Como una verdadera fiesta de la memoria y la vida puede describirse el funeral de Víctor Jara realizado en Santiago de Chile el sábado 5 de diciembre. “Víctor, estás más vivo que nunca” gritó alguien expresando el sentimiento de la multitud al inicio del colorido y multitudinario cortejo, que en su recorrido por la capital hizo florecer Santiago con canciones y bailes. El cantautor regresó esta tarde al nicho donde fue enterrado en solitario hace 36 años por su viuda, Joan Jara, luego de su asesinato por militares que permanece en la impunidad.
Pero esta vez entró rodeado del amor de su pueblo, que enarboló su derecho a vivir en paz y demanda ahora justicia por el crimen. Es lo que reconoció Joan Jara al expresar en su despedida: “Tras su horrorosa muerte se congeló el tiempo y nuestra memoria guardó para siempre intactos los recuerdos de una vida compartida abrazadas por su cariño, ternura y alegría de vivir. Sus canciones nos ayudaron a soportar su ausencia, hoy su cuerpo destrozado por la tortura y el metal volverá a la tierra envuelto en el amor de sus hijas y su mujer, y en el enorme amor de su pueblo”.
A la cabeza de la marcha estuvo la Juventud Comunista, protagonista de una jornada en que gran parte de los asistentes eran también jóvenes que junto a los mayores coreaban una a una las canciones de Víctor durante las cuatro horas que duró el recorrido desde la Plaza Brasil, donde se encuentra el Galpón Víctor Jara, hasta el Cementerio General. No hubo despliegue de fuerza policial ni provocación alguna de parte de carabineros, otro hecho inusitado que permitió que las familias con bebés y niños pequeños pudieran continuar el trayecto sin problemas, lo que no ocurre en Chile en ninguna otra manifestación callejera ni menos en las marchas de conmemoración del 11 de septiembre, en que el gas lacrimógeno termina siempre ahogando a los manifestantes.
Emoción pura
Esta tarde las lágrimas no eran por el gas. Era emoción pura, nacida de escuchar, por ejemplo “yo no canto por cantar”, el himno de Víctor entonado por miles de voces (una estimación habla de 12.000 asistentes y carabineros, de 6.000) en marcha cruzando el puente del río Mapocho tras la carroza cargada de flores, o de ver la estrella blanca gigante y los colores de la bandera chilena llevados por decenas de jóvenes con cuerpos pintados enteros de rojo, blanco o azul. Hubo artistas conocidos y desconocidos, grupos musicales famosos y conjuntos de población. Muchos artistas con guitarras cantaban en medio de la marcha.
En las esquinas del centro se agolpaban transeúntes para ver pasar este funeral con cuecas, murgas, danzantes de diabladas nortinas vestidos enteros de rojo bailando al sonido de una banda que tocaba “Plegaria a un labrador”, mientras más atrás, otros manifestantes cantaban como despedida a Víctor Jara La Internacional, que resonaba como un canon pues cada grupo la entonaba a un ritmo diferente.
Se vieron –a 8 días de elecciones presidenciales y parlamentarias- carteles apoyando la candidatura a diputado de Guillermo Teillier, Presidente del Partido Comunista que iba en el cortejo junto al candidato presidencial del Juntos Podemos, Jorge Arrate. Ellos traían el presente electoral a la calle colmada de historia, pero también debieron escuchar consignas pidiendo anular el voto, y se hizo presente una columna del Movimiento de los Trabajadores y el Pueblo (MPT). Gritos por la libertad de los presos políticos mapuche y lienzos pidiendo fin a la ley antiterrorista, enarbolando banderas mapuche o la wiphala andina también se hicieron oír.
Organizaciones como las de los ciclistas, o Los de Abajo (la barra brava del club deportivo de la Universidad de Chile), y el Comité bolivariano de Solidaridad con Venezuela se mezclaban en abigarradas columnas con las agrupaciones de ex presos políticos, de familiares de detenidos desaparecidos y de ejecutados; la brigada Ramona Parra, organizaciones de la cultura, y muchas otras entidades sociales y políticas.
Entierro campesino
Tres días duró el funeral y en cada hora desfilaron por el galpón de la Plaza Brasil centenares y centenares de personas a rendir su homenaje a Víctor Jara, flanqueado por una guardia de honor que se iba relevando permanentemente para permitir a las organizaciones expresar su solidaridad activa. En una experiencia inédita para la comunicación popular, la Señal 3 de TV de la población La Victoria transmitió en vivo el velorio y el funeral, junto al incipiente canal comunitario que se está formando en la Fundación Víctor Jara (
http://fundacionvictorjara.cl/) con su apoyo.
Las pericias dispuestas en julio de este año por el juez Juan Eduardo Fuentes determinaron que él fue asesinado con 44 impactos de proyectiles en el cráneo, tórax, abdomen, piernas y brazos, después de ser torturado. Los resultados fueron conocidos por la familia sólo en noviembre. Comunicadores cercanos a la Fundación me contaron que cuando Joan Jara recibió los restos del artista reveló que ella y Víctor tenían el compromiso de que si cualquiera de los dos moría antes, tendría un funeral como se estila en el campo, donde duran tres días, y que sería muy alegre, con música y bailes. A la cabeza de la fundación que lleva el nombre de Víctor Jara, Joan decidió cumplir la promesa y brindarle a su compañero el homenaje que merecía, para mostrar que Víctor en verdad está vivo. Y para mostrar que todos, aún, estamos vivos.
Ciertamente lo ha logrado.
Lucía Sepúlveda Ruíz - Revelión-
El segundo entierro de Víctor Jara
Hoy entierran a Víctor Jara por segunda vez. Quien amó tanto la vida, 36 años después, vuelve a pasear su muerte.
A quien dice: dejad en paz a los muertos, les respondo: ¿están los muertos en paz? ¿Estamos en paz con ellos?
Desde los suburbios de Santiago, desde la falda de su madre, cantora, desde los sueños de su pueblo con los que aliñaba sus canciones, Víctor Jara, como Margot Loyola, Violeta Parra o Héctor Pávez, recopiló y revalorizó los cantos campesinos. Su profunda identificación con el pueblo fue casi mística. Como la Violeta, que le mostró el camino, vivió con ellos, se hizo piel y sangre de ellos para, desde el hombre provinciano, alcanzar lo universal y de forma irrevocable, con profundas convicciones, asumir su condición de artista comprometido.
Así fue hasta que acallaron brutalmente su voz el 16 de septiembre de 1973 y algo quedó truncado para siempre.
Hoy vuelven a enterrar a Víctor Jara.
A diferencia de la primera vez en la que Joan Turner, su mujer, depositó sin responsos, a escondidas, sus maltratados restos en un nicho del Cementerio General de Santiago apenas acompañada por un amigo y el funcionario que reconoció el cadáver en la morgue, serán miles los que estarán a su lado. Ahí se han de juntar los viejos compañeros de lucha, supervivientes de la dictadura y del exilio con muchachas y muchachos que han crecido llevando sus canciones en la boca. Habrá hijos de reprimidos pero también de represores. Llegarán obreros de las poblaciones y campesinos de los valles a unirse a los mineros que, oliendo a cobre, bajarán desde Calama.
Mujeres y hombres de toda condición irán de la mano recordando a Amanda.
Esta vez Joan Turner no caminará sola. A su lado marchará una multitud que, nadie lo olvide, 36 años después del crimen, sigue clamando justicia.
Joan Manuel Serrat