resultado de ello, la democracia
existente es enormemente incompleta. De ahí la llamada del 15-M (que yo
también comparto) de la necesidad de que se haga una segunda transición,
de una democracia incompleta a una más avanzada y desarrollada, que
responda a sus exigencias de mayor, no de menor, democracia. Y una de
ellas es conseguir una mayor participación ciudadana y un mayor
pluralismo. GPB, defensor de la democracia incompleta, se ve amenazado
por esta demanda. Antepone su orgullo personal de haber contribuido al
diseño de la Constitución, con el “leal apoyo” de las fuerzas
conservadoras que controlaban el Estado y que se beneficiaron
enormemente de aquella transición (el sistema electoral favorece
claramente a las derechas y dificulta enormemente el pluralismo) a la
necesidad urgente de democratizar España. El 15-M está exigiendo una
representatividad mayor de la escasamente representativa democracia
existente, incluyendo una mayor pluralidad y una mayor
representatividad. ¿Quién es, pues, el que no respeta el pluralismo y la
democracia?
Democracia es mucho más de lo existente en España
GPB se opone a la expansión de formas de democracia directa, como
referéndums, habiendo indicado que las claras limitaciones en la
participación ciudadana existentes en la Constitución eran consecuencia
de su urticaria hacia los plebiscitos populares que la dictadura
promovió. Considero tal argumento de una enorme insensibilidad. ¿Cómo
puede GPB ver ninguna semejanza entre un plebiscito bajo una dictadura
fascista con un referéndum bajo la democracia? Tomar la experiencia de
lo primero como justificación para dificultar lo segundo es ofensivo a
cualquier sensibilidad democrática.
Lo que la transición produjo fue un sistema predominantemente
bipartidista que potencia el poder de las élites dirigentes, sobre todo
de los dos mayores partidos, a costa de todos los demás. Y lo que ha
ocurrido con la reforma constitucional es un claro ejemplo de ello. Dos
personas, el Sr. Zapatero y el Sr. Rajoy, deciden repentinamente y con
nocturnidad que se va a hacer la reforma constitucional, y ésta se hace
en cuestión de días (reforma, por cierto, que dígase lo que se diga, es
un ataque frontal al estado del bienestar de este país). Y a los dos
partidos mayoritarios se les informa y disciplinadamente votan de forma
unánime (con sólo un voto en contra en el lado PSOE), prohibiendo a la
vez que se haga un referéndum. Y GPB aprueba que no se le permita a la
ciudadanía (de la cual, en teoría, deriva el poder de las Cortes
Españolas) ni decidir ni ser consultada en una decisión de enorme
importancia para la ciudadanía española. GPB aprueba que no se haga el
referéndum. La mayoría del 15-M, sin embargo, presiona para que se haga.
Y GPB tiene la osadía de insultar al 15-M acusándole de tener
insensibilidad democrática. Creo que no hace falta añadir más
comentarios.
Una última nota personal. Me ofende profundamente que GPB quiera callar
el movimiento 15-M atribuyéndose un poder moral y una representatividad
que no tiene. En su acusación al 15-M intenta monopolizar la voz de “los
que peleamos a pecho descubierto contra el franquismo”, diciendo de
forma acusatoria que las posturas supuestamente antidemócratas del 15-M
reflejan un desconocimiento de lo que fue la dictadura y la transición.
Yo, y miles y miles como yo, luchamos con más intensidad, por más tiempo
y con mayor coste personal que GPB (ver “Entrevista al profesor Navarro
sobre su experiencia personal durante la dictadura” en
www.vnavarro.org). Y ni yo ni miles de ciudadanos que luchamos contra la
dictadura nos sentimos identificados con sus posturas o argumentos. Ni
tampoco coincidimos con su lectura de que el 15-M menosprecia la
contribución de lo que él llama “sus leales colaboradores” en las
derechas gobernantes, tales como Martín Villa (por cierto, jefe del
sindicato fascista SEU, responsable de que me expulsaran de España en
1962 y que, como consecuencia mis padres no conocieran bien a mi hijo).
Tales “leales” colaboradores vieron que sus propios intereses y los
intereses de clase que representaron exigían un cambio para poder
mantener su poder. Y la realidad así lo muestra.
De ahí que miles y miles de los combatientes antifascistas (sean éstos
socialistas, comunistas o anarquistas) nos sentimos más identificados
con el movimiento 15-M (que es un soplo de aire fresco que deseamos se
convierta en vendaval) que con el establishment (incluido el
establishment socialista) que hoy se han convertido más en parte del
problema que en parte de la solución.