miércoles, 19 de septiembre de 2012

CANCIÓN PARA SEPTIEMBRE (ISMAEL SERRANO)

Despedimos el verano prematuramente. Aquí sigue. Recordándonos las promesas que nos hicimos con la mirada perdida en el horizonte azul, los pies empapados por las últimas olas de un mar que se retira.

Esta crisis lo golpea todo. Amigos acorralados por la amenaza del despido, gente hermosa y con talento sin posibilidad de encontrar trabajo. No existe la contratación para los conciertos y nos liamos la manta a la cabeza. Sobrevivir. Resistir cuando todo parece derrumbarse, apretando los dientes y diciéndonos “pasará, la tormenta pasará”.

Repaso viejas postales del pasado. Tomo 354, libro 690, libro de familia, registro civil de Fuencarral y la foto en Vallecas apagada por el tiempo, de mis padres tan jóvenes con un niño entre los brazos. Fuimos otros. Mi barrio me regaló el compromiso, la conciencia de clase, la imposibilidad de ser isla, no rendirse.

Hemos intentado acorralar la vida en algún bar, un lunes, muy tarde, sin coartada. Hemos pretendido que responda a las preguntas. ¿Por qué el sofá inhabitado, las maletas en la puerta, la soledad de nevera vacía, colada sin tender? No te preocupes compañero. Estar vivo no es fracasar. No lo es volver a hacer mudanzas, vaciar los cajones de sus medias y encontrar facturas, postales olvidadas, un billete de metro caducado, profilácticos sin noche ni relámpago. Ahora es el tiempo del camino. De ahí somos finalmente.

Son demasiadas cosas. Es cierto. Sin conexión aparente. Pero esto es la vida. Y el empeño de uno es hacer de ello un relato y darle argumento. Y nuestra vida desde luego que lo tiene.

Y ahora hablemos de otra cosa. De ti. De la cola para hacer un papeleo, de tu insomnio y la mirada transatlántica, del candil que tiembla en cada noche.

No lloremos mi vida. No es culpa nuestra si el invierno nos desnuda en mitad de la estepa que hoy es Madrid. Eres hermosa. Ya ves que a veces el jazmín de la entrada pierde la hoja, lo maltrata la escarcha o la sequía. Pero ahí está de nuevo abrazando la verja, trepando hacia el cielo aún cuando todo es derrota.
Si supieras lo que aprendí viéndote despertar. Pero nada es justo en esta noche de cristales rotos, gritos desde la tribuna, Gólgota en la oficina del INEM, luces de emergencia parpadeando.

Ahora dame la mano y vamos a la vida. Llévame al teatro, al cine, al fin del mundo. Pero llévame contigo.