Artículo publicado por Vicenç Navarro en la revista digital SISTEMA, 6 de diciembre de 2012
Este artículo señala las causas
el declive de los partidos socialistas en España, que se centran en gran
medida en las políticas públicas realizadas durante el gobierno
Zapatero en respuesta a la crisis, sin que haya habido un cambio o
autocrítica de tales políticas a partir de su derrota electoral.
Hay que felicitar a los jóvenes (de
todas las edades) miembros del PSOE por haber hecho un documental en el
que, en nombre de los militantes de base, piden perdón al pueblo español
en general, y a las clases populares en particular, por haber iniciado,
cuando el PSOE estaba en el gobierno, políticas públicas que,
expandidas más tarde por los gobiernos conservadores españoles (y
catalanes), han dañado el bienestar y calidad de vida de la gran mayoría
de la población. El reciente informe del Observatorio Social de España
publicado por Ariel, titulado El impacto de la crisis en las familias y
en la infancia, documenta con gran detalle las consecuencias de tales
políticas sobre los niños, sobre los adolescentes y sobre las familias
en nuestro país. Tal informe documenta que no sólo la crisis, sino
también las maneras como el Estado ha respondido a la crisis, ha
afectado negativamente el bienestar y calidad de vida de las familias.
Las políticas públicas llevadas a cabo por los gobiernos socialistas,
políticas que han sido incluso más acentuadas y expandidas por el
gobierno PP (y CiU en Catalunya), han sido responsables de tal
deterioro.
Tales políticas
públicas, de orientación claramente liberal, realizadas por el gobierno
PSOE, estaban ya descritas en los escritos de economistas y pensadores
influyentes en la corriente existente dentro del PSOE (liderada por el
candidato, más tarde Presidente, del gobierno socialista español, el Sr.
José Luis Rodríguez Zapatero) conocida como Nueva Vía. Uno de los
mayores impulsores de tal corriente era el economista Jordi Sevilla,
miembro entonces de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE, el cual
escribió un libro, De nuevo socialismo, en el que resumía (haciendo
suya) la sabiduría convencional existente dentro de la socialdemocracia
europea, incluida la española, inspirada en gran parte en el New Labor
dirigido por Tony Blair en Gran Bretaña. Decía retóricamente Jordi
Sevilla: “alguien puede defender a estas alturas del siglo que un
programa socialdemócrata debe ir a favor de más impuestos y más gasto
público…”. De ahí que el Presidente Zapatero bajara durante su primer
mandato los impuestos, siguiendo el eslogan de que “bajar impuestos es
también ser de izquierdas”. Reflejando también tal sensibilidad liberal,
nada menos que el Ministro de Economía, el Sr. Pedro Solbes, en una
entrevista a El País (22.07.07) al final del primer periodo del gobierno
PSOE (2004-2008), indicara que la medida de la cual él estaba más
orgulloso “era la de no haber aumentado el gasto público”, precisamente
en el país de la UE-15 que tenía un gasto público (incluido el gasto
público social) por habitante de los más bajos de tal comunidad (ver mi
crítica del libro de Jordi Sevilla y de la Nueva Vía en mi libro El
Subdesarrollo Social de España. Causas y Consecuencias. Anagrama 2006).
En realidad, el gasto público (incluido el social) por habitante creció
durante aquel periodo, resultado, primordialmente, del crecimiento de la
economía, estimulado por la burbuja inmobiliaria, y no a cambios
fiscales que hubieran generado un mayor ingreso al Estado.
Tal corriente dentro
del PSOE significaba el desarrollo del liberalismo dentro del
socialismo. Esta corriente estaba en contra de las limitaciones puestas
al mercado mediante regulaciones públicas, alcanzando esta postura su
máxima expresión en pensadores como Miguel Sebastián (que fue Ministro
de Industria, Turismo y Comercio del gobierno Zapatero), también de la
Nueva Vía. Tales medidas se consideraban parte de lo que definían como
“modernización del socialismo” y que incluían, entre otras
modernizaciones, la desatención a principios básicos del socialismo,
como la redistribución de los recursos del país y el desarrollo de
políticas fiscales progresivas y progresistas. Las escasas voces
críticas de tales políticas eran ignoradas o definidas como
“tradicionales” (la manera amable de decir anticuadas) merecedoras del
olvido.
Muchas políticas
públicas derivaron de tales posturas liberales, siendo una de ellas la
Reforma Fiscal del 2006, que bajó los impuestos creando un agujero en
los ingresos al Estado de casi 20.000 millones de euros, agujero que no
se notó (hasta que la crisis estalló en 2007) debido al incremento de
los ingresos al Estado como consecuencia de la citada burbuja
inmobiliaria. Dicha burbuja se había generado en la época del gobierno
Aznar y su desarrollo fue facilitado por las medidas tomadas por el
Banco de España (presidido durante el gobierno PSOE por el Gobernador
Fernández Ordóñez, una personalidad de sensibilidad liberal muy
acentuada, nombrado por el gobierno Zapatero) que tuvo una gran
responsabilidad en el desarrollo de la crisis financiera que España está
sufriendo (el excelente documental crítico del PSOE al cual hago
referencia al principio del artículo confunde, sin embargo, el Banco de
España con los técnicos de tal institución, que sí que advirtieron de
las políticas erróneas que la dirección política del Banco estaba
aprobando) .
Dentro de este esquema
conceptual liberal, puede entenderse como el gobierno respondió a la
crisis, respuesta sacada de un libro de texto de economía liberal. Los
equipos económicos de los gobiernos Zapatero, tanto antes como durante
la crisis, eran claramente liberales. Su respuesta a la crisis dañó a
las clases populares y empeoró la situación económica y social del país.
No hay, sin embargo, suficiente concienciación en el establishment del
PSOE de que el deterioro del bienestar de las clases populares se debe,
no sólo a la crisis, sino también, como he subrayado anteriormente, a la
manera cómo se respondió a ella. Tales medidas han sido enormemente
impopulares.
Las políticas alternativas que ni siquiera se consideraron
Las políticas liberales (que en el
lenguaje económico actual se conocen como neoliberales) que
caracterizaron la respuesta a la crisis, se hicieron argumentando que
“no había otras alternativas”, postura ampliamente reproducida en los
mayores medios de información en España, conocidos internacionalmente
por su escasa diversidad ideológica y sistemática discriminación contra
voces críticas en las izquierdas. El gobierno PSOE congeló las pensiones
públicas de vejez, intentando ahorrar 1.200 millones de euros para
reducir el déficit del Estado (creado en parte por los recortes de
impuestos de la reforma fiscal del 2006), sin considerar como
alternativa el mantener el impuesto de patrimonio (que habría conseguido
incluso más recursos, 2.100 millones de euros) o anular la rebaja del
impuesto de sucesiones (consiguiendo 2.552 millones) o revirtiendo la
bajada de impuestos de personas que ingresaban más de 120.000 euros al
año, consiguiendo 2.500 millones de euros. Y así, una larga lista de
alternativas. Como mostramos Juan Torres, Alberto Garzón y yo en el
libro Hay Alternativas. Propuestas para crear Empleo y Bienestar Social
en España, por cada recorte que hizo el gobierno PSOE (y más tarde el
gobierno PP), había una alternativa. El que se aplicaran los recortes a
unos y no a otros tenía y continúa teniendo mucho que ver con el
distinto nivel de influencia sobre el Estado que tienen las distintas
clases sociales y grupos de presión existentes en España.
Y fueron las clases populares las
que resultaron más perjudicadas por aquellos recortes y por otras
reformas, como las del mercado laboral, que tenían como objetivo (aunque
no se dijera) rebajar los salarios a fin de aumentar –se decía- la
competitividad de la economía española. Tales políticas, seguidas más
tarde por los gobiernos PP y CiU, explican que, por primera vez en el
periodo democrático, las rentas del Capital hayan sobrepasado las rentas
del Trabajo. Aunque hoy el socialismo español no hable de ello, el
hecho es que la lucha de clases está siendo ganada a diario por el mundo
del capital financiero y de las grandes empresas a costa de la derrota
del mundo del trabajo. Y las políticas del PSOE han contribuido a ello.
Ni que decir tiene que los gobiernos
PSOE presididos por el Sr. Zapatero también hicieron reformas positivas
(sobre todo en las áreas sociales). Pero en las políticas económicas y
fiscales, que son las que condicionan en gran medida las políticas
sociales, los gobiernos socialistas, y sobre todo su respuesta a la
crisis, fueron claramente negativas, y alienaron grandes sectores de su
electorado.
El inmovilismo del socialismo español
El declive electoral del PSOE, del PSC y
de los otros componentes del socialismo español se debe a esta
realidad. A la luz de estos acontecimientos varios hechos son
particularmente sorprendentes. Uno es que el equipo dirigente del PSOE
sea hoy el mismo que llevó a cabo aquellas políticas tan impopulares.
Otro es que tal equipo no haya hecho ninguna autocrítica y se resista a
hacerla. Pero otro hecho, también llamativo y muy sorprendente, es que
no haya habido una rebelión de la militancia, un caso único entre los
partidos socialistas europeos. Incluso en Alemania hubo una revuelta
frente a las reformas neoliberales del gobierno socialdemócrata alemán,
presidido por el canciller Schröder, que llevó a una escisión en aquel
partido (creándose Die Linke –La izquierda-). Tal silencio en el
socialismo español (y en el socialismo catalán, cuya reciente rotura
tiene que ver con otras causas) está reforzando la percepción
generalizada de que el PSOE (como también otros partidos) es la suma de
los que tienen cargos políticos que defienden a ultranza sus privilegios
más aquellos que aspiran a tenerlos. Tal percepción, profundamente
injusta en cuanto a la militancia, se reproducirá a no ser que haya una
revuelta de las bases del partido para cambiar profundamente tal
instrumento político y sus políticas neoliberales. De no ser así, el
futuro de los partidos socialistas en España verá su continuo declive.