Este artículo señala que el mal
llamado problema de la deuda pública con los intereses exagerados que
los países tienen que pagar para cubrir su deuda tiene poco que ver con
la confianza de los mercados y mucho que ver con la manera como se
diseñó el Banco Central Europeo, impidiendo que los Estados se
protegieran frente a la especulación de los mercados financieros. El
artículo señala que este diseño se hizo para potenciar los intereses del
capital financiero, utilizando el Banco Central Europeo como mecanismo
de reducción de los salarios y privatización del Estado del Bienestar.
¿Para qué sirve un banco central? Una de
las actividades que un Banco Central realiza en un país es imprimir
dinero, y con él comprar la deuda pública de su Estado, y con ello bajar
los intereses que tenga que pagar su Estado para poder vender sus bonos
públicos. De esta manera, cuando los mercados financieros quieren
especular sobre el precio de tales bonos públicos (promoviendo en los
medios de información –ayudados por las agencias de calificación de
riesgos, como Standard & the Poors- que los Estados no
podrán pagar los intereses de tales bonos, forzándoles a pagar unos
intereses muy altos para poder vender sus bonos -lo que se llama la
prima de riesgo), entonces el banco central hace funcionar sus imprentas
y produce moneda con la cual comprar su deuda pública, defendiéndola
frente a la especulación. Esto es lo que hace un banco central digno de
su nombre. Ni que decir tiene que hay también riesgos en imprimir mucho
dinero, porque cuando hay mucha moneda puede incrementarse la inflación.
Pero la inflación en la Eurozona no es un problema. Antes al contrario,
es demasiado baja, dificultando el crecimiento económico, que es el
mayor problema de tal comunidad monetaria.
El problema con la
deuda pública de los países de la Eurozona es que sus bancos centrales
no pueden imprimir dinero ni tampoco pueden comprar su deuda pública.
Los Estados están totalmente desprotegidos De ahí que todos (desde
Grecia hasta Alemania) tienen o tendrán problemas con su deuda pública.
El único banco central que puede imprimir dinero es el Banco Central
Europeo (BCE). Pero el problema con este BCE es que no actúa como un
banco central, es decir, no compra los bonos públicos de los Estados
miembros, ni tampoco presta dinero a los Estados. El famoso artículo 123
de su Reglamento lo dice muy claro. El BCE no podrá comprar deuda
pública de los Estados. Éstos están totalmente desprotegidos. No pueden
hacer nada frente a la especulación de los mercados financieros.
Los que sí, en cambio,
pueden pedir prestado dinero al BCE, son los bancos privados, y lo
pueden conseguir a unos intereses bajísimos, al 1,25%. En cambio, los
Estados tienen que pedir prestado dinero a los bancos, pagando unos
intereses elevadísimos, incluso del 7% como es el caso de Italia (en
España es el 6,5%). Este arreglo es una bonanza para los bancos
privados. Consiguen dinero fácilmente del BCE y con ello compran bonos
públicos que les producen una rentabilidad del 6% o del 7% de lo que
compran. El BCE actúa de esta manera, privilegiando a los bancos
privados sobre los Estados, transformando el BCE en un lobby de la
banca.
Como consecuencia de
esta situación, los Estados se tienen que endeudarse más y más, debiendo
mucho dinero a los bancos privados. Y ahí está la raíz del mal llamado
problema de la deuda pública, que es incluso más acentuada en aquellos
países, como Grecia, Portugal, Irlanda, España e Italia, que habiendo
estado gobernados por las derechas por la mayoría del periodo post II
Guerra Mundial, tienen Estados muy pobres (sus ingresos al Estado son
muy bajos. España, por ejemplo, sólo representa un 34% del PIB, frente
al 44% en el promedio de la UE-15, o el 52% en el caso de Suecia),
resultado de unas políticas fiscales muy regresivas y un enorme fraude
fiscal (En España se calcula que alcanza unos 65.000 millones de euros).
La deuda pública de
estos Estados ha ido creciendo, no porque su gasto público haya ido
creciendo (como los autores neoliberales erróneamente indican), sino
porque han cambiado de banco. En lugar de conseguir dinero de su propio
banco central, ahora tienen que pedir prestado dinero de los bancos
privados. En realidad, si pudieran prestar dinero del BCE a unos
intereses de 1,25% (como los bancos privados) no habría ningún problema
con su deuda pública. (Ver Ellen Brown, “The European Central Bank
withholds relief while Rome Burns”). Y ahí está la raíz del problema. Se
ha diseñado un sistema en la Eurozona en que los Estados dependen de la
banca privada para conseguir dinero. Y ésta es una realidad que el
lector raramente leerá en la prensa financiera o económica.
Los bancos se forran a
costa del endeudamiento de los Estados. Un círculo virtuoso para la
banca. Pero la situación es incluso peor que la ya descrita, pues el BCE
al romper con el espíritu del famoso artículo 123, comprando deuda
pública a los Estados, tales como España e Italia, ha puesto como
condición que los salarios y la protección social disminuyan, acentuando
la necesidad de privatizar el Estado del Bienestar, tanto sus
transferencias públicas como las pensiones, así como los servicios
públicos como la sanidad. Estas condiciones están escritas en una carta,
no conocida por el público, que el gobernador del BCE, el Sr. Trichet,
y el gobernador del Banco de España, el Sr. Fernández Ordóñez, le
escribieron al Presidente Zapatero condicionando la compra de bonos
públicos del Estado español a la toma de tales medidas por parte del
Estado Español.
Un tanto semejante ha
ocurrido con Italia. ¿Por qué hacen tal petición en su carta? En teoría,
esta reducción de los salarios y de la protección social se exige para
aumentar la competitividad de la economía española y salir así de la
recesión. Este es el argumento neoliberal hoy en boga. Es fácil de
demostrar que este argumento carece de credibilidad. Suecia es el país
con salarios más elevados y con mayor protección social, y su tasa de
crecimiento económico es de un 5,6%, uno de los más elevados de la Unión
Europea. La explicación real es que, por una parte el descenso de los
salarios aumenta el endeudamiento de la población (lo cual es bueno para
la banca) y por otra, la privatización de las transferencias y de los
servicios del Estado del Bienestar es la generalización de la deseada
privatización de las pensiones públicas y la privatización de la
sanidad, el sueño de la banca y de las compañías aseguradoras. Y lo
están consiguiendo.